Una escolta de paredes de casi 300 metros de altura de conglomerado rojizo es el distintivo de este precioso pueblo del prepirineo oscense. Un distintivo que ha convertido esta «casi aldea» de 50 habitantes en una referencia para la escalada a nivel mundial.
Los Mallos de Riglos cuentan con una gran cantidad de vías de varios largos que van desde V de clásica a 7b de deportiva. No he tenido la oportunidad de probarlas porque la razón de mi visita a la zona era otra, pero no he querido desaprovechar al ocasión de pasar a hacer la foto de rigor. Hace años que tenía ganas de ver este espectáculo de la naturaleza con mis propios ojos y ha sido el colofón perfecto para un fin de semana de lo más entretenido y divertido que tal vez se acabe convirtiendo en «viajes que contar«.
En lo que se ha convertido seguro es en un nuevo montón de amig@s viajer@s y otro montón de anécdotas. Les mando un saludo a tod@s pero no los nombro porque la lista sería demasiado larga y además… no me acuerdo de la mitad de los nombres :/ .