Playa del Carmen (México) – Antigua (Guatemala), 34 horas de aventura.

– «¡Treinta y cuatro horas!«-. Se dice pronto. Esas fueron las horas que me salieron al hacer los cálculos para el trayecto de del Carmen () hasta (), y esto encajando los buses. Primero uno de Playa a San Cristóbal, de ahí a , luego cruzar la y por último ver como se podía llegar de (lado Guate de la frontera) hasta Antigua. Con sus buenos margenes para cubrirme, claro.

El bus de Playa a San Cristóbal fueron unas 18-19 horas, y de allí 4 hasta la frontera. Llegué de noche, y fue ahí donde comenzó la . Había salido de Playa el día anterior a las 9 de la noche y 23 horas más tarde, a eso de las  20:00 del día siguiente empezaba los trámites fronterizos.

– ¿Hasta donde va señor?-, me preguntó el guardia fronterizo
– Antigua… si es que sale algo a estas horas-, contesté.
– Entonces casi mejor que no salga, Guatemala no es como México y viajar en la noche es bastante… inseguro.
– ¿Inseguro o peligroso?
– Peligroso más bien, yo le recomiendo que busque hospedaje en La Mesilla, hay camas baratas.

Acabamos la burocracia y salí hacia La Mesilla, el tramo fronterizo, esa zona en ninguna parte que ya me pareció sórdida cuando la crucé durante el día, imaginad como podía ser en la noche.
Puestos de venta de todo, ropas, cacharros, tabaco, y masas de gente buscando la ganga, o el descuido, o lo que busquen. El panorama en La Mesilla no pintaba mucho mejor, andando por la calle no paraba de acercarse gente… «¿hostal señor?«, «¿autobús?«, «¿unos tacos papito?«… «ssshh, si busca las más lindas chapinas sígame«…

Menuda locura, debí preguntar a 5 personas por el autobús hacia Antigua y cada una me dijo algo distinto.
Al final, casi a la salida del pueblo encontré la «estación«. Pedí un boleto para Antigua y no había directos, solo a Ciudad Guatemala, y no me apetecía demasiado entrar de noche. El conductor me dijo que podía dejarme en el cruce que va a Antigua (San Lucas, me dice María Dolores en los comentarios 😉 ) y esperar que pasase algo para allá. Me pareció bien.
Al ir a comprar los boletos el conductor y la vendedora me animaron a pensármelo un poco mejor. Yo insistí en que no me preocupaba y entonces me dijeron «lo abundantes que eran los asaltos en las líneas nocturnas«.

– Ah-, dije -¿y el resto de gente que ya ha comprado los boletos lo sabe?, ¿les habéis avisado también?
– Lo saben, pero no les preocupa, no tienen nada.
– Entonces perfecto, porque yo tampoco.

Esta conversación se repitió con 2 mamitas en la parada, otro señor justo antes de subir al bus, mi compañero de asiento y los de al lado. Parecían más preocupados por mi que por ellos. Es de agradecer pero personalmente prefiero que no me tengan todo el rato «acojonado» :p .

Al poco de salir recordé al conductor que me bajaba en «el cruce» (San Lucas), volví a mi asiento, me dormí y de pronto un frenazo brusco me despertó. No era consciente del cansancio que llevaba en el cuerpo, habían pasado las 8 horas hasta el cruce y no me había ni enterado.
Aún no tenía claro donde estaba hasta que la gente empezó a decir, «el gringo«, «el gringo«, ahí ví  que habían parado por mi. Bajé con el conductor, saqué la mochila del guardamaletas del bus y cuando levanté la cabeza estaba en medio de ninguna parte parado en algún punto de una autopista.

– Perdón, se me pasó, ¿ve aquellas luces?, es una gasolinera, allí puede agarrar algo a Antigua.-, me dijo el conductor mientras se subía de nuevo al autobús… disculpe…

Y poco a poco desapareció de mi vista el autobús, y yo con cara de tonto y solo rogando que aquellas luces fueran la gasolinera que el conductor decía.
Empecé a caminar y pronto vi que no me había mentido, llegué a la gasolinera y aún estaba cerrada la cafetería pero había un chico en una ventanilla. Estaba leyendo cuando le pregunté:

– Buenas, ¿puedo agarrar aquí un autobús a Antigua?.

Entonces levantó la cabeza, en cuanto me vio los ojos se le pusieron como platos y un poco nervioso me dijo, -«¿De donde viene?, ¿como ha llegado?«-, y salió corriendo para abrirme la puerta de la gasolinera.
Le conté por encima y me dijo que para Antigua salían del otro lado, en la gasolinera de enfrente, y que podía esperar que se hiciese de día allí con él.
Era solo cruzar, y a las 5 y algo de la mañana no pasaban muchos coches, le di las gracias y me dirigí al otro lado.
Al llegar se repitió la escena con el dependiente, al parecer había que ir a una plataforma un poco más adelante, y me dijo que así «gringo» y con «maleta» (mi mochila), que mejor esperase con él a que se hiciese de día.
Tomé un café y un dulce, no habían pasado ni 10 minutos y estaba aburrido y cansado, él no podía charlar conmigo, tenia cosas que hacer, y yo si me quedaba parado me dormía. Le dije que me iba para la plataforma esa (un puente que cruza la autopista) pero no me dejó.
Me dijo que me pusiese al borde de la carretera y parase los que viese a Antigua, pero dentro de la zona de luces de la gasolinera. «Señor, si, señor!«.
Pero claro, hasta que no estaban encima mía no veía los carteles y no me paraba ni uno. Demasiado sospechoso estando la parada a menos de 100 metros.
Al rato, intenté un plan B, pedir «raid» () a la gente que estaba repostando. Un fracaso, primero porque coincidió que nadie iba para Antigua, y segundo, porque todo el mundo me regañaba y corrían a llamar al dependiente… «mira el gringo loco ahí pidiendo raid«, llegué a escuchar un vez.
Era el amanecer más ansiado que nunca hubiese vivido. Deseaba llegar a Antigua como fuese y de pronto vi un chico andando con una mochila, medio dormido. Tenia aspecto de ir a trabajar, caminaba en dirección al puente. Entonces le paré y le dije:

– Perdona, ¿vás al puente?
– Si -, me dijo con cara de sorpresa.
– ¿Te importa que vaya contigo?- le dije-, es que el dependiente de la gasolinera no me deja ir sólo.
– Usté verá señor-, susurró sonriendo aunque sin mucha confianza.

Y empecé a caminar a su lado. Santiago, me dijo que se llamaba. Trabajaba en Guatemala y todos los días se levantaba a las 4 y pico de la mañana para llegar a tiempo al trabajo. Eran unas 2 horas de camino… y otras 2 de vuelta.

De pronto llegamos al lugar (San Lucas). Era un simple cruce bajo un pequeño puente peatonal, sin ninguna luz, solo un par de bancos de piedra y unas 20 personas suficientemente separadas unas de otras como para no tener que interactuar.
Santiago me dijo adiós y se apartó. Se quedó allí parado como el resto, sin hablar con nadie, mirando al suelo y esperando que llegase su autobús. ¿Sueño?, ¿pocas ganas de hablar?… ¿miedo?. No lo llegué a saber, al momento llegó su dirección a Ciudad Guatemala.

Y allí me quedé yo, cada vez que pasaba un «chiken bus» y yo preguntaba –«Disculpa, ¿este va para Antigua?»-, la respuesta era la misma… risas y un: -«¿Pero que chingada hace el gringo este aquí?«-, que soltaban tan a la ligera que me hicieron dudar si pensaban que no les entendía.

Al final uno de ellos me dijo que si, lo agarré y antes de las 7 am estaba entrando en Antigua. Busqué alojamiento y me fui a desayunar por segunda vez, se me había pasado el sueño.
Paseé por la ciudad con las primeras luces disfrutando de su belleza y esperé que fuese una hora decente para llamar a Manuel, le conocí a él y a su Casa del Mango cuando estuve allí unos meses antes, no tardó ni 2 frases en invitarme a tomar un té en su casa, para, al momento, preguntarme en tono inquisitorio:

– ¿Y como estás despierto tan temprano?, ¿cuando has llegado?.
– Hace un par de horas…
– ¿Desde?
– Playa del Carmen… bueno, desde La Mesilla, pero vamos, que vengo desde Playa.
– Eso es México… ¿la Riviera?, ¿La Mesilla?, ¿has viajado de noche?…
– Estooo… bueno… yo…
– Anda, vente a tomar el té, pero ten por seguro que si yo no lo hubiese hecho mil veces te regañaría pero bien… como habrá hecho todo el mundo que te haya visto.- y se rió.
– Llego en 2 minutos, ¡chau!- respondí riendome yo también.

De Guatemala a México (La Mesilla – Ciudad Cuauhtémoc), la frontera sórdida.

cruce frontera

Partí de Nebaj con destino , San Cristobal de las Casas. Me fui de aquel icono con la B en medio de ninguna parte, ese lugar del que google tampoco sabe salir, y dice: «No se pueden calcular rutas entre San Cristóbal de Las Casas, CHIS, México y Nebaj, Guatemala
¿Esto lo he vivido ya?… ah, si, fue intentando llegar.

El camino nadie dijo que fuese a ser fácil. Me levanté temprano y llegué a Huehuetenango en la mañana, almorcé y agarré otro bus (chicken bus) hacia la Guate, el pueblo (2 horas de unos 2 $). Los chicken bus son autobuses escolares estadounidenses reciclados en autobuses de pasajeros. Donde caben 2 caben 3 es la máxima en ese tipo de transportes e incluso, a veces, caben 4 o 5. Aproveché el viaje para reflexionar sobre mi estancia en Guate mientras contemplaba los espectaculares paisajes que daban entrada a la Selva Lacandona chiapaneca.

De La Mesilla fui andando hasta el paso aduanero guatemalteco, hice los papeles y agarré un taxi «colectivo» hasta el paso mexicano, Ciudad Cuauhtémocsin que me robase ningún Amish ni nada.
Este paso fronterizo es de los más sórdidos que he encontrado en centro américa, se nota viciado el ambiente, la gente mira raro y no encuentras demasiados viajeros cruzando por su cuenta, hay que te cruzan de Huehue a San Cristobal de un tirón y de forma fácil… gastas más o menos el doble que por tu cuenta y además, a mi me encanta eso de entrar a cada país por mi cuenta, ver las nuevas caras, sentir los nuevos intentos de timo, jejej… vamos, lo que tienen las fronteras, esos «no lugares«, esos puntos con que la geografía antropocentrista divide el mundo en función al hombre… digo en función a según que hombre y cuanto dinero tenga, claro.
La impresión que me dio este paso fronterizo quedó en nada cuando volví a realizarlo a la vuelta cruzando a eso de las 9 de la , os aseguro que gana mucho… en sordidez, por supuesto. Pero esa historia ya llegará.

Y una vez superado el paso mexicano y sellado el pasaporte aún faltaban otras 4 horas de bus hasta San Cristobal de las Casas, en plena Selva Lacandona, territorio zapatista, donde me esperaban mis colegas, los artesanos que conocí en Panajachel.

Tenia ganas de llegar a San Cristobal, el lugar donde comenzó la revolución zapatista del EZLN, ese lugar «mitificadamente utópico» donde «los que son el color de la tierra» se autogobiernan y gobiernan para el resto, para los que nada tienen, al grito de: «¡para todos todo, para nosotros nada!«.
Ese pueblo donde un primero de Enero de 1994 un grupo de indígenas organizados decidieron «molestar» al status quo establecido, eso si, con respeto. Cuando el grupo de hombres armados y con pasamontañas tomaron el pueblo, la gente, los y la prensa se asustaron, muchos intentaron salir, alegaban que perderían sus vuelos, sus trabajos, que no tenían ropa para el resto de los días… entonces Marcos, el eterno Subcomandante, sin hacer referencia a que lo que ellos se estaban jugando eras sus vidas, se disculpó diciendo: «…perdonen las molestias… pero esto es una REVOLUCIÓN«.
Se puede ser revolucionario y educado, no cabe duda.

Nebaj, en El Triángulo Ixil – Guatemala

Este es, más o menos, el recorrido que hice para llegar a Nebaj desde Xela, el icono con la B en medio de ninguna parte, un lugar hasta al que a google le cuesta llegar, y dice: «No se pueden calcular rutas entre Quetzaltenango, y Nebaj, Guatemala».

Una de las razones principales por las que vine a Nebaj, al Triangulo , fue un email. Un email de un gran amigo que recorrió cetroamérica cuando yo estaba empezando mi . Un email que no he podido olvidar.
Le he pedido a Israel Quirós (ese GRAN amigo) que me lo reescribiese. Tenia partes muy personales que tal vez no viniesen a cuento aquí. Le he pedido que me dejase mostrar «sus» sentimientos en mi blog. Y ha accedido. Gracias compadre.
Siempre digo que cada viaje es distinto, que cada lugar se hace con las experiencias que allí te suceden.
A Nebaj le tengo cariño, pero no por lo que yo viví allí… le tengo cariño por lo que vivió Quirós.
Os dejo el relato de su experiencia, aunque parezca largo lo recomiendo encarecidamente. Me ha dicho que recorte, modifique o adapte pero… he preferido no tocarlo. Este es su viaje, un poco del mio y ahora, parte del vuestro.
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Salud camaradas.
Escribo desde Nevaj, desde las montañas de los Cuchumatanes, Guatemala.
Los altos de Guatemala suelen escapar a los itinerarios tradicionales, tanto que lo tenía pendiente desde mi último viaje a Guatemala.
Es difícil llegar y es difícil pensar por qué he decidido caminar por este lugar, pero hay algo que recordar, hay alguna razón personal que me ha traído hasta aquí.
La belleza de las montañas sobrecoge. Los Cuchumatanes son , sus montañas y colores son mayas, las sonrisas, el viento y el agua de los ríos son mayas.
Pero hoy mientras caminaba con un guía local toda esa belleza se ha escondido, ha quedado en un segundo plano mientras se imponía el relato de mi compañero.Es un relato de guerra y humillación Son historias de guerra mezquina, son historias sin colores,  son historias de sufrimiento, del grito de la sociedad civil. Un grito que duró nada menos que 36 años de guerra de guerrillas en Guatemala.
Mi compañero es un excombatiente del  EGP (ejercito guerrillero de los pobres) uno de los grupos insurgentes que más tarde formarían  el URNG , la unidad revolucionaria nacional guatemalteca. La historia comienza explicándome el motivo por el cual  decidió subir a las montañas. Tras muchos años trabajando en el campo y tras sufrir un grave accidente el terrateniente patrón decide echarle, expulsarle de la tierra que tantos años había trabajado. Después de esto recibió ayuda de excombatientes y finalmente llegó a recuperarse mientras escuchaba historias de guerrilla, entre otras aquellas que contaban que aprendieron a leer y escribir en las montañas mientras luchaban por sus tierras y por una Guatemala libre. Lo tenía claro se decide y se lanza al monte.
Mi compañero cada cierto tiempo para, respira, y mira con anhelo montañas y ríos. Son silencios que informan, silencios necesarios que mantienen y crean la historia. Son esos silencios los que construyen los que enuncian, los que educan.
A veces prende un cigarrillo, y señala con un palo a donde nos dirigimos.
Continúa mientras dirige su mirada a un grupo de casas que aparecen discreto en un valle, y se decide a contarme la trágica historia del lugar. Con su voz perdida, me sitúa es el año 1982.
Realizando trabajos comunales, su escuadrón bajaba periódicamente a colaborar con los campesinos mayas de la zona, pero al llegar la noticia de la llegada inminente del ejercito nacional informan a los líderes de las comunidades que la zona debe de ser desalojada, el ejército nacional conoce la relación de las comunidades y la guerrilla y esa relación pone en peligro al pueblo. Los escuadrones del EGP han formado en ciudadanía han educado, han informado a las comunidades pero ellos, un pueblo humilde sin pretensiones políticas decide quedarse, y el escuadrón regresa a las montañas con intención de organizarse. Ellos quedan, permanecen en sus casas, en sus tierras.
No pueden dejar eso, por eso son ellos mismos.
Otra parada, otro silencio, y otro cigarrillo. Esta vez queda parado en un alto, mirando las primeras casas, las primeras cuadras de la comunidad. Yo me siento y miro el suelo.
El ejercito se sitúa en la zona, se reune con los representantes de las comunidades y les informan que a partir de ese momento formarán parte de los “Comandos de solidaridad” (paramilitares), triste el eufemismo, ¿verdad?. Los líderes locales no tienen otra opción y acceden, sus ideas por supuesto no callan, pero no hay otra alternativa, así se juega en las guerras.
Tras la negociación los hombres son separados de las mujeres y de los niños, les reúnen en la escuela y tras un par de días mostrándose amigables y tratando de conseguir su confianza  y una vez separados y tranquilos, me cuenta sin poder terminar la historia sin encender otro cigarrillo, que todos los hombres fueron masacrados, las mujeres violadas y envenenadas con veneno agrícola y más tarde quemadas….
A todas menos a una. Hubo una mujer que pudo escapar y contar la historia en las montañas.
La guerrilla, el EGP, difundió la noticia por toda Guatemala consiguiendo la unión y la fuerza de otros grupos insurgentes. La sociedad civil se implicó, movimientos de solidaridad internacionales se unieron y dieron la fuerza moral que enriqueció el aparato militar insurgente, apoyando el brazo político de la guerrilla, el URNG. Por fin las voces no se callaron y las fuerzas se equilibraron hasta conseguir años más tarde,  en 1986, el inicio de unas negociaciones que finalizaron con el acuerdo de paz en 1992.
Desgraciadamente ahora soy yo el que enciende un cigarrillo mientras reflexiono.
Esta historia forma parte de un intercambio de correos que durante un tiempo mantuve con un buen grupo de amigos. Entre ellos tu, PaKo. ¿Te acuerdas?
El correo continuaba recordando mis años de universidad cuando se presentó uno de los firmantes de los acuerdos de paz, un excombatiente que había pasado media en las montañas por los derechos civiles e indígenas del pueblo guatemalteco, Vino para dar una conferencia magistral sobre el conflicto y los derechos humanos en Guatemala, era el año 2002. En esa conferencia solo estábamos 8 personas, un auditorio vacío para unas palabras de esperanza, representando una triste metáfora de nuestra sociedad. Un auditorio vacío en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rey Juan Carlos de .
¿Te acuerdas como terminaba el correo PaKo?
Terminaba con rabia, recuerdo que escribí con los ojos llenos de rabia, como los tengo ahora mismo mientras recuerdo y transcribo la historia, te preguntaba por qué no sabíamos esto, qué pasó, por qué no tuvo esta historia trascendencia como la historia Sandinista o la revolución cubana.
La respuesta la encontraba tristemente en el punto débil de nuestra sociedad, necesitamos al hasta para este tipo de vínculos. Guatemala nunca ha estado en nuestras ropas, no hay ningún primer plano de un tipo con barbas serigrafiado en nuestras camisetas con un slogan de “viva Guatemala libre”, sin embargo, todos hemos llevado camisetas molonas del che.
Para mí fue un duro impacto darme cuenta de esto, darme cuenta de que necesitaba un producto que se ofrecía en el mercado para formarme, necesitaba que un grupo de punk hubiera gritado viva Guatemala libre¡¡¡¡¡¡¡¡
Tan solo fueron 8 personas a la conferencia PaKo.
Y sin embargo gracias a mano negra, gracias a The Clash por recordarnos a America Latina, por contarnos historias, por situarnos un poco más cerca.
Salud compañero.
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Yo no viví esto, incluso viví algo contrario. Escuché a la población maya alabar las bondades del gobierno (dictadura) de Ríos Montt, acusado de genocidio y etnocidio por tribunales internacionales, imputado por crímenes contra la humanidad.
Mucha de esa gente piensa que las desapariciones, los asesinatos, fueron culpa de la guerrilla. A día de hoy la propaganda de aquella dictadura unida a la «incomunicación» que sufre la población indígena han conseguido cambiar la historia para aquellas gentes.

Tal vez nunca sepan la verdad. Tal vez ningún grupo punk nos cantó sobre Guatemala. Tal vez nuestra ideología se nutre de productos, nos la imponen los mercados. Tal vez al mundo no le interesan estas cosas y solo algunos nos empeñamos en buscar en sus cloacas, espero que no sea solo para rebozarnos en la mierda, espero que lo que buscamos sea limpiar esas cloacas… y empezar de nuevo.
Por lo menos me queda esa esperanza. Sobre todo cuando veo que no estoy solo. Siempre voy a tener a Quirós.
Muchas gracias compañero.

Os dejo un vídeo del camino hacia Nebaj. En las paradas las masas de «mamitas» atacan los transportes para intentar sacar unos Quetzales que les ayuden en su largo camino. El camino hacia la DIGNIDAD.

Tajumulco (4.220 m), el techo de América Central – Guatemala

Tajumulco, el techo de América Central

El Tajumulco es, con sus 4.220 metros, el punto más alto de toda América central, el techo de esta región y, hasta ese momento, el punto más alto que había alcanzado yo nunca.
La ruta comienza temprano, partimos en bus desde Xela hasta San Marcos, luego otro bus que te deja en las faldas del volcán y una vez allí comienza la . La meta es llegar hasta los 4.000 metros para hacer allí, despertar temprano y hacer cima para ver el desde ella. Algo espectacular.

Había llegado a Xela con Jonathann y nos apetecía subir sin un grupo organizado, empezamos a buscar agencias y acabamos encontrando un guía. Fueron 2 días/1 noche, las comidas, la tienda, y los sacos por unos 50$ por persona. Un precio bastante, bastante asequible, y lo mejor: poder hacerlo a nuestra marcha sin un grupo.

Los paisajes del inicio, de las zonas habitadas son espectaculares. Es una zona dura, con climas bastante extremos (mucho calor de día y frío en la noche). Hay que pensar que es una montaña de más de 4.000 metros en zona tropical, esto provoca unos contrastes impresionantes.

Durante el camino es normal encontrarse con locales que se desplazan entre pequeñas aldeas, pastorean, o cultivan papa, verduras… y es común que intenten sacarte alguna propina. Yo no soy partidario, como he comentado en post anteriores, pero la pobreza (bastante extrema) de esta zona del país hace muy difícil no sensibilizarse delante de esas caras, de esas miradas, de esas sonrisas.

Pastoreando la voluntad

Con María y Lupe (las niñas de la foto) acordé que si estaban por allí a la bajada les daría la comida que me sobrase, y que intentasen estar seguro porque ya me encargaría yo de que me sobrase «algo«.
A la mañana siguiente no faltaron al encuentro y antes de darles nada les hice prometerme que intentarían convencer a sus padres para que las llevasen a la escuela. Supongo que quedaría en saco roto, que sus padres ni tan siquiera pueden permitirse el para que vayan al colegio más cercano… y no hablemos de los libros, de unas ropas limpias o el resto de material escolar.
Las comida que les di, sobre todo las galletas, creo que les alegró el día, pero hace falta mucho para poder alegrar sus vidas y las del 15% de la población guatemalteca que vive en pobreza extrema, con menos de 1€ diario para subsistir

Tajumulco, el techo de América Central

A media tarde llegamos al lugar donde pasaríamos la noche, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, y el nos regaló un espectáculo alucinante. Ninguno de los 3 habíamos visto algo así antes, y no acabo de tener claro el «porque» de ese «fenómeno«.
(*) Emilio Rey (@digitalmeteo) me aclara que se llaman rayos anticrepusculares, todo tiene un «porqué«, y que grande Emilio, ¡gracias!.

En este punto montamos la tienda, cenamos y nos preparamos para una fría noche. Es conveniente llevar bien de ropa de abrigo ya que los sacos que prestan no son precisamente «calientes«. A mi me costó bastante dormir por el frío.
Y a las 4 de la mañana empezamos la subida del último tramo. Esos 220 metros de desnivel son casi los más duros de toda la subida. Se hacen en la noche, con luz de linternas (o la , tuvimos suerte de tenerla llena), triscando entre piedras y ya se va notando la altura con unos primeros síntomas de aumento del ritmo de la respiración debido a la falta de oxígeno.
El amanecer fue uno de los más bonitos que he visto nunca. Desde lo alto de Tajumulco puede verse , y el Pacífico, son unas vistas espectaculares y unido a que fue mi primer 4.000, la experiencia se convirtió en imborrable.
Eso y la cantidad de «fenómenos» que pudimos contemplar ese día:

Tajumulco, el techo de América Central

La columna de humo que provocan las explosiones del volcán Santiaguito, uno de los volcanes activo que hay en Guatemala y que suele expulsar los gases acumulados a primera hora de la mañana, vamos, como un niño pequeño.
Tal vez se deba a su corta , se formo en los inicios del siglo XX debido a una erupción del volcán Santa María.

Tajumulco, el techo de América Central

La sombra del propio Tajumulco. Es una imagen que había visto en muchas fotos, la sombra que provocan las montañas al amanecer, pero que nunca había tenido la suerte de contemplar. Tal vez porque no he visto muchos amaneceres desde la cima de una montaña de tal envergadura.

Tajumulco, el techo de América Central

La espectacularidad de una luna impresionante que decidió quedarse como regalo añadido.

Tajumulco, el techo de América Central

El mar de nubes, un «fenómeno» bastante común en los valles de baja altura (entre los 500 y 1.500 metros) y que está causado por vientos marítimos cargados de humedad en su sector inferior.

Tajumulco, el techo de América Central

Y el más espectacular de todos estos «fenómenos» fue el de estos señores con sombrero de vaquero transportando una especie de cables a unos 3.000 y pico metros de altura. ¿Estarían llevando ADSL hasta la cima?, jeje.

Tajumulco, el techo de América Central

La experiencia me pareció altamente recomendable para el disfrute de la vista y los sentidos, pero también lo fue en el plano personal, debido sobre todo a la buena compañía que tuve la suerte de disfrutar: Jonathann y Manuel.

Reventados volvimos a Xela. Nos habían dejado una casa donde poder reposar y repasar la ascensión… pero esto ya es otra historia.

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Y Guatemala me dejó marcado – Tattoo Making-of

Tattoo

A la vuelta de Santiago me puse en manos de El Mono, uno de los con los que me juntaba en Panajachel. Llevaba años haciendo tatuajes y yo llevaba un tiempo queriendo hacerme uno. Entre los dos encontramos un glifo maya de las Ruinas de Yaxchilán () que nos gustó mucho y tras contemplar unas cuantas opciones, el lugar elegido para el emplazamiento de esta nueva e imborrable marca fue mi gemelo derecho.

Tattoo

Mono me tatuaba y yo le hacía una sesión de fotos, que no tenia fotos tatuando, a cambio me cobraría el coste de la tinta y poco más. Fueron unos 20 euros. Vamos, regalado.
Además el reto era interesante, hacer una sesión de fotos mientras cortan y meten tinta en mi piel, aunque suena más bonito así: «una sesión de fotos mientras me dibujan un símbolo eterno».

Tattoo

El «dibujo» es el Dios del Sol Maya, que reprensentado con cara de perro se presenta como el Dios del Tiempo y equivale a 16 kunes (un kun era un día con su ). Son unidades de medida que usaban para entender los movimientos astrológicos, las estaciones y todo ese conocimiento que manejaban hace ya más de 8 siglos.

Tattoo

Tattoo

Tattoo

Mi capacidad sobrehumana para soportar el dolor [sic] permitió que pudiese fotografiar una gran parte de la sesión, incluso cayó algún que otro autorretrato en el que se demuestra que soy capaz de «no llorar» mientras me tatúan. :p

Tattoo

Y con el tattoo aún «fresco» y «sangrante» me fui hacia Xela (Quetzaltenango) con Jonathann para realizar la al Tajumulco, que con sus 4.220 m.s.n.m. es el punto más alto de todo América Central.

A Jonathann me lo encontré caminando por Panajachel. Había conocido a su hermana (Mariane) en … si Indonesia, luego coincidí con ambos en Costa Rica (premeditado) y después apareció Jonathann de nuevo en Pana. Con él pasé muy buenos ratos por Guate y luego volví a visitarle en San José (Costa Rica), donde llevaba un tiempo viviendo. (Que cosas tienen los )
Aprendimos a hacer el cubo de Rubik, superamos los 4.000 metros juntos, nos adentramos en el triángulo ... pero bueno, mejor os lo cuento en sucesivos posts.

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