Habíamos llegado al hostal casi a las 2 de la mañana y este primer día en Beijing era una toma de contacto tranquila con China. El hostal fue el Leo 2 y pagamos unos 9 euros por persona en habitación de 4/6 personas con baño compartido. Nada del otro mundo, habitaciones limpias, un staff majete y baños reguleros (fue la opinión generalizada del grupo). Eso si, la situación es muy buena, está en un hutong bastante céntrico que nos permitió movernos a muchos sitios andando en ese increíble mastodonte de ciudad que es Beijing.
Nos levantamos temprano (el jetlag podía esperar), desayunamos unos dumplings y unas porras (¿?) y empezamos la ruta en la Plaza de Tian’anmen. La mayor plaza pública del mundo se puso en el mapa en el 89 por las protestas que tuvieron lugar allí y una fotografía que se convirtió en imagen de la lucha por la democracia. Antes era simplemente un símbolo en China y de corte bastante distinta a la que ha terminado teniendo.
En su momento (1949) Mao concibió la plaza como un símbolo de la grandeza del partido y llego a juntar a más de un millón de personas en desfiles militares. El tiempo le dio la vuelta. Primero en 1976 y más tarde en 1989 la plaza se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos civiles y a día de hoy es una inmensa mole de cemento franqueada por controles policiales, tanto para entrar como para salir, donde los chinos se hacen la foto de rigor y los occidentales nos entretenemos intentando distinguir a los «policías secretos» entre la masa. (Según la Lonely hay un montón).
Es tan grande que por momentos llegas a perder la noción de que estás en una plaza y parece que te encuentres en mitad de la nada rodeado por un montón más de turistas (chinos) con cámaras de fotos. La sensación es extraña, un incómodo silencio lo invade todo y la naturalidad desaparece. Supongo que saber que el «gran hermano» está observando no da demasiada confianza.
Habíamos entrado por Qianmen y el plan era cruzar la plaza, salir por La Puerta de la Paz Celestial y de ahí entrar en La Ciudad Prohibida y seguir con la retahíla de nombres empalagosos hasta el Parque de Jingshan. Aunque antes de salir para el viaje, un día de Tertulias Viajeras, Ingrid me dijo que lo mejor era hacer la ruta al revés. Empezar temprano en la mañana (a eso de las 5.30 am) en el parque, ver el taichi y la vida mañanera de los parques chinos, entrar por el final a la Ciudad Prohibida para luego acabar en Tian’anmen y ahorrarte las multitudes que todo lo invaden en China. No lo hicimos así por la llegada a las 2 am y su incompatibilidad con el madrugón pero creo que habría sido una opción bastante buena.
Total que nos fuimos a la Ciudad Prohibida, hicimos el truco del carnet de estudiantes (como no leen caracteres occidentales puedes usar cualquier carnet como carnet de estudiante, y digo cualquier carnet: el DNI, el de la biblioteca, el de la seguridad social…), pagamos la entrada de 20 yuanes en vez de los 40 que cuesta sin truco y nos pasamos un buen rato entre cientos de chinos, arquitectura china, historia china, salas, más salas y un montón de escenas surrealistas.
La verdad es que es un lugar espectacular pero a mi es que las cantidades tan grandes de gente me impiden disfrutar los sitios en su totalidad, relajarme y observar… además de que en China es difícil pasar más de 10 minutos en un lugar turístico sin que se te acerque alguien para hacerse una foto contigo.
De la Ciudad Prohibida salimos para subir al templo que hay dentro del Parque de Jingshan y poder ver una buena panorámica de la ciudad. Fueron 10 yuanes de entrada y esta vez no coló el carnet de estudiante.
Tiene unas vistas bonitas pero la capa de smog que cubre Beijing no permitió disfrutar de la lejanía aunque si de las de la Ciudad Prohibida desde arriba y las partes cercanas al parque.
Luego hicimos una parada para tomar unas cañas y unas tapas de camino al barrio y comimos por la zona de los hutong (callejones de Beijing). Allí una parte del grupo marchó para ver el Templo del Cielo y yo me quedé con otra intentando comprar los billetes de tren a Pingyao, algo que ni con casi una semana de antelación fue posible, y los de Pingyao a Xian, también un intento frustrado. En China en Agosto los billetes vuelan (los estudiantes tienen vacaciones), para viajar en tren hay opciones de pié, asiento duro, asiento blando, litera dura y litera blanda, para el primer trayecto no había nada y tuvimos que hacerlo en el tren rápido y unas minivans y para el segundo conseguimos asiento duro y nos aventuramos a esas 9 horas de tren nocturno sin tener muy claro lo que encontraríamos.
Pero eso es otra historia.