Caravanas de camellos y campamentos beduinos en Wadi Rum (Jordania)

Cruce de camellos

Es el animal del desierto por excelencia, sus cualidades fisiológicas se han adaptado al terreno en el que vive como las de ningún otro mamífero y esta selección natural, añadida a su fuerza, lo ha convertido en el medio de transporte más usado por los habitantes estas tierras: los beduinos.

Durante mi estancia en Wadi Rum vi cientos de ellos. Estaban por todas partes, solitarios, en manada, con sus dueños, sin ellos… Una vez han terminado su trabajo transportando personas (o mercancías) los beduinos los sueltan para que vuelvan solos a casa, se orientan bien y saben que la comida y el agua escasean lo suficiente como para que la búsqueda de libertad se transforme pronto en temeridad. Siempre vuelven.

Caravana de camellos

Caravana de camellos

Caravana de camellos

Camello en el desierto

Buscando la sombra

Camello

Algunas de estas fotos son cerca de Lawrence’s spring, un manantial que aparecen en mitad de una montaña en el desierto y que proporciona el agua de los campamentos cercanos. Justo debajo, junto a una roca con inscripciones nabateas, se encuentra el campamento beduino de Sultán. Parada habitual de la mayoría de tours que recorren este desierto y lugar donde acabé pasando un día completo en compañía de Sultán.

Campamento

Con Sultán

La historia comienza mucho antes, cuando yo estaba en Aqaba. Talal se puso en contacto con Atallah para ver si me podía ayudar en mi viaje por el desierto. Atallah tiene una empresa de rutas a caballo por el desierto, es beduino y vive con su familia en una casa en mitad de ninguna parte, alejado de los poblados y muy cerca de las estrellas.
Justo pasaba por Aqaba para hacer burocracia y dijo que no le importaba llevarme a Wadi Rum. En el trayecto en su jeep hicimos buenas migas y me ofreció quedarme en su casa, con su familia. Pasé unos días junto a ellos, totalmente agasajado con ricas comidas, té beduino y cualquier cosa que necesitaba, hasta el punto de dejarme su pincho USB para conectarme a internet por la noche en mitad del desierto O_o .
Fue una experiencia increíble por lo que supone y porque en Wadi Rum no hay alojamientos en si, me explico, tuve mucha suerte porque lo común es ir allí en tour organizado. No hay pueblo como tal, solo el pueblo beduino (Wadi Rum Village) que no tiene hospedajes, por lo que si no llevas nada reservado te puede salir caro. Yo no tenía ni idea pero tuve suerte con mi inconsciencia.

Uno de los días mientras desayunábamos Atallah me explicó que un familiar había fallecido y tenía que pasar el día en una especie de velorio. Para que no me aburriese me llevó al campamento de su primo Sultán, me dijo que por allí pasaba gente todo el rato y estaría entretenido. Además podía caminar, subir la montaña hasta el manantial, ir paseando hasta el poblado…

El campamento de Sultan es una especie de oasis/tienda del desierto. Ofrece «chai» (té) y sombra a cualquiera que lo desee y aprovecha para vender artesanías a los turistas. No hay compromisos, su hospitalidad es sincera y la venta no es el principal interés de Sultán. Le encanta charlar con los extranjeros, aprender de ellos, reírse y tomarles un poco el pelo.
El día completo que pasé allí fue de lo más interesante.

Cuando llegaban los guías beduinos con sus turistas se extrañaban de verme allí sin coche ni guía. Sultán y yo nos compinchamos y decíamos que estaba trabajando junto a él, entonces todos se reían de que Sultan hubiese conseguido un empleado europeo. Por alguna razón no conseguían recordar mi nombre (Pak tampoco es que sea demasiado complicado) y acabaron poniéndome un nombre beduino, y fue así como me convertí en: Auda, el beduino con rastas (Auda es también el nombre del personaje que interpreta Anthony Quinn en Lawrence de Arabia).

Beduino

Inscripciones

Beduinos

Botijo beduino

El botijo beduino, muy útil para conservar el agua fresca.

Poco antes del atardecer la afluencia de turistas bajó y Sultán acabó de relajarse, llevábamos casi todo el día juntos, habíamos compartido decenas de «chais» y fue ahí cuando noté que el tipo ese que no paraba de dar paseos con la cámara en la mano había pasado a formar parte de su campamento.

Nos sentamos a ver como el horizonte pasaba de amarillo a rojo entre interesantes divagaciones y lecciones beduinas para soportar la vida en el desierto. La diferencia entre Sultán y Atallah era fundamentalmente la edad.
El desierto es un lugar maravilloso e impresionante pero la percepción es distinta para un joven de «veintipocos» años con ganas de comerse el mundo y otro joven de casi cuarenta que no necesita más que su narguile y las estrellas para ser feliz.
Ambos lo disfrutan, a su manera, ambos lo sienten como algo suyo, pero muchas veces hace falta ver otras cosas para darte cuenta de el valor de lo que posees. Atallah lo ha descubierto hace tiempo, a Sultán aún le falta, pero las palabras de amor hacia un hogar sin muros ni verjas son comunes, son su origen. Son beduinos nómadas cuyo hogar está en todas partes… y en ninguna.

Caminando en el desierto

Cuando el sol desapareció recogimos un poco el campamento y Sultán me acompaño al pueblo para buscar un coche con el que acercarme a casa de Atallah. Me presento a su familia, bebimos «chai» y tomo un coche prestado con el que aún dimos unas vueltas antes de que me dejase «en casa«.

Campamento

La foto es mi habitación en casa de Atallah. Cuando me dijo si quería dormir dentro de la tienda beduina o fuera no lo dudé un momento. En 2 minutos la habitación estaba lista.

Durante los días que estuve hicimos la vida en «mi cuarto«, cenas, desayunos, charlas, narguiles… Preferí esta opción ya que, al ser musulmanes, a Ewa (la mujer de Atallah) no puede verle el cabello otro hombre que no sea su esposo. Por eso se cubren con el hiyab, y supongo que tiene que ser incómodo tener a alguien rodando y no poder quitarte el hiyab ni en casa.
No tengo palabras para agradecer como me sentí tratado en su casa. Practicando inglés con el pequeño Abdul y sus hermanos, disfrutando de las copiosas y apetitosas comidas que preparaba Ewa, de la sabiduría beduina de Atallah…
Ya había oído hablar de la hospitalidad beduina, pero queda en nada comparada con la realidad. Wadi Rum no es solo un desierto, mi experiencia allí fue increíble y la guardo como unos de los mejores recuerdos de este viaje.

Pero al final el tiempo es dueño y señor de todo y no me quedó más remedio que partir. La siguiente parada era Petra, algo que pareció complicarse por momentos debido al «intermitente» sistema de transportes públicos jordanos y en particular los que llevan de Wadi Rum a… cualquier sitio. En temporada baja no circulan demasiados autobuses (solo uno a Wadi Musa sobre las 9 am) y perderlo no es demasiado recomendable.
Justo antes de llegar a «la parada» me pareció ver como un bus se marchaba y a las 9.30 am estaba convencido de que no me quedaba más remedio que el socorrido autostop. Me puse a ello sin tener muy claro si estaba usando el gesto adecuado (en algunos países es distinto) y en 35 minutos habían parado 2 coche y un camión, todos se dirigían a Aqaba, con lo que seguí esperando sin muchas esperanzas de llegar a Wadi Musa en el día. Sobre las 10.30 am apareció el autobús que estaba «esperando«. Al parecer se habían retrasado un poco porque… «como no hay turistas«. Y «como no hay turistas» me tocó pagar 8 JD en vez de los 5 que vale el viaje (me pedían 10). En ese momento me planteé si no hubiese sido mejor haberme quedado intentado el autostop.
Nunca lo sabré, igual que el gesto que utilizan en Jordania para pedir autostop, olvidé preguntar.
Creo que me toca volver.

¿me llevas a Petra?

¿Me llevas?

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La llamada al rezo en Wadi Musa (Jordania)

Llegué a Wadi Musa (Valle de Moisés) desde el desierto para tomarlo como la base de operaciones de mi visita a Petra. Es la ciudad más cercana a las ruinas, la otra opción es el poblado beduino pero allí no hay hospedajes.

Me instalé en el Valentine Inn, un hostal con servicio de transporte gratuito desde la estación de autobuses , habitaciones privadas y compartidas, wifi gratuito… El precio fue de 10 ,30 JD (11€) por cama en el dormitorio de 14 personas con desayuno y cena incluidos. La cena es verdaderamente espectacular, una selección de platos jordanos, comida vegetariana y pasta en formato de buffet. También preparan sets de comidas para la visita a Petra por 2,5 JD.

El primer día decidí buscarme la vida y comer por el pueblo desoyendo las recomendaciones de la gente del hostal y me salió caro, no demasiado pero la opción barata practicamente no existe en Wadi Musa. Es un pueblo por y para el turista, no tiene demasiado encanto pero es suficientemente tranquilo como para que se pueda descansar a la vuelta de los interminables pateos por Petra. Bueno, depende de la hora. La siesta no es del todo compatible con la llamada al rezo desde las mezquitas, pero es que en Wadi Musa va más allá.
Todas las mezquitas de esta pequeña ciudad comienzan con el Adhan en el mismo momento y parece una competición a ver que voz puede quedar por encima del resto. La primera vez que escuché el Adhan (llamada a la oración) pensé que las canciones estaban grabadas y sonaban por un sistema de sonido. Doble craso error.
Primero: no cantan. En realidad están hablando pero el árabe, su pronunciación y la entonación que le dan hace que suene tan melódico.
Segundo: no está grabado. Hay una figura, el almuédano, que se encarga cada día (en 5 ocasiones) de convocar a los fieles desde el minarete de la mezquita a la que pertenece.

Un verdadero espectáculo… si no te pilla durmiendo.

Estoy viendo baratos los billetes de avión a Jordania en vuelo24.es y no descarto una nueva escapada al Reino Hachemita. Sobre todo por Petra y el desierto de Wadi Rum. Dos de esos lugares mágicos a los que puedes volver una y otra vez sin que un ápice de aburrimiento aparezca en tus percepciones.

Petra en dos días. Día I: al fondo del cañón está el tesoro (Jordania)

Siq y el Tesoro

La ciudad de piedra, capital del antiguo reino nabateo, fue fundada 700 años antes de Cristo por los edomitas, abandonada 14 siglos después, redescubierta en 1812, nombrada Patrimonio de la Humanidad en 1985  y considerada como una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno en 2007.
Esta podría ser una forma de resumir casi 3.000 años de historia si Petra fuesen datos. Estaríamos hablando de un parque arqueológico de 264 kilómetros cuadrados que abre de 6 de la mañana a 8 de la tarde y recibe una media de 500.000 visitantes anuales (casi un millón en 2010). La entrada cuesta 53 euros la de un día, 58 la de 2 y 63 la de 3 días.

Con todos estos datos en la cabeza te presentas en la puerta, comienzas a recorrer el Siq y… el mundo se para.

Caminando tranquilo por este pasillo gigante puedes percibir como la luz avanza perezosa mientras las sombras se esconden permitiéndote leer miles de años de historia en las arrugas de la arenisca. El «rojo» adquiere matices que ni tan siquiera pensaste que podían existir y cada paso te aleja más de asumir que, en realidad, el espectáculo acaba de comenzar.

Siq

Ahora si. Ahora los datos dan igual. No hay cómo ni porqué. Tampoco importa. Entonces aparecen los nervios, esta película te la han contado y ya sabes lo que va a pasar. Lo has escuchado demasiadas veces, –al fondo del cañón está el tesoro–. Hubiese preferido no saber nada, te dices a ti mismo. ¿Como tuvo que ser la sensación de Johann Ludwig Burckhardt cuando se encontró con esto en 1812?. Al explorador suizo nadie le avisó.

Siq

Siq

Siq

Supongo que cuando dobló la última curva y se encontró con el Khazné (Tesoro) su cara, a pesar de todo, no debió distar mucho de la que se me quedó a mi: –¿como han metido eso ahí dentro?–, es lo primero que se me vino a la cabeza, aunque nunca lo vaya a admitir en público y en mi versión mejorada se haya transformado en un: –¿será estilo heleno o nabateo?–.

Siq y el Tesoro

Tesoro

Tesoro

Pude pasar fácil un par de horas ensimismado mirando la belleza de esta construcción tallada en la roca. ¿Como puede ser posible algo así?. Cuesta entender que hace miles de años, con las herramientas de que disponían, consiguiesen unos detalles que todavía perduran.

De pronto el «rojo» se transforma en un «amarillo» que adquiere matices que ni tan siquiera pensaste que podían existir y cada paso te aleja más de asumir que el espectáculo, todavía, acaba de comenzar.

Camello

Camellos

Tumbas

Tumbas Reales

Tumbas Reales

Columnas

Caravana

Caballo

Al llegar a Wadi Musa me escribió Ernes, un amigo y buen viajero que trabaja de guía de viajes y al que alguna que otra vez le ha tocado conducir uno de sus grupos por Petra. Como tiene experiencia me dijo lo que tenía que hacer. Petra en 2 días. El primero de los días por «la parte de abajo«; El Siq, encontrar el Tesoro y continuar por el camino entre las terrazas de las tumbas y las tumbas de Wâdi Al-Nmayr hasta llegar al Monasterio.
El camino es largo y hermoso pero lo que encuentras al llegar es aún más hermoso. La subida merece la pena y sales de la marabunta turística, la mayoría de la gente que hace Petra en un día no llega hasta aquí. Y se agradece.

Monasterio

Monasterio

Al bajar, si haces tiempo y comes por allí, la luz de la tarde es la mejor para las Tumbas Reales.

Otra opción para hacer tiempo y aprender es parar con las «mamitas» beduinas que venden artesanía en las escaleras. Amablemente te invitarán a té caliente a cambio de un poco de conversación, pero estas historias ya vendrán. Este post era solo para ella; para la Petra tallada en piedra.

Camino al Monasterio

La luz de última hora magnifica la belleza del recorrido y con un poco de suerte puedes encontrar momentos de casi soledad durante algunos tramos del trayecto. Los grupos llevan prisa, el autobús no espera y encima hay bronca del guía.
Me planteo si es que los guías son como Ernes y lo que intentan es dejarnos a unos pocos el placer de «explorar» Petra

…ni de coña, ¿es que no habéis leído lo de los 500.000 visitantes al año?, lo de explorar se lo quedó Johann Ludwig Burckhardt, aunque el espectáculo… aún no ha terminado.

Sombras

Debo admitir que conseguir las fotos casi sin gente es todo un ejercicio de tenacidad y paciencia. Las prisas nunca son buenas compañeras pero en lugares como este el tiempo para caminar con calma es algo fundamental para captar su esencia. O al menos intentarlo.

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Petra en dos días. Día II: caminando por las alturas (Jordania)

Tesoro

El segundo día según «la ruta Ernes» consistía en hacer: «Petra por las alturas«.  Sus recomendaciones eran «ir al Tesoro a las 6 am para poder verlo sin gente y luego subir al altar de los sacrificios y la zona de las terrazas de las tumbas«. En esta ruta Ernes también me recomendaba las tumbas reales y las vistas desde esa zona.
Pero el día antes me encapriché con ver el Tesoro desde arriba, estuve preguntado a los beduinos y me dijeron una ruta que hizo cambiar mis planes. Al final prescindí del madrugón y lo que intenté fue llegar a la entrada a eso de las 8 para tener tiempo de estar sobre las 10 am en algún lugar donde pudiese ver el Tesoro desde arriba. Las 10am es, más o menos, la hora en la que el sol ilumina casi por completo  esta maravilla tallada en la roca.

Tesoro

Por mucho que me mentalicé de pasar el Siq lo más rápido posible y no parar delante del Khazné, fue una labor imposible no detenerme a tomar un par de fotos, y eso implica al menos 20 minutos de observación. El poder de atracción de este monumento llega a resultar irresistible, es como si algún tipo de energía hipnótica recorriese la zona desde la salida del Siq hasta que pierdes de vista el Tesoro. Los 200 metros que más me ha costado recorrer en la historia de mis viajes.

Tesoro

Al final tuve que ponerme unos tapones para dejar de escuchar los «cantos de sirena» que salen de sus columnas y entre pregunta y pregunta, prueba y error, conseguí encontrar el Tesoro. La historia la medio conté en el blog y la desarrollaré dentro de un par de post cuando os cuente mis experiencias con los beduinos en esta ciudad de piedra.

Tesoro

Pasé un buen rato disfrutando con las vistas y las conversaciones con Alí Mohamed y empecé a bajar. El recorrido no es bonito hasta que llegas a la zona de las tumbas reales. Allí reaparece la belleza, hay decenas de cuevas y puntos privilegiados desde los que observar el anfiteatro y otras construcciones de la ladera que hay justo enfrente.

Anfiteatro

Alturas

Cuando ya casi me había recuperado de la subida para ver el Tesoro comencé otra subida hasta el Altar de los Sacrificios. Desde que empiezan las escaleras hasta la parte más alta es un paseo de cerca de una hora que merece absolutamente la pena. Además de las construcciones y los obeliscos, de los altares para las ofrendas y las cisternas excavadas lo que me sobrecogió especialmente fueron las vistas desde este lugar.

Altar de los sacrificios

La piedra que rodea la piedra. Un desierto rocoso y estéril rodea uno de los lugares más bellos que he visto nunca, tal vez sea una más de las razones que dotan a Petra de esta belleza, que la engrandecen aún más. Supongo que es la mezcla de un todo lo que hace de Petra algo único.

Vistas

El Altar de los sacrificios fue el lugar donde comí y donde aproveché para reflexionar sobre lo que estaba contemplando. Intenté procesar toda la información y los sentimientos para expresar mis sensaciones en papel. No fui capaz. Como siento que no lo soy ahora escribiendo este post.
Lo que allí viví queda para mi, estos post sobre Petra son solo un amago de lo que de verdad tengo dentro. Pero es que describir aquello es practicamente imposible. Como intentar describir porqué a la salida volví a parar en el Tesoro una vez más.

¿Fue para despedirme?, ¿para disfrutar de su visión por última vez?, ¿para sentir como el corazón se encoge ante la belleza del arte?, ¿para capturar un nuevo recuerdo con la cámara?. Quién sabe.

Tesoro

Lo único que sé es que estaba viviendo mi aventura de «Las mil y una noches» en Oriente. Con la media luna iluminando el camino solo me faltó, como bien me dijo Israa: «una bailarina de la danza del vientre bailando en la tienda«.
Yo le añadiría una lámpara mágica con un genio al que poder pedir 3 deseos y, ya que nos ponemos, haberme encontrado la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones. Aunque la cueva de los ladrones igual me queda más cerca ahora que he vuelto a Madrid, un día me paso a ver si se abren las puertas al grito de: «¡Ábrete, Sésamo!».

Media luna en Wadi Musa

La foto es desde el Valentine Inn en Wadi Musa. La noche antes de volver a Amán.

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Avanzando entre las hordas (de turistas) por Petra – Jordania

Turistas en Petra

En algunos post anteriores hablo de la belleza de Petra y la magia de un lugar especial, pero bien es cierto que la tranquilidad para disfrutar de esta ciudad de piedra hay que buscarla y, en algunos momentos, no es nada fácil de encontrar.

Para entender un poco más sobre la afluencia de turistas en Petra solo hay que ver datos de pasajeros del Aeropuerto de Queen Alia en Amán, en el año 2008 pasaron por él 4,477,800 pasajeros (son las últimas cifras que he encontrado) de los que 802,866  visitaron Petra, según datos del propio Parque Arqueológico.
Estas cifras aumentaron en 2010 hasta los 975,285 visitantes para empezar a bajar paulatinamente hasta los 325,251 de 2012. La bajada se debe, principalmente, a las revoluciones de la primavera árabe y a la supuesta inestabilidad de la zona. Está claro que ahora mismo Siria no está en su mejor momento para el turismo (sarcasmo) pero eso no significa que los países limítrofes puedan tener problemas de seguridad. Jordania es un país bastante seguro que se ha mantenido estable durante muchos años. Y no tiene pinta de que vaya a cambiar demasiado en ese aspecto

Teniendo en cuenta estas circunstancias, lo impresionante de lugares como Petra, Aqaba, Wadi Rum, Jarash o el Mar Muerto, unos vuelos cada vez más asequibles, una gastronomía deliciosa y unas gentes de lo más amable, no es de extrañar que Jordania sea uno de los países de Próximo Oriente que más llamen al turista, al viajero, o a cualquiera con ganas de conocer y disfrutar.

Turistas en Petra

Me llamó la atención la gran afluencia de franceses, y septiembre no es un mes en el que viajen particularmente, entonces me explicaron que hay muchos vuelos de Air France directos a Jordania y que los viajeros galos tienen mucha relación con los países del norte de África por circunstancias históricas. Pero no eran los únicos, en Petra se junta una pequeña porción del mundo.
Vi alemanes, escandinavos, ingleses, estadounidenses, australianos, rusos, bastante turismo de los países árabes, sudamericanos, asiáticos (sobre todo thais o malayos) y un montón de españoles. En grupo, en solitario, con banderas, a burro, en los carros, andando, ¡corriendo! (en serio), a caballo, en camello, casi a rastras (yo en lo alto del Altar de los Sacrificios), todas las formas son buenas para recorrer Petra, para hacer las fotos típicas y las mismas poses, para seguir sorprendiendo a propios y extraños con extravagancias de toda clase.

Con este post no voy a descubrir nada nuevo, y menos después de las historias de Turistas haciendo el «turista» de Paco Nadal, pero fue un factor que condicionó tanto mi paso por Petra que no tenía más remedio que hablar de ello. Y no solo condiciona mi paso (o el vuestro), estas hordas condicionan también la conservación de las ruinas. Un amigo (Javi) me explicó que la mayor erosión que sufre Petra es la que provocan los turistas. Investigando sobre ello he leído que también el polvo levantado por los carros y caballos está cubriendo las ruinas poco a poco y cada vez son más necesarios, y constantes, los procesos de restauración.

Turistas en Petra

Pero claro, nadie debería quedarse sin contemplar un espectáculo como este y limitar o controlar el impacto que podemos provocar los visitantes no debe ser cosa fácil, y menos en un país que vive del turismo como es Jordania. Esta un poco en nuestras manos ayudar a que, al menos, no empeore su conservación: no tirando al suelo nuestra basura, no subiendo a las piedras, tocando lo menos posible, caminando cuando se pueda…

Los efectos del turismo en Petra se verán con el tiempo, los que puedes ver ahora son el cúmulo de situaciones surrealistas que te vas encontrando por el camino. A la cuarta vez que recorres el Siq empiezas a percibir detalles que antes pasaron inadvertidos.

Turistas en Petra

Las primeras veces que lo cruzas no eres capaz de ver más que los pliegues de la roca y al final acabas viendo hasta los pliegues de las rusas.

Turistas en Petra

Con el tesoro al fondo

Otro espécimen que puedes encontrar en Petra es el buscador de instantáneas imperecederas. Lo reconocerás por las cámaras, el trípode y la cara de cabreo si te cruzas entre su objetivo y el objeto a fotografiar. Desconfía de él, hablará de los turistas como si él no fuese otro más entre las hordas.

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