Cuando cae la tarde en la Shwedagon Paya (Myanmar – Birmania)

Poco puedo escribir de la Shwedagon Paya que no haya escrito ya en el blog, poco me falta por intentar expresar, ahora me toca hacerla sentir.

Tenía la sensación de que mi deuda con ella por los buenos momentos que he pasado en ese lugar no estaba pagada, la sensación de no haberle dado la importancia que merece al hablar sobre mis viajes, al pensar en ellos. Por alguna razón sus recuerdos se encuentran en una parte de mi hipocampo a la que no consigo acceder por voluntad propia… es ella la que viene de vez en cuando. Y este fin de semana vino. Repasando el material del último viaje largo nos encontramos de nuevo cara a cara y decidí juntar las imágenes, los momentos y sensaciones que capturé allí en esta especie de vídeo-documental de como es una tarde en este templo, aunque la Shwedagon Paya sea mucho más que un simple templo, como cae la noche y la religiosidad, la paz y la armonía se apoderan del complejo hasta llegar a hacerte pensar que no existe nada más en el mundo.

El montaje de sonido lo he realizado en su mayoría con sonido directo grabado in situ para intentar transportar al espectador al momento que yo estaba viviendo y recrear la tranquilidad que se respira. Es un trabajo totalmente distinto a lo que estoy acostumbrado a hacer. Pausado y reflexivo es simplemente una representación de la realidad lo más cercana posible usando para ello la banda sonora de la vida.

Sube los altavoces y disfruta de este espectacular lugar, de sus gentes y de una espiritualidad que todo lo impregna.

Quiero agradecer a  Jesus Paz Muñoz y Malevolo el equipo de audio y cámara para que esto fuese posible.

Amanece la vida en la ciudad antigua de Bagan – (Myanmar / Birmania)

El amanecer en Bagan es una de las escenas más bonitas que he contemplado en mi vida. Supongo que debe ser la razón de que haya conseguido despertarme para disfrutar de este espectáculo hasta en 5 veces y las 5 hayan sido mágicas.
Las sensaciones son indescriptibles, las emociones incontrolables, solo, sentado en casa y a más de 10.000 kilómetros de distancia se me siguen poniendo los pelos de punta de tan solo intentar explicarlo.

Ver el sol asomando entre las más de 4.000 pagodas que forman esta zona arqueológica te lleva al punto más lejano al que se puede llegar en un instante, te lleva al interior de ti mismo en un viaje al que no le vislumbras retorno o no quieres verlo.
El mundo avanza aunque nos neguemos a ello y una vez vuelves al mundo real, con el gran astro en lo alto, la vida vuelve a recuperar su ritmo y el tiempo se reestructura para que el reloj pueda volver a marcar los minutos y segundos que nos ayudan a interpretarlo. Una luz anaranjada que parece irreal se apodera de todo hasta el infinito y tira de los elementos como un hilo mágico que nos une al universo dotando al día de movimiento. Es el amanecer de la vida, un amanecer distinto al del mundo, que avanza a su propio ritmo, especialmente en Myanamar, el lugar donde la prisa y la impaciencia carecen de sentido y definición exacta.

La duración del momento que va desde el amanecer hasta la hora del almuerzo es más que suficiente para enamorarte de esta ciudad antigua, para tomarle el pulso y empezar a entender que solo una mirada pura e inocente, más allá de estereotipos y comparaciones, será capaz de ver lo que se esconde tras la belleza de su inmensidad.
Una mañana en Bagan es más que suficiente para enamorarte, una mañana en Bagan es más que suficiente para sentirte vivo y afortunado, una mañana en Bagan… no es suficiente.
Por eso he visto ese amanecer 5 veces y por eso volveré a disfrutar de él, volveré a sentir como se me ponen los pelos de punta y llego a perder el habla en un viaje al que no querré ver retorno.
Así es el amanecer más bonito que he contemplado, así es el amanecer en Bagan.

1 minuto navegando el Irawadi al atardecer en Myanmar (Birmania)

Un minuto del trayecto en ferry que lleva de Bagan hasta Mandalay surcando el mítico río Irawadi. La salida desde Bagan es temprano en la mañana y la llegada a Mandalay poco después del ocaso. El día transcurre a ritmo lento, observando lo que sucede en las orillas del río más largo e importante del país. Estas mismas aguas inundan los arrozales del sur cada año para dar vida al sustento principal de todo Asia, el arroz.

Este vídeo es otro regalo, como el minuto del atardecer en Wadi Rum, otro minuto para evadirse del día a día de la rutina, de los noticiarios y de los desastres, porque el mundo sigue siendo bello aunque se empeñe en esconderse de nuestros ojos.

¡Buen fin de semana!

Equipo de vídeo por Malevolo
Equipo de audio por Path Sound

La escuela Km 42, otro proyecto de Colabora Birmania en Mae Sot (Tailandia)

Escuela Km 42

La escuela Km 42 fue el segundo proyecto que visité de Colabora Birmania durante mi estancia en Mae Sot. Fui 2 veces, en la primera coincidió que andaban por allí Jose Lourido (amigo de España que en este viaje ya había encontrado en El Cairo y Bangkok), Artur, Eugenio (le conocí en México durante la vuelta al mundo), María Jose y Dibol, y fuimos principalmente para ver un poco como funcionaba el centro. La segunda vez fui para hacer unas fotos de Javi encargandose de las negociaciones y la compra del material para la construcción de un nuevo comedor y fotografiar las mesas que habían comprado para los niños con la ayuda de los socios.

El trabajo que realiza CB en el 42 es el mismo que en la Chicken School a nivel de permisos de residencia, aunque hay algunos alumnos que son muy mayores y el gobierno tailandés no les concede el permiso, con lo que continúan en situación ilegal por tiempo indefinido. El propósito de este permiso es que puedan finalizar su periodo escolar sin problemas de deportaciones o tener que pagar sobornos a la policía. El permiso dura 10 años (tiempo que el gobierno entiende como suficiente para finalizar los estudios básicos) pero algunos alumnos empiezan a estudiar muy tarde y debido a su edad el gobierno deniega los permisos.

En el 42 hay inscritos 400 alumnos, 42 de los cuales están internos en dormitorios construidos por Colabora Birmania. Los motivos por los que estos jóvenes tienen que estar internos son que no tienen padres, que su familia cercana vive en Myanmar, o, simplemente, que viven tan lejos del cole que Colabora no puede costear su transporte diario.

CB ha construido los edificios del 42 (cocina, comedor, aulas, baños, parvulario y dormitorios) corriendo íntegramente con los gastos de la obra: materiales, salarios de los obreros, del constructor, etc. Con el tema mantenimiento de la escuela y comida, se reparten los gastos junto a Help Without Fronteers pagando la mitad cada una (gastos de alquiler de terreno, electricidad, agua, salarios, material escolar, etc).

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Llegamos al centro a la hora de la comida. Me sorprendió la increíble organización y disciplina de l@s niñ@s. Los mayores cuidan de los pequeños para que no les falte nada y además se encargan de las labores organizativas en las diversas tareas que hay que realizar. Ningún «superior«, profesor o adulto tiene que estar encima, saben lo que tienen que hacer en cada momento y lo hacen, no por miedo al castigo, lo hacen porque saben que es necesario para avanzar. Su vida no ha sido fácil desde que nacieron y no han tenido más apoyo que el que se dan los unos a los otros, lo único que tienen claro que no les podrá quitar nadie.

Esto crea un sentimiento de comunidad y unión entre ellos que facilita mucho el trabajo a los profesores y al equipo de Colabora.

Un ejemplo claro es ver como cuando terminan de comer ayudan entre todos a lavar los platos y cubiertos que han usado.

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Y cuando ya está todo recogido ha llegado el momento de jugar (con los farangs) un rato antes de que vuelvan a empezar las clases.

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

La segunda vez que pasé por el 42 estaban realizando una campaña de vacunación a los más pequeños. Las caras de miedo no llegaron a tornarse en llantos en ningún momento, una vez vacunados salían sonrientes y se quedaban a un lado para ver los gestos y las muecas que ponían los demás. Son unos valientes 😉 .

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Aproveche para realizar unas fotos que necesitaban para mostrar las nuevas mesas que habían comprado con la ayuda de las aportaciones de los socios.

Km 42

Km 42

Y para seguir a Javi en las negociaciones que estaba llevando sobre la construcción del nuevo comedor y la compra de materiales para continuar con las obras.

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Escuela Km 42

Si tuviese que definir con un frase un día visitando los proyectos de Colabora Birmania diría que es «un día inundado de sonrisas«. Imagino que esas sonrisas son pago suficiente para quien dedica su vida a intentar dar un futuro a lo demás, y a pesar de ello el equipo de CB no duda un instante a la hora de devolverlas.

(*) En Febrero de este año hubo un incendio que arrasó casi todas las comunidades en las que viven las familias de los alumnos del 42. En menos de 2 meses Colabora Birmania y las ONGs que trabajan en Mae Sot casi han conseguido reconstruir estas comunidades. Por supuesto esas familias no podrán reconstruir «la vida» que perdieron entre las llamas pero el trabajo de estos voluntarios les ha ayudado a recuperar parte de la dignidad que el fuego les robó.

(**) La semana pasada Colabora Birmania presentó su último proyecto, una divertida aplicación para smartphones y tablets nacida de la imaginación de su alumnos. El diseño, los sonidos y todos los elementos gráficos de la aplicación han sido creados por los niños y niñas de la escuela Km 42. Puedes descargarla visitando Ahoratetocaati.org o pinchando en el banner que he puesto debajo de la cabecera a la derecha.

>> Ver todas las fotos del reportaje en Flickr <<

Que proyectos como este puedan seguir adelante depende del trabajo de Colabora Birmania (Carmen, Javi, Marc, Mery, Dani y el resto de voluntarios que “colaboran” con ellos), pero también está en tu mano la posibilidad de ayudar a que los refugiados birmanos tengan la dignidad que merecen:
Puedes hacer tu donativo en la cuenta de Colabora Birmania en La Caixa:
2100-0515-45-0200219564
.
Otra opción es hacerte socio de Colabora Birmania y ayudar a continuar con este fabuloso proyecto que espero dure por siempre, o al menos hasta que el pueblo birmano pueda vivir con dignidad, sin represión, en libertad y sin ayudas… mientras tanto, yo COLABORO, ¿y tu?.

Es lunes en Colabora Birmania (Mae Sot, Tailandia) – Fotografía

Faltan 10 minutos para las 8 de la mañana y Javi ya me está esperando con un café en la puerta de la oficina de Colabora Birmania en Mae Sot. Tras su sonrisa perpetua adivino un «buenos días» y acto seguido me hace un gesto para que subamos a la pick-up mientras revisa una pequeña libreta llena de anotaciones.
Es lunes y empieza la semana para esta pequeña ONG y los niños de los proyectos que están desarrollando. Lo primero es ir a recoger al resto del equipo y algunos voluntarios que van a ayudar con la compra semanal de comida para la Chicken School y de ahí directos al mercado.

Es lunes en Colabora Birmania

Seguir a Javi entre los puestos y tiendas es una tarea complicada, absorto en su libreta se mueve de forma caótica mientras bromea con las vendedoras en tailandés, va encargando provisiones que luego volveremos a recoger y hace cuentas sin parar.
Me explica que la comida para toda la semana de esta escuela que acoge 83 niños, el director, una cocinera y 2 profesoras suele rondar los 3000 baths (unos 65 euros), menos las veces que hay que comprar arroz, cada semana y media, que son unos 1000 baths más (20 euros).
Mientras lo anoto en mi Moleskine calculo a ojo de buen cubero a cuanto asciende el total para un mes, me salen menos de 350 euros y mi mente vuelve al primer mundo intentando entender como puede ser que con esa cantidad cueste hacer la cesta de la compra de un mes para una familia y aquí puedan comer 87 personas durante esos mismos 30 días.

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Una vez terminada la compra subimos a la pick-up para dirigirnos a la escuela Chicken School, el lugar en el que un director y 2 profesoras se encargan de educar a 83 niños y niñas, hijos de refugiados birmanos cuyas familias carecen de los recursos necesarios para escolarizarlos en otro centro. Estos recursos de los que carecen no son únicamente económicos, en la mayoría de los casos el recurso del que no disponen para poder escolarizarlos por la vía normal es el pasaporte tailandés.
Los refugiados birmanos se encuentran en una situación complicada, la junta militar en Myanmar niega la nacionalidad de los hijos nacidos fuera del país y el estado tailandés se niega a reconocerles como ciudadanos de pleno derecho, esto y el hecho de que ACNUR haya dejado de facilitar estatus de refugiados a aquellos que abandonan Myanmar buscando un futuro, ya no mejor, simplemente el que les toque, les deja en medio de un vacio total (ya no digamos legal) por el que pasan a depender directamente de las ONG´s que trabajan en la frontera de estos 2 países (o a comprar identidades de jóvenes que fallecen prematuramente en Tailandia).
Colabora Birmania se encarga de registrarlos en el EMOE (Ministerio de Educación tailandés), con este registro les conceden un permiso que les autoriza a residir legalmente en Tailandia durante 10 años, una vez que pasen esos 10 años vuelven a convertirse en «apátridas» sin derechos.
Hay 72 escuelas de estas características registradas en el EMOE y ninguna de ellas recibe ningún tipo de ayuda del estado tailandés.

En lo que a la Chicken School se refiere, Colabora Birmania se encarga de los gastos de alquiler, electricidad, comida, material escolar y sueldos de los profesores, supongo que es una de las razones por las que a la llegada a la escuela desaparecimos entre manos y abrazos por parte de los pequeños. Es difícil describir la sensación que tuve al llegar, no tenía claro lo que me encontraría aunque podía ser fácil de adivinar, aquello era un mar de sonrisas de agradecimiento.

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Los pequeños estaban en clase y, como es de suponer, la revolución que supuso nuestra llegada complicó un poco el trabajo de las profesoras, al momento volvieron a poner orden y comenzaron a organizar el tema de la comida.

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Los más mayores se encargan de ayudar a la cocinera y una de las profesoras a preparar la comida y una vez está terminada ayudan a servir las mesas. El orden es total, con la comida no se juega, saben que es un bien valioso, por ello las escenas que se pueden contemplar aquí distan bastante de las que podrían verse en un comedor de escuela en España; no hay malos gestos y a nadie se le ocurre decir que algo no le gusta, pedir «ketchup» o tirar algo de comida.

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Una vez han terminado de comer cada uno recoge sus cosas, las lleva a la pila y van a lavarse los dientes, el siguiente paso lo conocemos todos: SIESTA.

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Es lunes en Colabora Birmania

Como podéis comprobar no solo los pequeños aprovecharon para echar una cabezadita.

Y una vez terminado el trabajo el equipo de Colabora Birmania puso de nuevo rumbo a Mae Sot para comer algo y seguir con las labores de oficina: responder emails, preparar nuevos proyectos, editar algunos vídeos y fotos, buscar nuevas ideas de financiación… vamos, lo que es el día a día de quien ha decidido volcarse en los demás.

Supongo que cuando te embarcas en una aventura de este tipo no esperas recompensa alguna, pero estando allí me di cuenta de que simplemente ver la sonrisa de esos pequeños cada lunes por la mañana es la mayor recompensa que nadie puede recibir, porque es sincera, muchos no tienen edad de entender la situación en la que se encuentran, solo saben que esa gente ha decido ayudarles… ¿a que?, a que puedan tener una vida digna, la vida que cualquier menor en el lugar del mundo en el que se encuentre debería tener.

>> Ver todas las fotos del reportaje en Flickr <<

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2100-0515-45-0200219564
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