Con base en Panajachel estuve moviéndome un poco por los alrededores de El Lago. En bote crucé hasta San Pedro La Laguna, uno de los pueblecitos enfrente de Pana desde el que se puede hacer la subida al Volcán San Pedro.
Otra de las opciones era ir a San Marcos La Laguna (San Marcos La Locura le llaman)… me lo vendieron como un remanso de paz, tranquilidad… me lo vendieron como el lugar perfecto para ir a meditar, aprender yoga o relajación, disfrutar del ambiente hippie del pueblo (y cachondeo y fiestas y tal y tal)… y yo me preguntaba: ¿en Guatemala?.
Total que como no conocía a demasiados chapines hippies, o que meditasen, el yoga no formaba parte de la cultura Maya y no tenia demasiadas ganas de cachondeo, pensé que lo mejor era probar suerte en otro lado que no estuviese lleno de gringos, que hacía solo 3 meses que había estado en los USA… ¿habeis estado en San Marcos?, ¿tal vez precipité mis decisiones?. Me temo que no.
Y llegué a San Pedro, un pueblo de unos 13.000 habitantes, tranquilo, con también con bastante gringo debido a la cantidad de Spanish School que hay allí, algo bastante común en toda Guatemala.
El enclave es precioso y supongo que es una de las razones por las que el Lago tiene tal cantidad de turistas.
En un principio intenté buscar la forma de subir al Volcán Atitlán. Tiene un punto místico y es lo suficientemente bonito como para que me atrajese bastante. El problema, la seguridad. Ninguna empresa de guías se atrevía a acompañarme y me dijeron que la probabilidad de asalto, haciéndolo por mi cuenta, era del 99,9%…. me pareció suficiente.
Este es un problema común en la zona del lago. No te van a quitar más de lo que lleves encima y darte un buen susto, pero no son momentos agradables. La mejor forma de moverse entre los pueblos del lago es en bote o transporte público, pero no andando.
Tal vez tengas la suerte de que no te pase nada, o tal vez tengas que comprarte un machete, como el que lleva todo el mundo en Guatemala, para ahuyentar a los maleantes. Véase el ejemplo del señor con machete:
No es solo el trabajo en el campo, lo llevan al bar, pasean con él, lo usan para cortar, para abrir paso, para hacerse un bocadillo, para cortarse las uñas, para pelar fruta… yo estuve a punto de comprarme el mío y ponérmelo en la pernera como Cocodrilo Dundee. Después de 3 meses sin parar de ver la imagen en todo centroamérica se llega a hacer bastante familiar.
Y aquí os dejo un par de imágenes del «intento» de subida al Volcán San Pedro. Y digo intento porque cuando llegamos a la mitad nos informaron de la tasa que había que pagar para subir. Normal, en cuanto hay turistas hay forma de recaudar.
Y como el grupo de artesanos con los que iba no andaban demasiado boyantes de Quetzales (moneda Guate), pues decidimos intentar otras vías.
Si, intentamos colarnos. Y así pasó la mañana, dando vueltas a la zona buscando un camino alternativo que nos habían comentado, riendo, huyendo de los guardias con alguna carrerita de por medio… y cuando nos empezó a entrar el hambre, unos 40 minutos depues de habernos perdido entre la maleza, dijimos… vamos para abajo, sea como sea llegaremos al lago. Y así hicimos.
Pasé un par de días más allí y luego me dirigí a Santiago Atitlán. En este pueblo vi menos turistas, aunque es bastante bazar, tal vez sea un pueblo para ver solo en un día porque la noche que pasé allí no vi casi gente ni en la calle.
Era un lugar más auténtico, menos contaminado por el turismo. Lo noté la primera noche, mientras miraba la luna sentado al lado de la puerta del hostal. De pronto, entre la oscuridad, apareció un joven chapín. Caminaba mirando al suelo y cuando me vio se quedó parado. Se plantó delante mía y empezó a mirarme. No quitaba la vista de mi y noté que intentaba decirme algo. Imagine que se estaba cortando pensando que yo hablaba inglés y le di las buenas noches en castellano. Me miró a los ojos y sonrió. Lo primero que me preguntó es si hablaba «Español«, le dije que si, que yo soy de España… entonces me pregunto cual era el idioma que hablábamos en España. Le dije que… -¿»Español«?-. Pero empezó a reírse.
Y sus palabras fueron: -«Vosotros los «gringos» no hablas Español, no me quieras engañar«-. (Como he comentado en un post anterior, la población Maya habla un castellano bastante pobre).
Una hora más tarde seguía convencido de que yo era gringo, no había manera de hacerle entender que no. Pero tal vez para él, la palabra «gringo» significase más «extranjero» que estadounidense. Y lo más curioso es que una hora más tarde seguía convencido de que yo no hablaba «Español«, y ya os digo que es curioso, porque en todo caso el que no hablaba «Español» era él. Él hablaba el castellano de Guatemala y yo el castellano de España, lo que se denomina «Español«.
Pero es tan distinto el acento, las palabras, los giros, las expresiones, que es común que cuando escuchan hablar castellano de España, piensen que lo hablas así porque lo haces mal, porque lo has aprendido de segunda lengua y lo que hablas bien es el inglés.
Esto me pasó bastantes veces en Guatemala. La pobreza posiciona el trabajo por encima de la educación y esto provoca que una gran parte de la población guatemalteca (sobre todo la población Maya, indígena), no sepan que España está en Europa o de donde proviene la lengua que hablan. Es un estigma para ellos, pero también para el viajero, porque en Guatemala, más o menos, todos somos gringos.