Celebrando los 34 / Foto de la semana

celebrando los 34

La foto es el sábado, los 34 cayeron el viernes. Y aquí seguimos, mañana… Aragón. Que vengan viajes, no quiero más 😉 .

Bangkok, el campo base de mis viajes a Asia (Tailandia)

Bangkok

Bangkok. Solo escuchar su nombre me transporta a sus calles, vuelve a revivir en mi sus sonidos, sus olores, sus sabores y las imágenes de una de las ciudades más especiales que he tenido la suerte de conocer. He estado en ella unas 9 veces, en cada una de ellas la ciudad va siendo más mía y yo voy siendo un poco más suyo.

Recuerdo las sensaciones de la primera vez, en 2006, mi primer contacto con Asia. Me pareció caótica, sucia, me costó asimilar esos olores, ese desorden organizado que solo entiende el que forma parte de ella, pero aun así encontré que tenía algo, supongo que el exotismo de ser una de las urbes más pobladas y cosmopolitas de todo el Sudeste Asiático y que era mi primera vez en aquel extremo del mundo.
En los sucesivos pasos por la ciudad me he dado cuenta de que aquellas sensaciones no fueron más que una pequeña parte razonada de todo lo que percibí de forma inconsciente. Bangkok se quedó en mi.

Comida callejera

Dos años más tarde comenzaba mi viaje de vuelta al mundo en China, la idea era recorrer el país durante 1 mes y luego volar a Bangkok para usarlo de campo base en el Sudeste Asiático (SEA). En China me estaba leyendo Tokio ya no nos quiere de Ray Loriga, me lo regaló Rubén antes de iniciar el viaje, y a pesar de que no soy demasiado adepto del amigo Ray me gustó mucho la visión de ese Bangkok postmoderno y futurista en el que todo está permitido que retrata en su novela. Es más, avivó mis ganas de regresar, de conocer la ciudad más en profundidad.

Aquel paso por Bangkok fue solo de unos días para hacer el visado a Myanmar. Estaba a punto de entrar en el país más budista del SEA y más o menos volcado en Theravada, un proyecto fotográfico sobre esta rama del budismo. Supongo que esas circunstancias hicieron de esta la visita más ascética, la más espiritual, que he realizado a esta ciudad. Vamos, todo lo ascética y espiritual que puede ser algo en esa ciudad del pecado que es Bangkok.

Monje

Templo

Monjes

Monjes

Libertad, mezcla, respeto y contradicción forman un revoltijo continuo, un batiburrillo de sensaciones que poco a poco se van volviendo familiares, diría incluso que rutinarias, a medida que te acostumbras a sus defectos y vas descubriendo algunas de sus virtudes.

Tráfico

Kao San Road

En ocasiones Bangkok mezcla sus defectos y virtudes en lugares concretos con nombres propios mundialmente conocidos. Otras veces es una simple calle, o un puente, la linea que los separa creando una barrera indestructible donde a un lado aparecen los defectos disfrazados de virtud y al otro una virtud desconocida que las clases altas pretenden convertir en defecto.

Comiendo

Estación de tren

Bangkok es desigualdad y progreso a partes iguales. Bangkok es el ejemplo del desarrollo que ha vivido Tailandia en los últimos años donde conviven sin reproches la abundancia con la extrema pobreza perpetuándose hasta la saciedad amparado en el paraguas de la resignación o de la entereza.

Autobus

Pero Bangkok son también las pequeñas cosas, las miradas, las sonrisas, las risas, la curiosidad, la diferencia y la similitud. Es otra forma de ver la vida, de ver la existencia. Amable y gruñona Bangkok es Asia, con sus defectos y sus muchas virtudes. Es curiosidad y curiosidades, es un mundo inexplicable con cierto sentido en el que lo razonable se mezcla con lo inverosímil creando un nuevo estado en la realidad conocida.

Autobus

En el tuk-tuk

Conductor

Bangkok

Trenes

Paseos por la ciudad de un lado a otro caminando sin rumbo, viajes en tuk-tuk en los que lo de menos es el destino, canales y callejuelas, puentes, mercados, templos, puestecillos de comida, un bar de reggae y pianocóckteles en furgoneta…. son algunos de mis recuerdos de Bangkok, una ciudad que va ordenando su caos a medida que pasa el tiempo, lo contrario de lo que intenta hacer la memoria con mis recuerdos.

Las últimas 2 veces que pasé el calor húmedo que precede al monzón me dejó hacer poco. Es como una losa que no te deja levantarte de la cama, te aprisiona con el aire caliente que mueve el ventilador y solo puedes pensar que cualquier cosa es mejor que estar en la calle bajo un sol que abrasa el asfalto. La pereza es solo remediable mediante la brisa fresca que se siente durante los paseos en los barcos que recorren el Chao Phraya, tumbado bajo alguna sombra en el césped del Parque Lumpini, con los aires acondicionados de los Seven/Eleven o colándose en las piscinas de las azoteas de los hostales para mochileros de Khao San.

Canal

Mercado

¿Perdido?

En Bangkok todo puede pasar y todo es posible. Las mentalidades se abren al pisar su suelo, a veces más de la cuenta, y Bangkok lo da todo, da demasiado sin mirar a quien. Hace que en las mañanas las señales no sean suficiente para guiar un camino que la noche ha sepultado o que los días parezcan no tener un final si no es allí.

Cada Bangkok es mejor que el anterior, cada paso apetece más y la ciudad es menos extraña. Es el campo base perfecto para las incursiones asiáticas, un destino con vuelos baratos, sencillo y con tantas caras (o máscaras) como hagan falta para adaptarse a las necesidades de sus inquilin@s.

Hay una frase de una canción de Sabina que habla sobre La Habana que dice : «y en cada bicicleta caben tres«, yo siempre me acuerdo de esa frase en Bangkok, porque allí caben tres en una bicicleta o en una moto. En Bangkok siempre hay sitio, por eso estoy seguro de que volveré.

Tres en moto

Este post está ilustrado a base fotos de los distintos pasos por la ciudad, un batiburrillo que muestra un poquito de esta ciudad que tanto quiero. Un caos desordenado de imágenes, más o menos lo mismo que mis recuerdos.

>> Todo el set de las fotos de Bangkok en Flickr <<

Paisajes canarios, algunas fotos de «las afortunadas»

Cruz de Tejeda

En un par de semanas vuelvo a las Islas Canarias y ya me estoy preparando para esta tradición inconsciente que me ha llevado a visitar «las afortunadas» al menos una vez al año desde 2009.  Mirando las fotos del último paso, en Noviembre del año pasado durante un viaje de un mes recorriendo las 7 islas, he seleccionado algunas para empezar a calentar el ambiente, no tengo demasiadas porque estaba como «camarógrafo» para Minube y me centré en la imagen en movimiento.

La que encabeza el post es camino de Tejeda, en el centro de Gran Canaria, un atardecer espectacular.

Camellos

Caravana de camellos en el parque de Timanfaya (Lanzarote).

El Médano

El señor Txema León de portada de disco mientras caminaba por la playa de El Médano en Tenerife.

Cañadas del Teide

La famosa estampa de los billetes de 1.000 pesetas era en Las Cañadas del Teide, en Tenerife.

Niebla

Niebla en los caminos de la Isla de La Palma.

Caldera de Taburiente

La Caldera de Taburiente en la Isla de La Palma es un paisaje espectacular.

Sendero de los Llanos

Y terminamos con otra estampa del espontáneo Txema León en Sendero de los Llanos, en la Isla de El Hierro.

Que la persona que aparece en las únicas fotos que sale gente sea la misma no es casualidad, es culpa del mano a mano que nos hicimos en el que debió ser el minubetrip más largo de la historia, un mes por las Islas Canarias (de isla a isla y tiro porque me toca).

Puedes ver un poco más de como fue aquel viaje bajo el prisma de mi compañero de aventuras en su blog: Viajar sin destino.

Entre viajeros / Foto de la semana

Jornadas Grandes viajes

La foto es del viernes, así terminaba el cuarto día de las I Jornadas Humboldt de los grandes viajes, creo que mi sonrisa lo dice todo. Estoy junto a Albert Casals, el otro ponente del día y rodeados por las 150 personas que abarrotaron la sala durante las 2 horas y pico que estuvimos hablando de viajes.

Me encantó la posibilidad de contar mi vuelta al mundo en 80 palabras y conocer en persona a Albert, un viajero incansable e increíble. A pesar de que el auditorio impone no tardé ni 5 minutos en sentirme como en casa y disfruté mucho más de lo que sufrí durante la conferencia.

Quiero dar las gracias a todos los que asistieron, a los que no pudieron, a los que animaron y a la estupenda organización del evento: Pablo e Itziar. Fue un verdadero placer y un honor que contasen conmigo… ahora quedará un huequito en el mundo de los viajes en Madrid, que la semana que viene se nos marchan a Tanzania por un tiempo indefinido. Les echaremos de menos, además que parece que ni ellos saben cuando volverán, yo les dejo que sea como muy tarde hasta las II Jornadas de los grandes viajes.

La foto me encanta y es cortesía de Fotea Studio, ¡Gracias Miguel!

Un ruta en blanco y negro por Nueva York (Estados Unidos)

Taxi de NY

Una ruta en blanco y negro que comienza con una foto con color, una metáfora de lo que quiere ser Nueva York: imprevisible, rompedora, provocativa. Con esta ciudad finaliza la trilogía que comenzó con París y continuó con Londres, una trilogía en blanco y negro de 3 de las ciudades con más personalidad del planeta.

***

Nueva York fue el punto y final del viaje más importante de mi vida. El último destino que pisé antes de regresar a Hortaleza de un viaje de vuelta al mundo que duró 18 meses, lo que a su vez fue un condicionante fundamental para mi percepción de esta ciudad.
Llegaba procedente de Lima y a pesar de haber estado en los Estados Unidos unos meses antes, por alguna extraña razón, NY me imponía cierto respeto. No se si por culpa de tantas imágenes vistas en películas, si por tantas páginas leídas o por tantas historias escuchadas tenía una imagen preconcebida de lo que me iba a encontrar. Ante tanta inmensidad me sentía pequeño, tal vez por eso decidí que no tenía tiempo para todo y limité la visita a la mítica isla de Manhattan.

Uno de los mayores culpables de mi respeto hacia NY es sin duda Paul Auster y sus innumerables libros ambientados en la ciudad, diría que casi más que Woody Allen y su filmografía. Los libros me dejan más tiempo a meditar lo que recibo, lo proceso y lo hago mio con mayor intensidad. Y cuando el escritor hace que la prosa fluya como si cualquiera fuese capaz de escribir de forma tan sencilla, entonces me sumerjo por completo en la novela y casi siento ser parte de ella. Eso me pasa con las novelas de Paul Auster y por eso busqué el Palacio De La Luna en los alrededores de Central Park, ese restaurante chino que regala el título al libro más viajero de Auster, solo el nombre del protagonista lo dice todo: Marco Stanley Fogg.
Por culpa de Leviatán quise subir a la Estatua de la Libertad hasta que Quirós me confirmo que era una horterada cara y acabé fotografiándola desde el ferry gratuito que va a Staten Island.

Puente de Brooklyn

No pude hacer «locuras en Brooklyn» porque no crucé el legendario puente que une ese barrio con Manhattan. Me alojaba bastante cerca de donde está tomada la foto de arriba. Tuve suerte y ni tan siquiera me molesté en buscar hoteles en Nueva York, antes de llegar Sebas me ofreció quedarme en su apartamento y no lo dudé, además de que después de los 18 meses viajando estaba en un momento en que me interesaban más la personas que los lugares. Año y medio es mucho tiempo viajando y son demasiadas cosas vistas, el cerebro comienza a buscar comparaciones odiosas y parece que ya nada sorprende, ayer siempre acaba siendo mejor que hoy. En mi caso particular en USA ayer fue Chicago y hoy era Nueva York.

Times Square

Cuando empecé a sentir que había demasiadas cosas que hacer para el tiempo que tenía decidí tomarme todo con más calma y me fui a pasar un par de días a Montreal, en el Quebec canadiense, para visitar a Karine y Annick. No me apetecía ver corriendo lo máximo posible y olvidarme de ese destino, soy de los que prefieren disfrutar de unas pocas cosas para quedarme con ganas de volver. Por eso no me importó pasar casi una tarde entera en Times Square al encontrarme que había sido cortada al tráfico y tomada por hamacas y sillas de playa, o echarme una medio siesta tirado en Central Park mientras observaba la fauna que allí habita, o «perder» una mañana entera frikeando entre cámaras y accesorios en la espectacular B&H (mi único acercamiento al mundo de las compras en NY).

Vistas desde Rockefeller Center

Eso no quita que no me resistiese a hacer algunos clásicos, como subir al Top of the Rock (Rockefeller Center) para contemplar una de las vistas más espectaculares de la ciudad. No quería abarcar demasiado, como ya he comentado, y solo subí a un edificio alto, me decanté por este para poder hacer la foto del Empire State Building y porque tiene cristales en lugar de rejas en los miradores.

Central Park

Paseé por la Quinta Avenida y por Broadway, recorrí el Soho, Little Italy y callejeé por Chinatown como si la conociese, probando la única gastronomía que me podía permitir junto a los hot dogs callejeros, la gastronomía asiática. Era el final del viaje, volvía con algo de ganas y la cartera vacía, el resto de la gastronomía newyorkina interesante la dejo para cuando… sea rico.

Quinta avenida

Me moví andando o en metro, sin prisas, observando las caras como si en cualquier momento me fuese a cruzar con cualquiera de los Pauls que aparecen en la Trilogía de Nueva York, siempre escritores, siempre con oscuros pasados, con algún señor Azul, o una señorita Verde siguiéndose a si mismos entre iglesias góticas rodeadas por rascacielos.

Metro

Iglesia de la Trinidad

Mi ruta en blanco y negro por Nueva York la escribió Paul Auster a su antojo. Me la empezó contando a través de un perro capaz de razonar con un dueño algo loco y desde ahí no ha parado de diseñar mis recuerdos de esta ciudad, incluso los futuros.

Si pudiese elegir ser uno de los personajes de sus libros sería sin duda Walter, el joven protagonista de Mr. Vértigo. Perder mi dedo meñique, como le sucede al personaje, no sería un pago excesivo por poseer su don; el don de levitar.

¿Vendrá de ahí mi obsesión con volar?

Estatua de la libertad

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