Sihanoukville y la Isla Secreta

En Sihanoukville he pasado unos 11 días. Llegue buscando sol y playa… y los encontré.

Sihanoukville es una ciudad costera de 170.000 habitantes con las mejores playas de Camboya, eso conlleva turistas, ambiente nocturno y un amplio abanico de posibilidades para relajarte y disfrutar.

Me aloje en el Green Gecko Guest House, 4 $ al día por habitación doble, es un Guest House con internet, restaurante y billar gratis (da mucho juego). Está situado en Victory Hill, una colina que fue centro fundamental de alojamiento de mochileros y que ahora se ha convertido en el pequeño «barrio rojo» de Sihanoukville. A pesar de ello sigue siendo uno de los lugares mas tranquilos de la ciudad y tienes Victory Beach a menos de 5 minutos andando.

En el Guest House alquilé una moto (4 $ / día) para recorrer las distintas playas de la zona. Empecé por Victory Beach, una tranquila playa de arena blanca sin demasiada gente. Luego visité Serendipity Beach (me encanta ese nombre), la gran playa turística, bonita pero con demasiados chiringuitos y gente intentando venderte «lo que sea«. Serendipity se transforma por la noche y la gran cantidad de bares y restaurantes que congrega la convierten en una de las playas con mas ambiente de la ciudad.
Al lado se encuentran Occheuteal y Otres, playas mas tranquilas y tomadas por los locales. En el otro sentido puedes encontrar las playas de Sokha, Independence y Lamberkay. La que mas me gustó fue Independence, con la mezcla perfecta entre tranquilidad y turismo.
En un par de días es fácil recorrerlas todas con una moto.

En Sihanoukville también puedes disfrutar de una gran variedad de restaurantes de todo tipo y deleitarte con la gastronomía camboyana, en la que destacan las curiosas Happy Pizzas. Unas pizzas que pueden hacerte feliz con un «ingrediente secreto» camboyano. Cual sera este secreto gastronómico??, jeje.

Una vez visitada la ciudad y su playas empezó la misión que me había traído hasta aquí. Todo comenzó en Siem Reap cuando conocí a Juanma y Xavi. Tomando unas cervezas empezaron a hablarme de una isla que tenia una de las playas mas espectaculares que nunca habían visto. Eran 8 km de arenas blancas y aguas azules totalmente desiertas. Me enseñaron fotos y algunos vídeos y entonces decidi que tenia que verla con mis propios ojos. El problema fue que no querían decir la localización de «la playa» para que no se perdiese el encanto.
Después de una ardua labor de investigación por mi parte y unas cuantas cervezas, decidieron darme el contacto de la persona que les habló de ella. De esta forma tendría que superar paso a paso las mismas dificultades que ellos sufrieron para encontrarla. Suena a película?… pues continuo.
El primer paso era encontrar a Paco, un español que ha vivido los últimos 16 años en Asia y que ahora regenta un restaurante de comida española en Sihanoukville. Fue fácil. Después de alguna cerveza y saborear los mejores delicatessen de nuestra gastronomía (bravas y pincho de tortilla), Paco me proporcionó las coordenadas de esa playa sin nombre y «la forma de llegar a ella«.
Para ayudarme en tan complicada empresa, y abaratar gastos, recluté a algunos de los mas valientes y aguerridos viajeros de la zona. El grupo quedó formado por Jon (Euskadi), Marta (Galiza), Santiago (Virginia) y Pak (Hortaleza).
Para continuar la aventura debíamos encontrar un puerto pesquero y algún barco de pescadores que partiese hacia «la isla«. Fueron horas de sufrimiento bajo un sol abrasador pero conseguimos nuestro propósito. Los barcos partían cada 3 días y nos costaría 10 $ por persona. La vuelta seria en 3 o 6 días… si el mar lo permitía. Todo esto lo zanjamos por señas porque nadie de este muelle conocía el lenguaje ingles… y menos aun la lengua castellana.
Dos días después partimos hacia el paraíso… pero no iba a ser todo tan fácil. Tras cerca de 4 horas de viaje en el barco pesquero arribamos a un pequeño pueblo de pescadores en el extremo oriental de «la isla«. Intentaron convencernos de que «la playa» estaba cerca y tuvimos que pasar la noche en aquel lugar dejado de la mano de dios y en el que nadie tenia la mas ligera idea de hablar otro idioma que no fuese el Khmer. Tras disfrutar de una velada maravillosa viendo alguna que otra telenovela khmer en los hogares de los amables aldeanos, e intentar, en balde, enseñarles una parte de nuestro folklore tradicional (el juego de los animales y el intercambio de comida y presentes), decidimos acostarnos con la esperanza de llegar al día siguiente a nuestra ansiada playa.
Cuando nos levantamos botaron una pequeña embarcación para llevarnos a nuestro destino. Imaginad cual fue nuestra sorpresa cuando, con una sonrisa en la boca, nos señalan una minúscula playa cercana al pueblo y nos dicen: «the beach!». Pero el olor a pescado y el agua marrón no era precisamente lo que andábamos buscando.
Después de largas discusiones, de que intentasen sacarnos mas dinero y a pesar de no habernos entendido absolutamente nada, continuamos el viaje alrededor de la isla.
Cerca de 2 horas después divisé la playa que había visto en las fotos de Juanma y Xavi, «esa es!!!», grité, pero no me entendieron… solo mi enorme sonrisa les hizo darse cuenta de que casi lo habiamos conseguido, y en ese momento una gota de agua torno mi sonrisa en un gesto de preocupación y el diluvio universal cayó sobre nosotros. Fueron algo mas de 30 minutos navegando bajo una lluvia torrencial y pequeñas olas que ya se hacían notar, yo solo sufría por mi camara y mis fotos (si, lo se, puro egoísmo).
Por suerte llegamos a un pequeño puerto en una de las esquinas de «la playa» y amarramos el bote. Habíamos conseguido nuestro propósito al fin??… aun no, nos quedaba recorrer los 8 km de playa, cargados con los macutos, para llegar al único lugar en el que se podía pernoctar. Cuando paro de llover comenzamos el camino. Fueron cerca de 3 horas y media que sin duda merecieron la pena. En el otro extremo encontramos un Guest House con solo 2 bungalows y cerveza fría, cogimos uno de ellos por 15 $ para los 4, unas latas de BeerLao y disfrutamos durante los días siguientes de los bellos paisajes y atardeceres que nos ofrecía «la playa«.

atardecer

La verdad es que el lugar es impresionante, en esos días no vimos practicamente a nadie mientras recorríamos los 8 km que nos separaban de la única tienda de la zona (no fuimos previsores y nos quedamos cortos de comida). Pero era maravilloso descubrir cada mañana que teníamos esa preciosa playa sola para nosotros.

yo

Disfrutamos de la tranquilidad y el relax de un lugar en el que no hay nada que hacer, y 7 días después conseguimos otro barco que nos llevaría de vuelta al mundo real. No podíamos volver con el primero debido a la «pequeña discusión» que tuvimos con ellos… bueno, y a los 10 $ que no les pagamos y que nos pedían por el segundo trayecto en el bote.

Fue una aventura muy divertida en la que encontramos uno de esos sitios que piensas que ya no quedan en el mundo. No voy a desvelar aquí el nombre de la isla, ni dare mas facilidades para llegar que las que yo tuve con la esperanza de que no cambie demasiado. El que quiera encontrarla solo necesitara suerte, ganas de aventura, constancia y unas bravas con tortilla en el Paco’s Restaurant (Calle Ekareach, Sihanoukville).

Muchas gracias a Juanma y a Xavi por desvelarme el primer paso del camino al paraíso.

Todas las fotos de la Isla Secreta.

*Esta es una historia basada en hechos reales y todo parecido con la realidad es increíblemente real… aunque no lo parezca.

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Editado 23/10/2013: Hace más de 5 años que escribí esta post y ahora la playa tiene nombre  (Long beach) y la isla ha dejado de ser un secreto de estado. La isla en cuestión es Koh Rong y por coincidencias de la vida un amigo de toda la vida está allí viviendo y trabajando como instructor de submarinismo en el úncio centro de buceo de la isla, que ya se ha desarrollado un poco (lo justo, por lo que me cuenta Jorge). Ahora llegar es mucho más sencillo, solo hay que comprar el billete en Sihanoukville, en Golden Lion Circle (Serendipity Beach Road) para los barcos que salen a las 8 am y 2 pm (vuelta a las 10 am y 4 pm). El trayecto son 2:30h.
Una vez allí no dudes en preguntar por Jorge (no hay muchos más Jorges) y seguro que está encantado de hacerte de anfitrión en «mi isla» o de maestro en las profundidades de una parte que «todavía» es más suya que mía. El centro en el que trabaja se llama Koh Rong Dive Center y no me cabe ninguna duda de que disfrutarás de ese increible paraiso… como yo hice… y volveré a hacer tarde o temprano.

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