Hay ciudades en el mundo que a medida que avanza la historia pasan a un plano superior al del resto de sus «iguales«. De alguna extraña manera toman forma en si mismas, dejan de ser urbes para transformarse en una especie de entes «autónomos«, de pequeñas ciudades-estado de idiosincrasia y personalidad propias.
Sus habitantes las hacen suyas y las magnifican con pequeños gestos cuando están fuera. En el más remoto rincón del mundo ellos no son de Inglaterra, USA o Francia… al típico where are you from? responden directamente con un London; New York; Paris; y se quedan tan frescos. Se lo pueden permitir.
De entre ellas UNA parece tener algo más especial que el resto… o eso, o que está en Francia y los franceses son muy así. Si, hablo de París, la ciudad de las luces, del amor, de la bohemia, de las baguettes, de las cervezas a 7 pavos y de los menús más caros que he visto en mi vida.
Menos mal que para disfrutar de las vistas mientras caminas por sus calles no te cobran… al menos por ahora.
París fue el primer destino que pisé fuera de España, nos llevaron mis padres a Eurodisney cuando mi hermano y yo eramos pequeños y aprovechamos para visitar la ciudad (como no). Era principios de los 90 y aquello no tenía nada que ver con lo que había visto antes, no nos engañemos, en Hortaleza todavía estábamos a años luz de aquel lugar.
Todo era gigante, hablaban raro, vestían diferente y estaba… llena de negros. Hay que tener en cuenta que por aquel entonces a España aún no había llegado el «boom» de la inmigración y los únicos restaurantes internacionales que había en Hortaleza eran chinos. Los inmigrantes que teníamos eran extremeños, manchegos (como mis padres)… que venían a buscarse la vida en la ciudad, o en lo que yo pensaba que era una ciudad, hasta que llegué a París.
Aquello si que es una ciudad. Cosmopolita, moderna, cultural… Te pones a patear, a recorrer sus calles, y no se acaba nunca, pero lo mejor, no se acaban sus atractivos. Si añades notas a la lista de «imperdibles» tal vez esta tienda a infinito.
Te puedes pillar un apartamento para un mes (All-Paris-apartments) y te seguirá faltando tiempo. Digo apartamento por eso de poder cocinar en un momento dado, algo que agradecerás cada vez que abras la carta de un restaurante parisino.
A París volví otras 2 veces y entre estas 3 visitas he acabado creando la selección de mis «imperdibles«. Intentando que esta lista no tienda a infinito voy citar aquí, sin tener que irme demasiado lejos, los que aparecen en las fotos de este post:
1 – Catedral de Notre Dame. La Catedral.
2 – Tour Eiffel. La segunda vez que estuve la subí corriendo hasta el segundo piso. Casi perdemos el hígado en los cerca de 10 minutos de subida por las escaleras… eramos jóvenes y valientes.
3 – Basílica del Sacré Cœur y la plaza de los pintores que hay en la misma colina.
4 – Cementerio del Père-Lachaise, el lugar donde se encuentras las tumbas de numerosas celebridades como Balzac, Marcel Camus, María Callas, Chopin, Molière o Jim Morrison.
5 – Centro Pompidu (Museo de arte moderno). Me gustan bastante las obras de la colección permanente y las imágenes que te encuentras paseando por sus salas.
6 – Museo del Louvre. Es increíble poder disfrutar del retrato de la Mona Lisa durante las milésimas de segundo en las que eres capaz de quitar los codos que te están metiendo en la cara unas 3 o 4 personas a la vez. El resto del museo es una pasada también.
7 – Le Moulin Rouge… no he podido dejar esta foto en blanco y negro como el resto de la ruta, este lugar no sería lo mismo sin el rojo.
8- Aeropuerto Charles De Gaulle. El mejor punto de comienzo y final de un viaje a París que no sea por tierra. Te puedes hacer fotos como las de Bono en «All That You Can’t Leave Behind» y luego irte de merienda-cena a la ONU. Si no eres el cantante de un grupo famoso significará que, al menos, no estás viajando con Ryanair.
Una observación de última hora. Solo precisar que las fotos que ilustran este post son de hace casi 11 años, me he dado cuenta porque en flickr aparecen los metadatos de la foto y son, para ser exactos, de Agosto de 2002, cuando aún viajaba como las personas… en vacaciones de 3 semanas.
Una visión de París en blanco y negro, como mis recuerdos de aquellos tiempos pasados (me estoy pasando, ¿no? :p).