Quilotoa, el pueblo, la laguna en el cráter y el volcán (Ecuador)

Quilotoa

De Quito nos dirigimos a la provincia de Cotopaxi con la intención de subir el segundo volcán más alto de Ecuador por detrás de Chimborazo, el que lleva el nombre de la provincia, el volcán Cotopaxi (5.897 msnm), pero para ello no nos valía con haber estado unos días en Quito, por eso de que es la capital oficial más elevada sobre el nivel del mar (2850 msnm), hacía falta algo más para aclimatarnos a la altura antes de emprender una ascensión de tal calibre.

Por ello nos dirigimos a Quilotoa, un pequeño pueblo con 3 o 4 hostales/pensiones, un bar y una tienda. No hay demasiada vida, llegamos en Marzo y en nuestro alojamiento solo estábamos nosotros. La mayoría de los hospedajes del pueblo te ofrecen alojamiento con cena y desayuno, como no hay casi bares o restaurantes merece la pena la oferta que suele rondar los 8-10 dolares para las opciones más económicas. Porque la tienda tampoco es que tenga mucha variedad.

La razón por la que fuimos al este lugar era disfrutar de los espectaculares paisajes de la zona y comenzar el aclimatamiento para la ascensión. El pueblo de Quilotoa está a 3.900 msnm y se encuentra emplazado junto al cráter del volcán con el que comparte el nombre.
Tras la formación del volcán y su posterior inactividad (hace miles de años) el cráter se inundó de agua formando una de las lagunas volcánicas más bonitas que he tenido la suerte de contemplar, la Laguna de Quilotoa.

Laguna Quilotoa

Nada más llegar hicimos el trek que recorre toda la cresta del cráter, el punto más alto, Huyan tic , alcanza los 4.010 metros de altura. Es una ruta preciosa que hicimos en unas 4 o 5 horas, pero charlando, haciendo fotos sin parar y disfrutando del paisaje.

 

Laguna Quilotoa

Laguna Quilotoa

A medida que avanzas y cambia la orientación desde la que ves la laguna el color azul de la misma va variando en tonalidad, llegando incluso, a veces, a rozar el verde. Si a eso le unes los cambios de luz constantes provocados por la velocidad de desplazamiento de las nubes llegas a olvidar que estás dando una vuelta en círculo a la laguna para pensar que estás recorriendo un camino con multitud de ellas.

Laguna Quilotoa

Laguna Quilotoa

En algunos puntos del camino se empieza a notar la sensación de altura, a los cerca de 4000 metros que ronda la mayor parte del camino el oxígeno abunda menos y la respiración comienza a ser más costosa.

Laguna Quilotoa

Una vez terminada la ruta caminamos por el pueblo y nos dirigimos al hostal para cenar. Al ser los únicos huéspedes intentamos convencerles para que cenásemos juntos y lo máximo que conseguimos fue que cenase el padre, la hija y la madre cenaron en la cocina…
Ya hable en un post anterior de lo difícil que me resulto el contacto y la conversación con las poblaciones indígenas, en este caso no fue muy diferente. Eso si, la posibilidad de haber compartido con ellos un poco de conversación al fuego de la hoguera antes de ir a dormir fue una experiencia de la que guardo un buen recuerdo.

A la mañana siguiente nos levantamos para recorrer el camino que lleva de Quilotoa a Chugchilan, unos 20 km. Habíamos leído que estaba bien señalizado y decidimos hacerlo por nuestra cuenta para continuar con nuestro proceso de entrenamiento y aclimatación para la altura.

Es un trekking bastante sencillo en el que la mayor parte del camino es cuesta abajo, exceptuando la parte final en la que hay que atravesar un valle imponente con su consiguiente subida para alcanzar Chugchilan. Calculo que se puede hacer tranquilamente en unas 5 horas, aunque a nosotros nos llevó unas 6 o 7 y un buen cabreo, sobre todo yo.

En el campo

Los lugareños se han empeñado en que el camino se haga con guia, o a caballo y han destrozado toda la señalética que indica por donde continuar, supongo que con la intención de que el turista se pierda y como nosotros salimos sin mapa pensando que estaba todo bien señalizado, consiguieron su propósito.

El cabreo vino porque una vez perdidos todo aquél que vimos quiso cobrarnos por indicarnos el camino, algo a lo que me negué en rotundo muy a pesar de Quirós. Tras unos cabreos y discusiones avanzando sin rumbo, justo en el momento en el que más estaba despotricando contra todo aquél que se encontrase a menos de 1 km de mi el silbido de un ángel volvió a dejarme en mi lugar. De lo alto de una loma un pastor llamo nuestra atención para señalarnos el camino con una mano a la vez que gritaba la palabra que indicaba nuestra meta: ¡¡¡CHUGCHILAN!!!
Un camino que acabábamos de desechar pensando que iba en dirección contraria a nuestro destino. Le dimos las gracias a voz en grito con una gran reverencia y continuamos la marcha, esta vez si, en la dirección correcta.

Paisajes

Tendiendo

El resto del camino fue más relajado, el enfado dio paso a un cierto sentimiento de culpa y empecé a pensar que haría yo en su caso o que me supone a mi un dolar en comparación con lo que puede suponerles a ellos. No me planteé cambiar mi forma de viajar, cada dolar es valioso y no hay que regalarlos, pero si conseguí ponerme un poco en su lugar y entender que cuando tu meta es comer, casi todo vale.
Mi meta en esos momentos solo consistía en llegar a Chugchilan.

Festejando

Allí nos alojamos en el Hostal Cloud Forest, el más barato del pueblo, creo que también éramos los únicos huéspedes. En la noche pudimos disfrutar de interesantes conversaciones con encargado del lugar, sobre Ecuador, sobre la política, el indigenismo, sobre Correa, el hecho de que el país está dolarizado, y sobre los proyectos ecológicos en los que participaban.

La vuelta a Latacunga desde Chugchilan es otra aventura en si misma si la haces en bus, las carreteras por las que oscila, entre las que serpentea, son tan espectaculares como peligrosas, sobre todo cuando en las curvas ves como alguna de las ruedas queda totalmente en el aire sobre el precipicio. Y si realizas el trayecto en domingo, después de misa, a la hora del «vermú«, entonces las discusiones, los cánticos y los bailes serán atracción suficiente para que el pestazo a vino barato y las curvas no te produzcan demasiado mal cuerpo.

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San Pedro, Santiago… La Laguna, los machetes y Atitlán – Guatemala

Subida hacia el volcán San Pedro

Con base en Panajachel estuve moviéndome un poco por los alrededores de El Lago. En bote crucé hasta San Pedro La Laguna, uno de los pueblecitos enfrente de Pana desde el que se puede hacer la subida al Volcán San Pedro.
Otra de las opciones era ir a San Marcos La Laguna (San Marcos La Locura le llaman)… me lo vendieron como un remanso de paz, tranquilidad… me lo vendieron como el lugar perfecto para ir a meditar, aprender yoga o relajación, disfrutar del ambiente hippie del pueblo (y cachondeo y fiestas y tal y tal)… y yo me preguntaba: ¿en Guatemala?.
Total que como no conocía a demasiados chapines hippies, o que meditasen, el yoga no formaba parte de la cultura Maya y no tenia demasiadas ganas de cachondeo, pensé que lo mejor era probar suerte en otro lado que no estuviese lleno de gringos, que hacía solo 3 meses que había estado en los USA¿habeis estado en San Marcos?, ¿tal vez precipité mis decisiones?. Me temo que no.

Y llegué a San Pedro, un pueblo de unos 13.000 habitantes, tranquilo, con también con bastante gringo debido a la cantidad de Spanish School que hay allí, algo bastante común en toda Guatemala.
El enclave es precioso y supongo que es una de las razones por las que el Lago tiene tal cantidad de turistas.

San Pedro La Laguna

En un principio intenté buscar la forma de subir al Volcán Atitlán. Tiene un punto místico y es lo suficientemente bonito como para que me atrajese bastante. El problema, la seguridad. Ninguna empresa de guías se atrevía a acompañarme y me dijeron que la probabilidad de asalto, haciéndolo por mi cuenta, era del 99,9%…. me pareció suficiente.
Este es un problema común en la zona del lago. No te van a quitar más de lo que lleves encima y darte un buen susto, pero no son momentos agradables. La mejor forma de moverse entre los pueblos del lago es en bote o transporte público, pero no andando.

Tal vez tengas la suerte de que no te pase nada, o tal vez tengas que comprarte un machete, como el que lleva todo el mundo en Guatemala, para ahuyentar a los maleantes. Véase el ejemplo del señor con machete:

Retrato con machete

No es solo el trabajo en el campo, lo llevan al bar, pasean con él, lo usan para cortar, para abrir paso, para hacerse un bocadillo, para cortarse las uñas, para pelar fruta… yo estuve a punto de comprarme el mío y ponérmelo en la pernera como Cocodrilo Dundee. Después de 3 meses sin parar de ver la imagen en todo centroamérica se llega a hacer bastante familiar.

Tocando el maiz...

Y aquí os dejo un par de imágenes del «intento» de subida al Volcán San Pedro. Y digo intento porque cuando llegamos a la mitad nos informaron de la tasa que había que pagar para subir. Normal, en cuanto hay turistas hay forma de recaudar.
Y como el grupo de artesanos con los que iba no andaban demasiado boyantes de Quetzales (moneda Guate), pues decidimos intentar otras vías.
Si, intentamos colarnos. Y así pasó la mañana, dando vueltas a la zona buscando un camino alternativo que nos habían comentado, riendo, huyendo de los guardias con alguna carrerita de por medio… y cuando nos empezó a entrar el hambre, unos 40 minutos depues de habernos perdido entre la maleza, dijimos… vamos para abajo, sea como sea llegaremos al lago. Y así hicimos.

Artesano con lago de fondo

Pasé un par de días más allí y luego me dirigí a Santiago Atitlán. En este pueblo vi menos turistas, aunque es bastante bazar, tal vez sea un pueblo para ver solo en un día porque la noche que pasé allí no vi casi gente ni en la calle.

Era un lugar más auténtico, menos contaminado por el turismo. Lo noté la primera noche, mientras miraba la luna sentado al lado de la puerta del hostal. De pronto, entre la oscuridad, apareció un joven chapín. Caminaba mirando al suelo y cuando me vio se quedó parado. Se plantó delante mía y empezó a mirarme. No quitaba la vista de mi y noté que intentaba decirme algo. Imagine que se estaba cortando pensando que yo hablaba inglés y le di las buenas noches en castellano. Me miró a los ojos y sonrió. Lo primero que me preguntó es si hablaba «Español«, le dije que si, que yo soy de España… entonces me pregunto cual era el idioma que hablábamos en España. Le dije que… -¿»Español«?-. Pero empezó a reírse.
Y sus palabras fueron: -«Vosotros los «gringos» no hablas Español, no me quieras engañar«-. (Como he comentado en un post anterior, la población Maya habla un castellano bastante pobre).

Una hora más tarde seguía convencido de que yo era gringo, no había manera de hacerle entender que no. Pero tal vez para él, la palabra «gringo» significase más «extranjero» que estadounidense. Y lo más curioso es que una hora más tarde seguía convencido de que yo no hablaba «Español«, y ya os digo que es curioso, porque en todo caso el que no hablaba «Español» era él. Él hablaba el castellano de Guatemala y yo el castellano de España, lo que se denomina «Español«.
Pero es tan distinto el acento, las palabras, los giros, las expresiones, que es común que cuando escuchan hablar castellano de España, piensen que lo hablas así porque lo haces mal, porque lo has aprendido de segunda lengua y lo que hablas bien es el inglés.
Esto me pasó bastantes veces en Guatemala. La pobreza posiciona el trabajo por encima de la educación y esto provoca que una gran parte de la población guatemalteca (sobre todo la población Maya, indígena), no sepan que España está en Europa o de donde proviene la lengua que hablan. Es un estigma para ellos, pero también para el viajero, porque en Guatemala, más o menos, todos somos gringos.

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El Lago Atitlán y los volcanes – Guatemala

Volcán San Pedro con palmera

Atitlán es de esos lugares que conoces y no vuelves a olvidar. A pesar de la cantidad de turistas y «mercaderes«, de la occidentalización «jipista» de algunos pueblos, de la inseguridad de los caminos que rodean el lago y de muchos otros «contras«, el «pro» de la belleza de ese escenario natural, ese paisaje imposible de volcanes que parece sacado de algún sueño, es tan grande que eclipsa cualquier inconveniente.

El Lago tiene algo especial, los volcanes de Atitlán (3 537 msnm), Tolimán (3.158 msnm) y volcán San Pedro (3.020 msnm) alzándose a su alrededor, sus imponentes 18 km de longitud, sus aguas azules, el misticismo Maya que lo impregna todo… y así podría seguir durante horas y no acabaría de describir la belleza de este lugar.

Volcán San Pedro

Pasé mañanas enteras sentado a la orilla, mirando el amanecer, el atardecer, leyendo, hablando con la gente de la zona, con los artesanos, intentando aprender un poco de su lengua (Kaqchikel)…
Me junté con un grupo de artesanos argentinos que vivían en las afueras de Panajachel y me quedé unos cuantos días por allá recorriendo los alrededores del lago o subiendo al Cafe Entre Nubes, cerca del mirador, para tomar algo disfrutando de las maravillosas vistas que tiene.
Hablaré en sucesivos post de lo que rodeaba al lago, de Panajachel, de la vida de los artesanos, de los intentos de subida a los volcanes de la zona, de las fiestas argentinas, de los machetes, de tatuajes… hoy es viernes y prefiero quedarme solo con el recuerdo del Lago.

Lago Atitlán

¡¡Buen fin de semana!!

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*Edito a petición de Cristina para incluir un enlace en Google Maps del la situación del Lago. He marcado la zona desde donde hice estas fotos 😉
>> Enlace al mapa <<

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Pescando con Volcán | Fotografía

Pescando con Volcán

«Pescando con volcán» es una serie de fotos a Gabriel, un pescador chapín que disfruta cada mañana buscando presas entre las aguas del Lago Atitlán, porque lo que hace Gabriel no es solo pescar, es sentir el Lago.
Varias veces le dije lo mucho que envidiaba las vistas que tenia en «su oficina».

Atitlán es un lugar mágico, con una energía especial e indescriptible. Las vistas del lago, particularmente desde Panajachel, son espectaculares.
El volcán San Marcos a la derecha y el Cerro de Oro a la izquierda, escoltado por el Tolimán y el Atitlán , hacen que sentarte a mirar el paisaje pueda dejarte absorto durante horas, deseando parar el tiempo para siempre o que, al menos, esa imagen no se borre jamás de la memoria.

Pescando con volcán

Pescando en Atitlán

Atitlán se encuentra en las Highhlands guatemaltecas, uno de los paisajes más dramáticos y espectaculares del país, desde mi punto de vista. Los alrededores del lago me cautivaron y desde que volví no he podido olvidar aquellas imágenes.

Una de las fotos de Gabriel pescando acabó formando un tríptico que realicé para la exposición en Aperitivos Visuales del año pasado. Se vendió el día de la inauguración y volvió a venderse por encargo durante el año. Es una de mis creaciones más personales, y una de las que más aprecio.

Tríptico Pescando con volcán

Este post es solo una introducción a Atitlán, quería presentaros uno de los lugares que más me «marcaron» en el viaje, y no lo digo únicamente por el Dios del Tiempo Maya que quedó grabado para siempre en mi gemelo.

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Vídeo de la lava en el volcán Pacaya – Guatemala

Este vídeo lo grabé con el móvil desde la cima del volcán Pacaya. Ayer me encontré la tarjeta del móvil que llevaba en el viaje y he descubierto que están todos los vídeos aún 😀

La «excursión» ya la conté en un post anterior: Casi tocando la lava del volcán Pacaya – Guatemala

Es solo para que comprobéis la sensación al ver como se mueve.

¡¡Pasad buen finde!!

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