En León pasé un par de semanas con la gente de Un Mundo de Circo haciendo un reportaje sobre su proyecto de cooperación, trabajaban durante la semana pero los fines de semana los tenían libres y siempre hacían alguna excursión interesante. Aprovechando que el grupo había aumentado con mi llegada y la de Jon y Ainhoa decidimos pillarnos una «rutera» entre nosotros y recorrer los alrededores de León acabando el día dándonos un baño en las aguas del Pacífico.
Aclaro: Las ruteras son las camionetas abiertas que se usan como transporte público colectivo en León y en gran parte de Nicaragua.
La primera visita fue León Viejo, el emplazamiento original de la ciudad de León antes de que un duro terremoto la dañase en 1610. No la destruyó del todo pero la actividad sísmica y telúrica del lugar donde se encontraba no tardó en generar el consenso de la comunidad para moverla a otro lugar.
En 1967 se volvieron a encontrar las ruinas de esta ciudad fundada en 1523. En realidad es ir a ver las ruinas de una ciudad colonial.
Lo que más me impresionó del lugar fue cuando al ver el Monumento a la resistencia indígena nos contaron la historia que dio pie a esa escultura, un tributo a 18 caciques indígenas devorados por perros hambrientos a causa de una orden del gobernador Pedrarias Dávila. Otra muestra de la «amabilidad» de los conquistadores.
Las vistas están presididas en todo momento por el Volcán Momotombo. Un imponente cono volcánico del que pudimos disfrutar desde las ruinas, desde el Puerto de Momotombo junto al que se instaló la ciudad de León Viejo y desde las comunidades de la zona en las que fuimos parando durante el viaje.
En la rutera camino de la playa.
Después de comer en algún comedor barato de carretera nos dirigimos a la Playa de Salinas Grandes para terminar el día dándonos un baño en las aguas del océano Pacífico. Del agua dulce al agua salada. Las aguas que se ven en las fotos del volcán son las del Lago Managua, el segundo lago en extensión de Nicaragua tras el Lago Nicaragua.
Salinas Grandes es una playa inmensa de arena negra volcánica, casi nada desarrollada, vacía y acogedora. El mar tiende a estar picado ya que lo único que tiene de pacífico este océano es el nombre. Tan picado que meter las barcas para faenar durante la noche es una obra casi de ingeniería. Primero hay que acercarlas hasta la orilla y una vez dentro hay que conseguir salir sorteando las olas, reculando y avanzando una y otra vez con el continuo miedo de volcar si no se hacer la maniobra adecuada en el momento justo.
La agonía ante las historias de los pescadores nos llevó a improvisar un grito sordo, como el grito de la naturaleza, para empatizar con su angustia. Un homenaje a Munch tan efímero como la duración de ese sentimiento, aguantaría hasta la subida de la marea unas horas más tarde, algo que no veríamos, nos marchamos en cuanto divisamos las barcas camino de alta mar, la angustia había terminado y esa noche, con suerte, el océano que les había dejado pasar unas horas antes les entregaría el maná que buscaban.
El océano proveerá dirían los pescadores si la conquista no hubiese sido «tan amable«. Los perros hambrientos consiguieron que a día de hoy todo se lo agradezcan a algún Señor.
Al llegar la noche estábamos en casa comentando si cada día sería la misma aventura o si alguno de esos Señores, tal vez el señor Poseidón, les permitiría una tregua de vez en cuando.
Estas veladas charlando eran de lo que más disfruté en León. Durante mi estancia allí tuve la suerte de alojarme con la gente de Un mundo de circo en su pequeño gran hogar, no lo hice para abaratar costes, hay muchos hoteles en Nicaragua con precios asequibles, fue más bien la manera de disfrutar del pedacito de sus vidas que me brindaron durante aquellos días.
Por casualidades de la vida su proyecto lo conocí mientras colaboraba con la ONG La Esperanza en Granada (Nicaragua), de ahí me fui a León (Nicaragua) con ellos y un año y pico más tarde me encontré con Rafa y Raquel (2 de los miembros) en el Pata Palo en Granada (España). Son de Zaragoza y habían ido a pasar el fin de semana por el sur… lo mismo que yo. Para que luego digan que el mundo no es un pañuelo.
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Recupero historias de aquel viaje de vuelta al mundo que nunca terminé de contar en el blog. Poco a poco intentaré hacerlo intercalando post entre las nuevas aventuras.
(*) Esta excursión la realizamos un 24 de Octubre de 2008… que se dice pronto.