Escalas surrealistas: una noche corta en Doha (Catar)

Skyline Doha

Doha, la capital del pequeño emirato de Catar, fue la primera parada en el viaje a China. Para volar de Madrid a Beijing teníamos que hacer una escala de unas cuantas horas en la ciudad y la compañía Qatar Airways tiene un servicio por el que, para escalas de entre 8 y 20 horas, te ofrecen alojamiento y transportes a/desde el aeropuerto de forma gratuita. Solo hay que ir al mostrador de llegadas e informar de la escala, el resto es sencillo.

Skyline Doha

A no ser que hayas perdido el pasaporte en el avión y toque mover Doha con Santiago para conseguir recuperarlo. Al final todo se solucionó y tal vez esta circunstancia hizo que el tiempo se nos viniese encima para conseguir el alojamiento (hay que estar con todo gestionado antes de 8 horas para tu siguiente vuelo) y nos saltásemos los controles de visado y los consiguientes 20€ del mismo.

Total, que 20 € más ricos de lo que esperábamos y con una habitación individual por persona con cuarto de baño con su taza y su ducha y todas sus cositas decidimos no malgastar el tiempo durmiendo y nos fuimos a dar una vuelta. Eran las 2 am y ya teníamos claro que no íbamos a encontrar muchos sitios abiertos para tomar  «una cervecita» y un kebab, pero no nos queríamos quedar con las ganas de fotografiar el famoso skyline de la ciudad.

Desde el hotel tardamos cerca de 40 minutos caminando bajo un calor asfixiante y una humedad que debía superar el 90%, atravesando obras y más obras en un sin fin de calles cortadas y cruces imposibles. El premio no fue para tanto: edificios futuristas iluminados de forma hortera en una bahía demasiado ecléctica.
La verdad es que tampoco esperaba mucho más. Hicimos las fotos de rigor, unas risas y volvimos para el hotel a disfrutar de una ducha y ver si el aire acondicionado nos permitía dormir un par de horas antes de salir de nuevo para el aeropuerto.

Skyline Doha

Yo lo conseguí, y con el estómago bien lleno del desayuno (que también incluye Qatar Airways en el servicio) nos zampamos otras casi 9 horas de vuelo hasta Beijing. Eso si, esta vez con el pasaporte bien atado que el visado de China ya lo llevábamos solucionado y no hacía falta montar el show de nuevo :p .

(*) Doha es seguro para caminar por la noche sin problemas sea la hora que sea. Como mucho encontrarás algunos cingaleses y filipinos que vuelven del trabajo o catarís paseando en sus cochazos.

Momentos de un viaje: sobrecogidos frente al Potala (Lhasa – Tibet)

Palacio del Potala

Una vez terminado el viaje comienza un proceso de recuerdo e introspección que hace aflorar sentimientos ya lejanos que en un momento dado fueron las sensaciones más fuertes que nunca creíste sentir.

De entre todas las imágenes que he capturado en estos 21 días me quedo sin duda con la imagen del Potala el día que conseguimos llegar a Tíbet. No se si fue el cúmulo de circunstancias que precedieron a la llegada, la magia de aquel lugar tan especial, el idealismo con el que lo imaginaba o la euforia provocada por la altura (Lhasa está a 3.600 m.s.n.m.), pero en el momento en el que nos encontramos cara a cara con ese impresionante palacio mastodóntico el mundo se detuvo.

Por unos instantes no existió nada más para nosotros. Una parte del sueño había sido alcanzado, solo quedaba despertar y que siguiese ahí, omnipresente, resistiendo el paso del tiempo y de la historia. Una historia que se por más que intenta reducirlo solo consigue engrandecerlo y mitificarlo.

Fueron minutos o tal vez horas el tiempo que dedicamos a observarlo mientras el azul del cielo se teñía de negro y una luna rebosante aparecía por el este en su día de máximo esplendor.

Era el Palacio del Potala, la antigua residencia del Dalai Lama, un museo dormitante que espera a que el tiempo lo resucite y allí estábamos nosotros, pequeños e insignificantes, sintiéndonos las personas más grandes del mundo.

(*) Son momentos de un viaje que me ha llevado de Beijing a Katmandú en 21 días como coordinador para Paso del Noroeste. Una experiencia nueva y muy enriquecedora que iré contando poco a poco a medida que me quite el jetlag y empiece a ver que hago con mi vida en un mes que se antoja crucial y de futuro incierto. Esta vez yo no decido, voy a dejar jugar al destino y caminar hacia donde sople el viento.

Volando sobre la Gran Muralla China

Volando en la Gran Muralla China

El primer reporte desde China no podía ser otro. Aquí estoy volando sobre la Gran Muralla, uno de esos lugares mágicos, mitificados y famosos en el mundo entero. De forma merecida, todo hay que decirlo.

Es una de las mayores obras realizadas por el ser humano, patrimonio de la humanidad por la UNESCO y nombrada como una de las 7 maravillas del mundo moderno. ¿Se me olvida algo?… si, se me olvida decir que por ahora ha sido lo más impresionante que hemos visto en el viaje, pero sobre todo por la posibilidad que tuvimos de verla casi solos, sin muchos más turistas, sin la masa que todo lo cubre en China. La mejor experiencia en este camino que avanza hacia Tíbet con ganas e ilusión.

Puedo decir que me ha tocado un grupo genial, siempre dispuestos y activos (tal vez demasiado, no se quedan quietos ni un minuto los/as jodíos/as :p) que no para de bromear y aprender en esta aventura que casi acaba de empezar. Nos quedan 16 días y un montón de hueco en la mochila para las anécdotas y lo que encontremos por el camino.

Mañana toca Xian y en 3 días el tren de las nubes hasta Lhasa, donde espero volar de nuevo. Ya tenemos pensada la foto, una vuelta de tuerca a los vuelos de siempre. A ver que queda. Hasta entonces a ver si me da tiempo a escribir algo, aunque no os prometo nada, el tiempo escasea, las conexiones no son demasiado veloces y la censura China complica bastante la interacción… bueno, la complica un poco que siempre hay forma de saltarse las prohibiciones, ¿no?. Para eso las ponen, para entretenernos un rato.

Regreso a China (De Beijing a Katmandú por tierra)

Tienda

Mañana vuelvo a China. Un país que fue el primer destino de la vuelta al mundo y al que no he regresado desde entonces (hacen ya unos 5 años y medio), y no por falta de ganas, la verdad. Vuelvo a las luces de neón, a la uniformidad distinta, a la masificación, a la diferencia, a la incomprensión… vuelvo a este país curioso y «algo raro» que no deja indiferente.

No consigo salir de Asia, regreso una y otra vez aunque mi cabeza esté puesta en otra parte del globo. No soy yo quien dirige mis viajes, parece que el viaje se empeña en llevarme por su camino, trazado o improvisado, por una serie de lugares comunes en los que ya me siento cómodo, o al menos, en los que no me siento demasiado extraño.

Banderas

Este viaje va a tener bastante poco que ver con el de la otra vez, por un lado son solo 21 días… y digo solo, la otra vez formaba parte de un viaje que duró 18 meses, la ruta es completamente distinta, mientras que la vez anterior visité de Shanghai hacia el sur esta vez empiezo en Beijing y la idea es hacer Pingyao, Xian y de ahí ir hasta Lhasa en el tren de las nubes para recorrer Tibet durante 9 días, contemplar algunas de las cumbres más altas del planeta (entre ellas Everest) y acabar en Katmandú cruzando la Carretera de la amistad para regresar desde esta caótica ciudad de Nepal hasta Hortaleza. Cerca de 3.500 km por tierra en una aventura que pinta muy bien, Tibet era una de esas zonas que siempre han estado en la lista de pendientes y que al fin voy a poder ver con mis propios ojos.Y el factor que va a convertir este viaje en algo totalmente distinto a lo que estoy acostumbrado es que esta vez no voy solo, voy con otras 10 personas.

Este viaje voy a probar la experiencia como coordinador para El Paso del Noroeste llevando a ese grupo de 10 personas desde Beijing a Katmandú.

Masa

Es la primera vez que intentaré algo así aunque ya he guiado por las profundidades trabajando como DiveMaster en Tailandia o Filipinas pero nunca lo había hecho en la superficie. Bueno, al menos nunca había guiado oficialmente, porque es una labor que he realizado de forma extraoficial en numerosas ocasiones llevando desde amigos hasta desconocidos a descubrir conmigo los destinos que he recorrido. Por suerte la filosofía de PW es practicamente así, me voy a disfrutar de China y conocerla mejor acompañado por otr@s 10 viajer@s algo menos experimentados. No suena mal, ¿verdad?.

Estoy deseando probar todos los platos que no degusté en mi primer paso y sobre todo estoy deseando volver a NO poder entenderme con l@s chin@s, a discutir con ell@s o hacer que lo hago sin saber si el tono con el que me hablan es normal o me están gritando enfadados, a sentir que el raro soy yo y no ellos (como parece que sentimos «en casa«), estoy deseando descubrir más de su milenaria cultura y tradiciones, deseando que me enseñen a contar el tiempo en milenios y no en siglos, estoy deseando alucinar con la Gran Muralla o los Guerreros de Terracota… y así podría seguir hasta el infinito.

Chin@s

Estoy deseando volver a verlos… ¿me habrán echado de menos?.

Estoy desando volver a decir Nihao!. 

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