Xochimilco, góndolas y mariachis – México

Trajineras

es la Venecia mexicana. Esta localidad situada al sureste del Distrito Federal está  surcada por canales y la forma de mover mercancías y personas por ellos son una especie de góndolas que allí llaman Trajineras (que nada tienen que ver con Carmen), y que son embarcaciones de bajo calado perfectas para navegar por esas aguas poco profundas. Al igual que las góndolas es un remero el que las maneja con un palo largo.
Son vistosas y coloridas, con sus nombres escritos en la cubierta, muchas tienen el nombre de Lupita, me sorprendió ver tantas con el mismo nombre, cuando pregunté lo entendí enseguida, es en honor a la Virgen de Guadalupe, una de las más veneradas en todo .
Las trajineras son un buen reclamo turístico para la zona, que ha sido nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Y esto ha sido la teoría, en la práctica… yo llegué con Julia y Hanna, lo primero fue pasear un rato y ver como era la manera de dar una vuelta en las trajineras sin que nos cobrasen demasiado.

Trajineras

Entonces apareció una trajinera de mariachis, navegan por los canales y se acercan a las trajineras de para cantarles sus tonadas a cambio de una propina (no muy barata), y Hanna decidió echarle morro y preguntarles a ellos.
Al ser mexicana tenia más fácil conseguir un buen precio. Al principio dijeron que no podían, que no solían hacerlo… pero creo que lo que les convenció fue la compañía de las 2 chicas más que el dinero. Y por algo menos que lo que pedían el resto de trajineras zanjamos el paseo y un par de canciones… si les salia algún trabajo por el camino eso que ganábamos.

Mariachis

Y parece que tuvimos suerte… y que les dimos suerte, como ellos decían. No pararon de tocar, y para tenernos contentos nos paraban en tiendas para que nos surtiésemos de litros de cerveza (cahuamas) y el paseo duró toda la mañana.
Risas, cantos, bailes, y trajinando por Xochimilco (más limitados que Carmen) acabamos comiendo con ellos y como no, brindando con tequila…

Trajinando

Tras alguna que otra botella de tequila el destino final fue la casa de uno de ellos, donde continuamos la fiesta hasta la , momento en que nos dimos cuenta de que si no salíamos ya hacia el se nos haría muy tarde. Esto eran ya más de las 22 h, menos mal que el tequila y las chelas ayudaban a disipar la preocupación. Y entre autobuses y metros a eso de las 24 h llegábamos sanos y salvos a Chapultepec. El único incidente que tuvimos fue que el pesado de turno en el vagón de metro acabó regalándonos una bolsa con churros, después de unos 20 minutos de tabarra, eso si, pero vinieron muy bien para asentar el estómago tras ese día de chelas y tequila trajinando por Xochimilco al ritmo del .

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