Esta es una de las razones que dan sentido a la mayoría de mis días: el atardecer en la playa de Magallanes. La obsesión llega a tanto que cuando no llego a tiempo parece que el día ha sido en balde.
Magallanes es un lugar tranquilo que casi puedo sentir como mío. Eso sí, todo lo tranquilo que puede ser cualquier lugar en República Dominicana, el país donde es casi imposible perderse y que no suene de fondo la bachata.
Subid el volumen y poned el vídeo a pantalla completa para disfrutar en un minuto del atardecer del Caribe, os aseguro que después de verlo vuestro día tendrá un poco más de sentido 😉 .
Poco puedo escribir de la Shwedagon Paya que no haya escrito ya en el blog, poco me falta por intentar expresar, ahora me toca hacerla sentir.
Tenía la sensación de que mi deuda con ella por los buenos momentos que he pasado en ese lugar no estaba pagada, la sensación de no haberle dado la importancia que merece al hablar sobre mis viajes, al pensar en ellos. Por alguna razón sus recuerdos se encuentran en una parte de mi hipocampo a la que no consigo acceder por voluntad propia… es ella la que viene de vez en cuando. Y este fin de semana vino. Repasando el material del último viaje largo nos encontramos de nuevo cara a cara y decidí juntar las imágenes, los momentos y sensaciones que capturé allí en esta especie de vídeo-documental de como es una tarde en este templo, aunque la Shwedagon Paya sea mucho más que un simple templo, como cae la noche y la religiosidad, la paz y la armonía se apoderan del complejo hasta llegar a hacerte pensar que no existe nada más en el mundo.
El montaje de sonido lo he realizado en su mayoría con sonido directo grabado in situ para intentar transportar al espectador al momento que yo estaba viviendo y recrear la tranquilidad que se respira. Es un trabajo totalmente distinto a lo que estoy acostumbrado a hacer. Pausado y reflexivo es simplemente una representación de la realidad lo más cercana posible usando para ello la banda sonora de la vida.
Sube los altavoces y disfruta de este espectacular lugar, de sus gentes y de una espiritualidad que todo lo impregna.
Quiero agradecer a Jesus Paz Muñoz y Malevolo el equipo de audio y cámara para que esto fuese posible.
El amanecer en Bagan es una de las escenas más bonitas que he contemplado en mi vida. Supongo que debe ser la razón de que haya conseguido despertarme para disfrutar de este espectáculo hasta en 5 veces y las 5 hayan sido mágicas.
Las sensaciones son indescriptibles, las emociones incontrolables, solo, sentado en casa y a más de 10.000 kilómetros de distancia se me siguen poniendo los pelos de punta de tan solo intentar explicarlo.
Ver el sol asomando entre las más de 4.000 pagodas que forman esta zona arqueológica te lleva al punto más lejano al que se puede llegar en un instante, te lleva al interior de ti mismo en un viaje al que no le vislumbras retorno o no quieres verlo.
El mundo avanza aunque nos neguemos a ello y una vez vuelves al mundo real, con el gran astro en lo alto, la vida vuelve a recuperar su ritmo y el tiempo se reestructura para que el reloj pueda volver a marcar los minutos y segundos que nos ayudan a interpretarlo. Una luz anaranjada que parece irreal se apodera de todo hasta el infinito y tira de los elementos como un hilo mágico que nos une al universo dotando al día de movimiento. Es el amanecer de la vida, un amanecer distinto al del mundo, que avanza a su propio ritmo, especialmente en Myanamar, el lugar donde la prisa y la impaciencia carecen de sentido y definición exacta.
La duración del momento que va desde el amanecer hasta la hora del almuerzo es más que suficiente para enamorarte de esta ciudad antigua, para tomarle el pulso y empezar a entender que solo una mirada pura e inocente, más allá de estereotipos y comparaciones, será capaz de ver lo que se esconde tras la belleza de su inmensidad. Una mañana en Bagan es más que suficiente para enamorarte, una mañana en Bagan es más que suficiente para sentirte vivo y afortunado, una mañana en Bagan… no es suficiente.
Por eso he visto ese amanecer 5 veces y por eso volveré a disfrutar de él, volveré a sentir como se me ponen los pelos de punta y llego a perder el habla en un viaje al que no querré ver retorno. Así es el amanecer más bonito que he contemplado, así es el amanecer en Bagan.
Un minuto del trayecto en ferry que lleva de Bagan hasta Mandalay surcando el mítico río Irawadi. La salida desde Bagan es temprano en la mañana y la llegada a Mandalay poco después del ocaso. El día transcurre a ritmo lento, observando lo que sucede en las orillas del río más largo e importante del país. Estas mismas aguas inundan los arrozales del sur cada año para dar vida al sustento principal de todo Asia, el arroz.
Este vídeo es otro regalo, como el minuto del atardecer en Wadi Rum, otro minuto para evadirse del día a día de la rutina, de los noticiarios y de los desastres, porque el mundo sigue siendo bello aunque se empeñe en esconderse de nuestros ojos.
Llegué a Wadi Musa (Valle de Moisés) desde el desierto para tomarlo como la base de operaciones de mi visita a Petra. Es la ciudad más cercana a las ruinas, la otra opción es el poblado beduino pero allí no hay hospedajes.
Me instalé en el Valentine Inn, un hostal con servicio de transporte gratuito desde la estación de autobuses , habitaciones privadas y compartidas, wifi gratuito… El precio fue de 10 ,30 JD (11€) por cama en el dormitorio de 14 personas con desayuno y cena incluidos. La cena es verdaderamente espectacular, una selección de platos jordanos, comida vegetariana y pasta en formato de buffet. También preparan sets de comidas para la visita a Petra por 2,5 JD.
El primer día decidí buscarme la vida y comer por el pueblo desoyendo las recomendaciones de la gente del hostal y me salió caro, no demasiado pero la opción barata practicamente no existe en Wadi Musa. Es un pueblo por y para el turista, no tiene demasiado encanto pero es suficientemente tranquilo como para que se pueda descansar a la vuelta de los interminables pateos por Petra. Bueno, depende de la hora. La siesta no es del todo compatible con la llamada al rezo desde las mezquitas, pero es que en Wadi Musa va más allá.
Todas las mezquitas de esta pequeña ciudad comienzan con el Adhan en el mismo momento y parece una competición a ver que voz puede quedar por encima del resto. La primera vez que escuché el Adhan (llamada a la oración) pensé que las canciones estaban grabadas y sonaban por un sistema de sonido. Doble craso error. Primero: no cantan. En realidad están hablando pero el árabe, su pronunciación y la entonación que le dan hace que suene tan melódico. Segundo: no está grabado. Hay una figura, el almuédano, que se encarga cada día (en 5 ocasiones) de convocar a los fieles desde el minarete de la mezquita a la que pertenece.
Un verdadero espectáculo… si no te pilla durmiendo.
Estoy viendo baratos los billetes de avión a Jordania en vuelo24.es y no descarto una nueva escapada al Reino Hachemita. Sobre todo por Petra y el desierto de Wadi Rum. Dos de esos lugares mágicos a los que puedes volver una y otra vez sin que un ápice de aburrimiento aparezca en tus percepciones.
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