San José del Pacífico y las hadas de Doña Catalina

Atardecer desde San José del Pacífico

En medio de un bosque de hadas minúsculas apellidadas Caerulescens… más arriba del lugar donde duermen las nubes y no siempre por debajo de donde corretean las estrellas.
Estas son las coordenadas de San José del Pacífico y sus 380 habitantes.
Algunos días, entre la niebla puedes distinguir una figura de pelo largo y blanco recogido en una gran trenza… ella dice que es española, de Córdoba, que se casó con un torero, que acabó abandonando su país por despecho y encontró su lugar allí. Esta María Sabina andaluza también vuela, como lo hacía la anciana curandera, por la sierra oaxaqueña. Con una edad indeterminada, una juventud espiritual atrapada en un cuerpo mortal y unos ojos negros capaces de atravesar a quien miran, Doña Catalina es una gitana mexicana, una nómada sedentaria que nunca dejará de viajar mientras viva… y tal vez, incluso después.

San José es tan místico como quieres que sea. Muchos llegan peregrinando desde los lugares más reconditos de México, o del mundo, con la intención de abrir las puertas de la percepción que tan bien describió Huxley en sus ensayos. En este pueblo es sencillo conseguir la esencia del SOMA en forma de «derrumbes» y cualquier paisano estará encantado de guiarte en el camino.
Doña Catalina es guia y pastora, no deja oveja descarriada en su rebaño de jóvenes buscadores de libertad.
No es una costumbre ancestral, los hijos de las flores gringos viajaban hace años allí a casas de familias locales para aprender los secretos del los «HIJOS» de la tierra de los que hablaba María Sabina.
Pero en otra parte de Oaxaca y con una misticismo algo más «NEOloquesea«, algo más carnal que espiritual, aunque bien maquillado puede no llegar a distinguirse.

Atardecer desde San José del Pacífico

El atardecer es precioso a los casi 3500 metros en que se encuentra el «resort» de Doña Catalina. Yo lo descubrí el día que llegué. El peso de la mochila y una cuesta infernal estaban acabando con el oxigeno de mis pulmones cuando llegué a la puerta. Entré y pregunté por Doña Catalina, -Está fuera, en el patio-, me dijeron unos jóvenes sonrientes.
Una vez en el patio las vistas me dejaron absorto y de pronto una voz salió de uno de los bancos.

-¿Tu quien eres?.
– Mmmm… buenas… soy Pak y… estaba buscando a Doña Catalina.
– ¡Ay hijo!, deja la mochila y sientate, eso tiene que pesar muchísimo, ¿quieres tomar un té?, ¿has comido?.
– Si, he comido, gracias, pero el té lo acepto encantado.

Unos minutos más tarde tenia el té en mis manos y pintábamos el aire de negras palomas, mientras escuchaba embobado las historias de Doña Catalina, sobre su vida, sobre la vida, sobre México, sobre España, sobre su idea obsesiva de montar un espectáculo flamenco en medio de la sierra de Oaxaca. Idea que algunos días la llevaba a sacar los trajes y disfrazar de «folclóricas» a las jóvenes que junto a ella habitaban. Porque aquello no era un albergue, ni un hostal, ni un guesthouse… era un hogar.

Unas horas más tarde observaba embobado, esta vez el atardecer, junto a Doña Catalina. En el momento en que el sol desapareció por el horizonte, por la línea del océano Pacífico, se giró hacia la casa y mirando la planta de arriba me dijo:
– Deja la mochila por ahí y busca un colchón vacío, la cena no tardará mucho.
– Muy bien, una pregunta… como va el tema de… ¿el dinero?-, respondí yo.
– ¡Ah!, si, pregunta a las chicas pero creo que son 85 pesos… (unos 5 euros).
– ¿Y la cena que hacen aquí como va?.
– Son 85 pesos… con 3 comidas.*
*(5 euros alojamiento con desayuno, comida y cena).

Apuró su pitillo, lo apretó contra el fondo del cenicero y se levanto con una energía que no esperas en alguien de su edad al grito de: -¿Que pasa?, ¿si no me pongo yo con la cena aquí no se mueve nadie?-, entonces empezó el revuelo en la casa y lo que parecían seres dormitantes comenzaron una actividad frenética que se alargo casi una hora.

Casa de Doña Catalina

Doña Catalina
no te aloja, te ayuda a que puedas quedarte allí y a cambio solo hay que ayudarla a mantener decente ese reducto de otra época, de otras ideas, de libertad e independencia individual… dentro de un «algo» colectivo. Una curiosa combinación que pocas veces se da, que suele pervertirse hasta desfigurarse, pero que es capaz de mantenerse invulnerable donde Doña Catalina, y estoy seguro que se mantendrá, mientras ella siga allí… y tal vez, incluso después.

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Mi viaje, mi blog, mi Twitter…

En El Viajero de El País
Foto vía: Minube

Pues resulta que si. Este sábado, como me dijo Ele, mi nombre se vió escrito en letras de imprenta.
Este blog salió reseñado en un artículo de El Viajero, el suplemento de viajes de El País, titulado “Mi viaje, mi blog, mi Twitter“.
El artículo trata sobre las distintas fases por las que un viajero pasa en un viaje, desde el principio hasta que acaba plasmado en un blog. Pero no un perfil cualquiera:

…un perfil de viajero que nunca ha pisado, o hace años que no pisa, una agencia de viajes, que se confecciona su propia guía, a medida, descargándose información de la Red, que se monta su escapada ratón en mano, la retransmite a través de Twitter y, ya a la vuelta, la cuenta en su blog o en las redes sociales.

Es un artículo muy interesante con una recopilación de enlaces imprescindibles a la hora de viajar. Y he tenido la suerte de que me incluyesen ahí, y lo mejor, junto a otros grandes viajeros y amigos (Pedro Jareño, Flapy, Miguel Nonai, Paco Nadal…).

Ha sido un grata sorpresa para este fin de semana plagado de viajes. Tengo que contar como fue el Travel Bloggers Meeting (#TBMBCN), pero ya vendrá, mientras, podeís leer lo que les ha parecido a Pau: «Mi #TBMBCN» y al Capitán: «El Barco del Amor del Travel Bloggers Meeting #TBMBCN», que tambien me mencionan y, la verdad, me hace más ilusión que lo de El País… no es modestia, es aprecio, a este par de Cracks, con mayúsculas.

Oaxaca (México) en HDR – Fotografía

Catedral

Las Imágenes de alto rango dinámico (HDR) son un conjunto de técnicas que permiten un mejor rango dinámico de luminancias entre las zonas más claras y las más oscuras de una imagen del que técnicas de imagen digital estándar o métodos fotográficos pueden ofrecer.
Vía: desenfocado studios

Y esta es una de esas imágenes HDR, no es una técnica que me guste demasiado pero consigue sacar las sombras sin quemar las luces, algo que le hacía falta a esta foto. La luz era dura aquella tarde y a pesar de que la zona en sombra desaparecía en la foto no me resistí a intentar la composición.

Fue mi primera tarde paseando por Oaxaca cuando me topé con el Templo de Santo Domingo, declarado, junto con todo el centro histórico de la ciudad, Patrimonio Cultural de la Humanidad.  Bueno, me topé con el Templo,  con el vendedor, el kiosco, la plaza y el atardecer… todo a la vez, conjugado para obligarme a intentar mi primer HDR. Y aquí os lo dejo.

Oaxaca me pareció una ciudad muy interesante, con un espíritu reivindicativo que impregna el ambiente, una ciudad que se mueve, bonita, con una amplia oferta cultural y social, extrovertida. Otra ciudad colonial empedrada y colorida, pero con algo especial que me cautivó. Tal vez la noche oaxaqueña tuvo algo que ver… mejor os lo cuento la semana que viene :p .

¡Buen fin de semana!

Oaxaca, ciudad rebelde – México

Free Palestina

Un conflicto magisterial puso a la ciudad de Oaxaca en el mapa internacional el 14 de Junio de 2006. Más de 30.000 maestros fueron desalojados del centro histórico de la ciudad por medio de gases lacrimógenos y balas de goma.
Las exigencias que les llevaron a la huelga no eran del agrado del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz y ordenó a la policía una brutal represión contra los manifestantes.
Estas «injustas» exigencias de los maestros eran: «Mejorar la calidad de las escuelas oaxaqueñas, además de un mejor mantenimiento a las escuelas que se encuentran en zonas rurales«.

Días más tarde se creaba la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), un conjunto de organizaciones sociales que luchó por las reivindicaciones de los maestros y dio pie a otros sistemas organizativos no vinculados a los modelos tradicionales.
A primeros de 2009, cuando yo llegaba a Oaxaca, estos modelos aún se mantenían, convirtiendo a esta en una ciudad rebelde, que intenta transformar la sociedad desde dentro, desde el debate y la conversación, intentando no olvidar y tener presente que el estado de bienestar es una lucha de todos, no de unos pocos.

Mamitas

En Oaxaca (se pronuncia UAJACA) la calle está tomada por la ciudadanía y hay un sin fin de actividades a las que apuntarse y de las que aprender… pero también basta con pasear por el centro histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1987, para disfrutar de sus colores, de su luz, de la belleza de esta extrovertida ciudad.

Caminando

Me alojé en el Hostal del Mercado, cerca del centro histórico, por unos 8 euros en dormitorio con desayuno incluido y me moví andando, callejeando por la cuidad. Tengo muy buenos recuerdos de los paseos, las iglesias y catedrales, el zócalo y el mercado, pero sobre todo de la gente, los vendedores ambulantes, los músicos, los artesanos, los limpiabotas y las charlas que tenia con ellos cuando me preguntaban «que hacia todo el día dando vueltas con la cámara colgada del cuello«.
Disfrutar -, les respondía sonriente antes de que estallasen a carcajadas.

Platicando

Vendedora

Rojos

Limpiabotas

También pasé en alguna ocasión por el Espacio Zapata, estaban organizando diversas actividades promovidas por ASARO (Asamblea de Artistas Revolucionarios de Oaxaca), uno de los APPOs creado en respuesta a la petición de organización en múltiples frentes por parte de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.
Disfruté de las exposiciones, las charlas sobre la situación política y social en México y las alternativas artísticas, en su caso, a los modelos establecidos de creación y difusión de las obras.
Y uno de los días realizaron la proyección del documental La cuarta guerra mundial, que trata sobre una supuesta nueva guerra mundial, la de los pueblos contra las clases dirigentes. Un interesante documental que con una visión global analiza los diversos conflictos internacionales para convertir la tierra en un inmenso campo de batalla.

México

Y luego llegaba la noche y la amplia oferta de música en vivo que tenia la ciudad. Rock, cantautores, o grupos de música latina con los que seguir perfeccionando mis dotes como bailarín de salsa… algo fundamental en Latinoamérica, o bailas salsa o no eres nadie. Y me tocó aprender y bailar salsa con las oaxaqueñas, entre «Coronitas» y Mezcal.
Cada vez estaba sintiendo más lo que es México, y aún me faltaba el Distríto Federal (ciudad sin ley, ciudad con wey)… y mucho más.

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Semana Santa Pagana… de 2009, en Montañita (Ecuador)

Doy un gran salto cronoilógico para contaros que de esta guisa llegaba a Montañita para pasar Semana Santa allí. Estaba con Quirós haciendo de raid (autostop) una parte de la Ruta del Sol ecuatoriana. En la foto lo que no se percibe es que la furgoneta que nos recogió estaba llena de cajas… de pescado, y estaban volviendo después de descargar.
Y con ese magnífico olor, que por suerte aquí no llega, y nuestros sombreros Panamá recién comprados cerca de Cuenca (Ecuador), hicimos la entrada triunfal al pueblo más crápula que encontramos en la ruta sudamericana.

Hace poco he visto unos post de Carmen en Diario del viajero sobre los guetos de mochileros más frenéticos de Ásia, esta el Volumén I y el Volumen II… y Montañita es eso mismo pero al otro lado del Pacífico.
Así los define Carmen:

Normalmente, en nuestros viajes buscamos escapar de nuestra rutina diaria y experimentar otras realidades; cuando más diferentes a la nuestra, mejor. Por eso es difícil que un viajero que presuma de serlo reconozca que le gustan los “guetos” de mochileros; esas calles o barrios que en países como Tailandia, Indonesia o Vietnam nos hacen dudar de encontrarnos realmente en un exótico país tropical a 10.000 kilómetros de nuestra casa.

¿Os parece que esta foto es en Ecuador?. Eso es justo Montañita, el lugar en el que pasé una de las Semana Santas más paganas que nunca he vivido. Un lugar para el cachondeo en medio de Ecuador, llego de gringos, surferos, cerveza, discotecas, bares, restaurantes, tiendas, artesanos y… lo más importante… PianoCocktails. Pero esta es una larga historia… y parte de ella hay que preguntársela a El Poeta.

A Montañita llegué por recomendación de Mónica, una amiga ecuatoriana que había conocido unos meses antes en Los Ángeles (USA). Esto es lo único que puede diferenciar Montañita de cualquier otro lugar del Banana Pancake Trail, o el Gringo Trail… que también van los ecuatorianos. Su concepto del pueblo es el mismo que pueda tener yo, o tu, van a pasárselo bien.

Y así sucedió, acabé viendo los atardeceres cabeza abajo… ¿o era el amanecer?. Como para acordarse.

A ver que tal esta Semana Santa, no creo que la temperatura sea la misma pero las ganas de disfrutar si. ¡Pasadlo bien!

* Como mi cámara es incompatible con el alcohol, la arena del mar y el agua de la playa (en el orden que sea) casi no tengo fotos de Montañita. Estas se las he tomado prestadas a Quirós, mi compañero de PianoCocktail. ¡Gracias por las fotos!

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