Un mercado flotante era de las pocas cosas que me quedaban por ver en Bangkok y tarde o temprano tenía que llegar.
Antes de empezar el viaje de 11 meses a Asia estuve mirando vuelos a Tailandia a ver si conseguía pasar el mínimo posible de días sueltos en la ciudad antes de salir para Myanamar. Las cábalas no salieron de la mejor forma posible y estuve por allí una semana, tiempo de sobra para intentar ver algunos de esos «imprescindibles generalistas» que se me habían pasado en anteriores visitas.
Llamo «imprescindibles generalistas» a esos lugares que por considerarlos muy turísticos o poco interesantes no despiertan mi interés primordial, se sitúan como lugares posibles si hay tiempo de sobra o las circunstancias no propician una opción mejor.
En el caso de Damnoen Saduak se dieron ambas condiciones. Tenía una semana y llegaba en Noviembre de 2011, con media Tailandia inundada en general y Bangkok en particular. Entonces, si la ciudad estaba inundada, ¿que mejor que una atracción flotante para que no se viese afectada?.El problema fue llegar hasta allí, se encuentra a 80 kilómetros de Bangkok y nadie confirmaba que las carreteras no estuvieran cortadas por el agua, ni en la misma estación de autobuses. El aburrimiento y la falta de perspectivas ganaron a las dudas y tras un taxi a la estación Este de Bangkok y una minivan de unas 2 horas estaba en algún punto cercano al mercado intentando no ser timado por los barqueros. Lo de siempre.
Ya sabía donde estaba viniendo por lo que estaba totalmente mentalizado, es un lugar turístico. Lo primero es NO a todo, luego ya veremos. Intenté que me explicasen donde empezaba el mercado y si la estación de autobuses donde me dejaron estaba muy lejos… tarea imposible, como era lógico había que ir en barca por un precio «muy barato amigo«. Les dije que ya me buscaba la vida y empecé a caminar hacia la carretera, antes de llegar a la puerta me llamaron para decirme que era hacia la izquierda, menos de 10 minutos, les di las gracias –kopun kap- y me puse en marcha.
Imagino que debido a las inundaciones de esos días las dudas ganaron a muchos de los turistas que suelen visitar este mercado y se quedaron por Bangkok. Estaba bastante vacío, algo que por supuesto no me disgustó, el problema es que tampoco tenía la vida que había visto en fotos y vídeos del lugar, no tenía la multitud y el abarrotamiento de barcas y productos, lo que por otro lado permitió una mayor cercanía para charlar con las vendedoras. Me llamó la atención que casi no se ven productos de verdadero mercado, la mayoría de las barcas venden comida o souvenirs y lo que más me llamó la atención es que los rasgos de las vendedoras no me parecían demasiado thais. Os aseguro que tras unas cuantas visitas al sudeste asiático se puede distinguir las caras de los habitantes de los distintos países… no al 100%, por supuesto, pero acabas viendo esas diferencias, ni todos los chinos son iguales ni todos los blancos somos narizotas. Además las ropas y algunos adornos hacen inconfundibles algunas nacionalidades, si lleva thanaka en la cara está claro: es birmana.
El caso es que me puse a preguntar, «where are you from?«, al principio se quedaban como un poco sorprendidas y al momento sonreían entendiendo que se lo preguntaba a sabiendas de que no eran tailandesas. Birmana y laosiana fueron las nacionalidades mayoritarias entre barqueras y vendedoras de la orilla, en las tiendas eran más tailandesas, si era su negocio, pero las dependientas eran birmanas también, en su mayoría.
El desarrollo trae inmigración y esta copa de primeras el sector servicios, esos trabajos mal remunerados que ningún nacional quiere hacer. El problema llega cuando ese desarrollo se da únicamente en algunas zonas del país (turísticas, industrializadas, urbanas…) y esos lugares deben asimilar la inmigración exterior y la que proviene del campo y las partes más agrícolas, cuando en la realidad los inmigrantes extranjeros compiten con una gran parte de nacionales que se encuentran, por desgracia, en igualdad de condiciones. Entonces estos nacionales se quedan esos trabajos malos y para los extranjeros (más pobres) quedan los que son de lo malo, lo peor. Son conclusiones sin datos, pero a mis preguntas de cuanto ganaban trabajando de lunes a domingo sin festivos ni vacaciones todas respondían con silencio, sonrisas o un escueto «para vivir«.
Lo que más me gustó fue pasear por los alrededores del mercado, por los puentes, entre los canales, salir de la marabunta de tiendas-barca para intentar ver como vive la gente de la zona, como hacen cuando no te están mirando fijamente a los ojos para ver si compras.
Es una de mis maneras de buscar el encanto de un sitio, apartarme hasta que no hay nada que me diga lo que tiene de especial y que aún así me llamen la atención las imágenes que veo. En Damnoen Saduak no encontré mucho más que el encanto que ya había visto en postales de otros. Es un lugar para ver, pero uno más en una región repleta de mercados flotantes.
Es lo que tiene el monzón… mucha agua.
Algunos datos prácticos:
– Para llegar a Tailandia desde España puedes reservar vuelos con Iberia.
– Para llegar a Damnoen Saduak desde Bangkok puedes hacerlo de forma sencilla desde la estación de Ekamai, las minivan parten cada 30 minutos y el coste es de 80 Baths.
– El precio de una barca para la visita del mercado es de entre 350 y 500 Baths sin forzar el regateo (solo pregunté).
– Una comida para una persona en uno de los restaurantes locales de la orilla fueron menos de 100 Baths incluyendo la bebida. Hay que tener en cuenta que al ser turístico los precios van a ser más altos que otros lugares del país.
– No muy lejos de este lugar se encuentra el mercado flotante de Amphawa, al parecer es menos turístico, o al menos tiene más turismo local.
(*) Este es el primero de una serie de post sobre Bangkok que tengo pensado escribir, creo que no le he dedicado a esta ciudad la atención que se merece.