Savannakhet, viviendo Laos.

Había salido de Vientiane a eso de las 12 de la mañana. Teniendo en cuenta que eran 10 horas de viaje, llegaría a mi destino cerca de las 22.00 y dispondría de una hora y media para encontrar alojamiento, ya que, como he comentado anteriormente, a eso de las 23.30 ya esta todo cerrado. Mis cálculos podrían haber salido bien en casi cualquier parte del mundo pero… estaba en Laos.

A mitad de viaje un fuerte sonido y un movimiento un poco brusco del autobús me saco de mis pensamientos. Habíamos pinchado. Bueno, no pasa nada, aun tengo tiempo, puedo hacer algunas fotos y en el fondo… estaba en Laos.

En cosa de media hora cambiaron la rueda y continuamos el camino, –«perfecto, seguimos en tiempos»-.
Menos de una hora mas tarde un fuerte sonido y un movimiento un poco brusco del autobús me saco de mis pensamientos. Habíamos pinchado… otra vez?, si, otra vez. Y ahora era mucho mas divertido porque el autobús solo tenia una rueda de repuesto, como es logico.
Ya no tenia tiempo, no me apetecía hacer fotos y me veía durmiendo en la calle o en algún templo, pero bueno… estaba en Laos.

Cerca de 2 horas después otro autobús que pasaba nos dejo la rueda de repuesto y pudimos continuar la marcha. Yo rece a Buda por que no pinchásemos mas, y por la pobre gente del otro autobús… –«espero que no pinchen tampoco…»-.

Al final acabe llegando a Savannakhet a la 1 de la madrugada. Preguntando por GuestHouses un tipo con una moto se ofreció a acercarme desde la estación al pueblo, genial… pero después aporrear puertas y ventanas durante mas de una hora ya me veia durmiendo en la calle. Me puse a buscar algún templo, pero los que encontré estaban cerrados… ya no podía confiar ni en Buda. Al final, en mi ultimo intento de aporreamiento ventanil en un hostal, escuche una voz que venia del otro lado de la calle:
– Sawaii diiiii!!!!!!!! (Hola!! en laosiano)
Un chico salia de la oscuridad de un bar-restaurante (Rose Garden) para preguntarme que buscaba. -«Un sitio donde dormir«-, le dije. En menos de 2 minutos de conversación me explico que el trabajaba en el bar, que dormía allí con el cocinero y otro camarero y que si no me importaba podía dormir con ellos en el suelo. Aclaro que es típico en Laos, y supongo que en muchos otros países pobres, que la gente duerma en el sitio donde trabaja.
Total, que yo acepte encantado porque lo único que me pedían a cambio era practicar su ingles conmigo y ellos ponían las cervezas. Después de un par de BeerLao y un poco de ingles nos fuimos a dormir. Estaban hasta nerviosos porque, según me contaron, era la primera vez que dormían con un Farang al lado… bueno, yo era la primera vez que dormía entre 3 laosianos.

Al día siguiente me levante con ellos y después de desayunar me fui a coger una habitación en el hostal de enfrente, aunque me habían ofrecido dormir allí con ellos el tiempo que quisiese. Ahora si que notaba que, después de todo… estaba en Laos.

El hostal era Sayamungkhun GuestHouse, y fueron 4.5 $ por la habitación doble.

En el resto de los 4 días que pase en Savannakhet lo mas turístico que hice fue ir a la oficina de turismo a preguntar el precio y horario del autobús a las 4000 islas… lo demás fue estar con Ya y sus amigos.
Ya es el nombre del chaval que decidió acogerme en el Rose Garden. Le encanta practicar ingles, aunque ya lo habla guay, y aprende todo lo que puede y se pone a su alcance, si alguno pasa por Savannakhet que no dude en hacer una visita a Ya y tomarse una BeerLao con el. La verdad es que hice muy buena amistad con Ya.

En mi segundo día en la ciudad falleció mi abuelo y estuve largo rato hablando con Ya sobre la vida y la muerte, y las diferencias entre la forma en la que vemos estas cosas en occidente o en un país budista. Fue muy interesante y me ayudo a asentar mi cabeza. Luego todo eran preguntas cruzadas de como ea la vida en nuestros diferentes países. Como yo estaba muy interesado en conocer la verdadera vida de Laos y Ya estaba dispuesto a mostrármela, nos enrolamos en un nuevo proyecto: Un día en Laos.
A la mañana siguiente cogí mi cámara, una libreta, un boli y seguí a Ya durante 24 horas. De ahí ha salido un reportaje, que podréis leer en breve, en el que intentare contar, con la inestimable ayuda de Ya, como es la vida en este país del sudeste asiático.
Pasar esos 4 días con ellos fue una de las mejores experiencias que he vivido en Laos (tal vez en este viaje), y me ayudo mucho a entender un poco mas de ese magnifico país… y también me enseño un poco de magia:

Desde Savannakhet, una ciudad en la conseguí no hablar con turistas y si con un montón de laosianos, salí hacia las 4000 islas por 7 $, eran unas 8 horas de viaje pero a mitad de camino un fuerte sonido y un movimiento un poco brusco del autobús me saco de mis pensamientos. Habíamos pinchado??, no, accidente. Un conductor algo bebido se nos había estampado en un lado… –«y ahora?»-… policía, denuncias, discusiones, risas… recline mi asiento, cerré los ojos e intente dormir un poco, después de todo… estaba en Laos.

Vientiane y las confusiones viajeras.

Llegue en autobús desde Vang Vieng por 3.5 $ y fueron unas 5 horas de viaje.

Vientiane es la capital de Laos, para los 300.000 habitantes que tiene es una ciudad muy tranquila, pero vamos, como todas en Laos.

Me aloje en el Mixay Guest House, fueron menos de 6 $ por habitación doble con baño compartido. El guesthouse es limpio y esta bastante bien situado, también tiene dormitorio.

Me habían dicho que en Vientiane no hay mucho que hacer, tiene algunos templos, el palacio, la cruza el Mekong… lo de siempre. Pensaba pasar un par de días para extender mi visado y ver las cosas típicas, pero cuando llevas viajando mas de 4 meses te empiezas a encontrar con problemas que no habías tenido en cuenta. Uno de ellos es no saber en que día vives, algo que no afecta mucho pero que entorpece las cosas cuando llegas a una ciudad para un sencillo tramite burocrático y te das cuenta de que has llegado un sábado por la tarde. «Mierda!!!«, fue lo primero que pensé al darme cuenta.

Ahora me tocaba esperar al lunes y luego rogar para que me lo hiciesen todo en un día. Como no me gusta mucho rogar decidí que no me apetecía tirarme 3 días en Vientiane y a la mañana siguiente fui a la estación de autobuses rumbo al proximo destino.

Quería llegar al sur, a las 4000 Islas, pero no era cuestión de cruzar medio Laos de un tirón, y menos con lo que me estaba gustando, total, que al final cogí un billete para Savannakhet (a medio camino), sin tener mucha idea de lo que había allí. Fueron 7.5 $ para unas supuestas 10 horas de viaje que se convirtieron en alguna mas. Pero como no hay prisa os lo cuento en el próximo capitulo.

*La solución del visado fue muy fácil. Yo pensaba que me expiraba antes porque caducaba mi visa,  pero la fecha real de salida es la del sello de entrada al país (tienes 1 mes), no la del visado. Al final todo me cuadro perfecto. En todo caso, para extenderla, basta con ir a la oficina de inmigración en Vientiane y supone 1 $ por día de estancia extra. Recuerda no llegar en sábado.

Vang Vieng: Tubing, turistas y cintas de vídeo.

Todo empieza a parecerme extraño cuando descubro que para llegar a Vang Vieng desde Luang Prabang no hay autobuses locales… me empiezo a hacer preguntas como: «es que la población local no visita Vang Vieng?». Una vez allí me quedo claro que NO.

Fueron 11 $ por unas 10 horas de viaje en autobús. Lo primero que vi al llegar fueron masas de rubios/as paseando en bañador y bikini en una ciudad sin playa (aclaro: los rubios nunca me dan buena espina), decenas de turistas sentados en los bares abducidos por la televisión y una calle principal que se asemeja mas a Khao San Road en Bangkok que a cualquier otra que puedas ver en Laos. Lo peor fue cuando me di cuenta de que «los abducidos» observaban y disfrutaban absortos de cerca de 15 horas diarias de capítulos de la serie «Friends«!!!.

Si, es lo único que ponen en las teles de Vang Vieng… no entendía el porque pero tampoco entendía como alguien puede viajar a miles de kilómetros de su país de origen para sentarse a ver «Friends» en la tele. Vale que desde que termino hace unos años ya casi no la reponen, o que tal vez nadie les haya explicado como funciona E-mule, o es que… no hay nada mejor que hacer en esta ciudad?????. Entonces lo decidí: «Mañana me piro de aquí«. Pero como para mañana aun quedaban muchas horas decidí irme a dar unas vueltas por el pueblo y alrededores y así salir del borreguismo televisivo.

Vang Vieng es una ciudad de 30.000 habitantes que deben estar todo el día escondidos y riéndose de los turistas, porque lo que es por las calles no los ves. Se encuentra enclavada en un entorno precioso, rodeada por montañas repletas de cuevas y a orillas del río Nam Song. Excepto por internet tiene unos precios bastante baratos, los guest houses rondan los 3.5 $ por habitación doble y la comida, de todo tipo, tampoco se sube demasiado a la parra.

En mi primer paseo me encantaron los alrededores, pero fue mi encuentro, de nuevo, con Pierre e Isabelle lo que me decidí a darle un poco de tregua. A ellos no les gustan demasiado los lugares turísticos y prefieren hacer casi todo por ellos mismos, nada de Tours. Habían pasado una semana aquí (algo que me extrañó mucho) y me hablaron de las muchisimas posibilidades para trekking, escalada o espeleología por las cuevas de los alrededores, algunas increíbles.

Como se iban al día siguiente me regalaron un mapa de la zona y me explicaron una ruta en bici de 40 km, por los preciosos paisajes que rodean la ciudad, y en la que puedes visitar bastantes cuevas, algo típico en estas formaciones rocosas. Cuevas enormes que puedes explorar y que llegan a adentrarse kilómetros en el interior de las montañas. Parecía un buen plan… y nada de tele.

Y por ultimo me dijeron que tenia que probar el Tubing, que era muy divertido.

El Tubing es ese «deporte» que consiste en recorrer el curso de un río subido a la recámara de una rueda de camión, esto en el resto del mundo, en Vang Vieng es algo parecido pero hay unirle las paradas en todos los bares que hay a orillas del río, los saltos desde tirolinas, cuerdas o plataformas de mas de 10 metros de altura, los chupitos de Lao-Lao gratis, los litros, las cervezas, los «happy shakes«, los turistas, la música, el cachondeo… vamos, un parque acuático con grandes dosis de alcohol y diversión. Una pequeña locura en medio de la tranquilidad que es Laos.


Esta no es mia, es de aqui.

Y para poder narraros la experiencia tuve que probarlo. Estuvo divertido, empezamos a las 11 am y terminamos cerca de las 6 de la tarde. Pare en todos los bares con la intención de narrar en el blog cuales eran los mejores, pero por alguna extraña razón no consigo acordarme de las conclusiones que saque… solo me recuerdo saltando una y otra vez al río desde las plataformas de madera.

Esta tampoco es mia, es de aqui.

Después de la cena la cosa continuo en las discotecas de Vang Vieng hasta las 4 de la mañana… yo solo fui para presenciar el ambiente nocturno del lugar, vamos, que ni siquiera lo disfrute (juas!).

El resultado final fue una resaca inmensa que al día siguiente solo me permitio recorrer 20 de los 40 km de la ruta en bici… y todo mientras mi cuerpo me rogaba regresar al guest house y no paraba de expulsar, por todos los poros de mi piel, una mezcla de sudor, whisky y Lao-Lao.

Menos mal que pude llegar a la mejor de las cuevas, enorme y oscura como ella sola y bastante bien señalizada en su interior. Con una linterna me adentre cerca de media hora hasta que la humedad, el frío, la oscuridad, la soledad y los gritos de los murciélagos me invitaron a salir de nuevo. Os aseguro que no era miedosolo precaución 😀 .

Y al día siguiente, con mi cuerpo de nuevo recuperado, decidí que era suficiente para mi. Conseguí disfrutar de Vang Vieng sin tragarme un solo capitulo de la serie esa, fui capaz de integrarme y pasar desapercibido entre los grupos de rubios/as, e incluso hice «un poco» de deporte. Como nadie me acerco un mechero pude salir de allí sin arder a pesar del gran porcentaje y la alta graduación de alcohol que tenia en mi interior, y partí dejando atrás una lluvia torrencial, seres inertes que acababan formando parte del mobiliario urbano, televisiones encendidas, música occidental, comida occidental y un montón de «friends«.

El siguiente destino era Vientiane, la capital de Laos, el propósito: extender mi visado. Ya había decidido que si llegue a disfrutar en el lugar mas turístico, este país me iba a atrapar.

No tengo casi fotos de Vang Vieng por culpa del liquido. Esto es el alcohol y el agua. Estuve un día entero en el río y llovió durante los 2 días que estuve, total, que casi no saque la cámara… de todas formas muchas de las fotos habrían salido movidas.

Y he encontrado este video en YouTube en el que se muestra lo que es el tubing en Vang Vieng.

No practicar en casa sin la supervision de mayores.

Luang Prabang, monjes y relax.

Al día siguiente del Rocket Festival salí de Muang Sing con dirección a Luang Prabang. El viaje empezó a las 7 a.m. y acabe llegando pasadas las 11 de la noche, un estupendo día metido en autobuses. La ruta fue: Muang Sing – Luang Nam Tha – Oudomxay – Luang Prabang. Tres autobuses distintos por los que pague unos 11 $ en total.

Llegamos a Luang Prabang pasadas las 11 y eso supuso un pequeño problema, porque en Laos hay una especie de «toque de queda» encubierto. Me explico. Por ley los bares, restaurantes, hoteles, hostales, tiendas y guest houses tienen que cerrar entre las 23.00 y las 23.30, con lo que a partir de esas horas no ves a casi nadie por las calles. Todo Laos se convierte en un país fantasma, y llegar a tu destino pasadas las 11 supone imaginarte durmiendo en la calle. La única opción es aporrear puertas y ventanas de todos los guest houses hasta que consigas despertar a alguien. Por suerte conseguimos que uno nos abriera (estábamos 4 personas igual). Este guest house estaba situado en una paralela a la calle principal de la ciudad. Pague 5.5 $ por habitación doble y al final conseguí dormir en cama.

Luang Prabang es la antigua Capital Real de Laos. Es una ciudad de 26.000 habitantes que parece mas un pueblo, a pesar de la cantidad de turistas no pierde su ritmo relajado, su tranquilidad, su paz… es una ciudad que invita al relax.

Fueron 2 días en los que visite el Royal Palace Museum (Ho Kham), subí a ver el atardecer desde el Phu Si (templo situado en lo alto de la colina central), disfrute paseando a orillas del Mekong y parando en cualquier bar con bonitas vistas para calmar la sed con un Mirinda bien fresca… si, aquí aun quedan!!.

Lo mejor de Luang Prabang es pasear por sus calles, perderte entre ellas, visitar sus templos y el precioso mercado nocturno o levantarse a las 5 de la mañana para ver la procesión de monjes que salen a recoger la comida que dona el pueblo a los templos. La manutención de los monjes se basa en las donaciones de comida por parte de la gente y casi nadie duda en donar diariamente porque es una de las formas de ganar méritos para tu siguiente reencarnación. No podemos olvidar que el porcentaje de budistas en Laos supera el 85% de la población.

Es algo precioso de presenciar, yo alucinaba… se respiraba paz, excepto en algunos momentos en los que sientes bastante pena al ver a los monjes como si fuesen una simple atracción siendo fotografiados por turistas que no dudan en disparar los flashes de las cámaras a escasos palmos de sus caras.

Yo pienso que se pueden plasmar estos momentos pero siempre desde el respeto, y por supuesto sin flash, que no solo incordia a los monjes, también espanta a algunas de las personas dispuestas a donar.

Y del relax y la tranquilidad de Luang Prabang pegue un giro de 180 grados y salte al desenfreno y el turisteo elevado a la enésima potencia, la ciudad del pecado laosiana, la extravagante y divertida Vang Vieng.

Muang Sing, treks y cohetes.

Este pequeño pueblo de 29.000 habitantes situado en el Triángulo de Oro, y sus alrededores, acogen una increíble mezcla de culturas y gentes de diferentes tribus del norte de Laos (Thai Dam, Akha, Hmong, Mien, Lolo…). Al llegar me aloje en uno de los hostales de la calle principal por 3.5 $ y después de dar una vuelta por el pueblo fui a la oficina de turismo para informarme sobre el trekking. El grupo máximo es de 10 personas y el precio oscila entre los 33 y los 50 $ por persona para dos días y una noche con estancia en una de las aldeas de la tribu Akha y las comidas incluidas. Este precio varía en función de cuanta gente se apunte.

Como en Muang Sing no hay demasiados turistas fue fácil hacer el grupo antes de apuntarnos para así no llevarnos sorpresas. La expedición quedo formada por Bettina (Suiza), Roman y Fred (Francia), William y Steven (Belgica), Elad y NAve (Israel), Helen (U.K.), Eve (USA) y un servidor (Hortaleza).

El resto de la tarde la pase en los alrededores del Wat Xieng Jai (el templo del pueblo) jugando futbolley con los novicios y viéndoles bailar BreakDance ???… fueron cerca de 2 horas y pico hasta que al fin me dejaron fotografiarles.

Al día siguiente empezamos el trek, salimos en tuk-tuk desde el pueblo para para recoger a los guias y empezó la caminata.

El primer día fueron cerca de 7 horas andando por unos paisajes espectaculares y visitando las aldeas que encontrábamos por el camino. El segundo día fueron unas 8 horas de paseo (ejem).

Para mi ha sido uno de los treks mas interesantes que he realizado en el sudeste asiático tanto por los expectaculares paisajes de jungla, como por la gente que formaba el grupo, los habitantes de las aldeas, la simpatía de los guias y su buen hacer en la cocina (que bueno estaba todo!) y todas las cosas que aprendí y descubrí en esos 2 días… y por supuesto pensar que esta vez un alto porcentaje del dinero que he pagado esta destinado a las aldeas que he visitado y la conservación del parque.

No puedo dejar de mencionar el masaje con el que nos obsequiaron a la llegada a la aldea en la que pasamos la noche. Al parecer es costumbre local de las tribus Akha obsequiar con un masaje a los invitados que van a pernoctar en la aldea.

Y por la noche, después de la cena no falto el Lao-Lao… otra costumbre local, aunque mas dura… es un whisky de arroz con cerca de 80 grados de alcohol que te ofrecen todo el rato y en todas partes en Laos. Lo peor es que en este país es de muy mala educación rechazar un ofrecimiento. Vamos que cuando te invitan a algo no puedes decir que no… y se aprovechan de ello, 😀 .

Fue una experiencia altamente recomendable en un lugar que aun no esta demasiado explotado por el turismo.

Y la vuelta aun fue mejor porque al día siguiente se celebraba en Muang Sing el Boun Bang Fai (Rocket Festival).

Con este festival celebran la llegada de la estación lluviosa y el agua para las cosechas. Como Alberto y Carol han escrito un post muy interesante en su blog y en el que hablan «demasiado» bien de mi, pues solo voy a linkarlo y citar aquí lo que creo es mas importante. El post:

Cohetes y lluvia en Muang Sing. Las fiestas de Boun Bang Fai. (Leedo que me hace ilusión porque nunca había leído a nadie escribir tan bien sobre mi).

Cito:

«(…)La fiesta se desarrolló en los campos de arroz del pueblo, donde a primera hora de la mañana ya andaban montando todos los chiringuitos, la orquesta, y donde poco a poco iban llegando las peñas con los cohetes, en plan procesión. A partir de la una o las dos de la tarde, cuando aquello ya estaba abarrotado de gente, empezaron los bailes y los lanzamientos de cohetes caseros. Los días de antes habíamos ido viendo como los fabricaban a base de cañas de bambú, pero hasta el día del festival no vimos lo enormes que eran algunos. Al principio los subían a la plataforma con mucho cuidado, y el encargado avisaba «que enciendo» y no quedaba nadie en veinte metros a la redonda. A media tarde las cosas habían cambiado, y cuando el hombre avisaba era para que no le diera a nadie el casco de la beerlao que se le había caído de la plataforma, que estaba más abarrotada que la pista de baile. Algunos cohetes llegaban bien lejos, pero otros fallaban o explotaban a escasos metros, y en esos casos el jefe de la peña responsable corría el riesgo de ir a parar al río. Mientras, las peñas comían, bebían y bailaban en los distintos tenderetes.(…)»

«(…)los de la oficina de turismo nos habían programado a Pako y a mi un baile con la peña de las solteras («de las solteras con solera y algunas con motivo», añado). Así que allí nos tienes en parejas, en fila india por medio de la plaza haciendo el paripé.(…)»

La verdad es que fue una pasada, los Farang que estábamos por allí compramos un cohete ya que el dinero quedaría en el pueblo. El jefe me toco ser a mi y me sacaron en procesión como en una romería con un par de cajas de cerveza sobre la silla. Luego nos toco bailar un poco mas.

Por cierto Farang es una palabra que en laosiano significa extranjero… algo parecido al «guiri» que usamos en España y que aunque se usa de una forma bastante amigable a veces puede tener connotaciones negativas, es fácil saber cuando.

Total, que en Muang Sing disfrute muchisimo con la gente local que casi no nos dejaba pagar nada, nos llenaron de comida, de bebida y por supuesto no falto el Lao-Lao… fue muy autentico, y lo mejor fue que ellos estaban encantados de que pudiésemos ver «sus fiestas» y disfrutar del autentico Laos. Nos acogieron como si fuésemos uno mas y eso no es algo que se vea a menudo.

Y del otro incentivo… la competición fotográfica a la que había retado a Carol y Alberto ha quedado esto por mi parte:

Mis fotos del Boun Bang Fai.

y esto por la suya:

Las fotos de Asiasido del Boun Bang Fai.

Como era?… la próxima vez que nos viésemos el perdedor pagaba las birras???…

de donde sacamos un jurado imparcial?, puede ser mi madre?… yo os voto a vosotros, buenísimas las fotos!!!!

El set completo con todas mis fotos de Laos.

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