Pah-An es la capital del estado Kayin, anteriormente conocido como Karen, una de las pocas regiones que tienen frontera con Tailandia a las que el gobierno permite cierta «libertad de movimientos» al turista. Supongo que lo que permiten ver es una zona tranquila y la parte fronteriza donde se encuentra la guerrilla independentista Karen la tienen bien blindada.
En esta zona persiste un conflicto armado entre la minoría Karen y el gobierno birmano que dura años, no es el único en Myanmar, casi todas las minorías étnicas (Kachin, Shan, Mon, Chin…) tienen grupos guerrilleros que, en una guerra civil no reconocida, viven enfrascados en una continua lucha por sus derechos. La junta no admite estos conflictos y los periódicos «gubernamentales» (todos) no cesan de dar noticias sobre altos el fuego y treguas nunca verificadas… lo que está claro es que en Mae Sot, al otro lado de la frontera, no paran de entrar refugiados que huyen de la represión gubernamental, y las cifras no bajan por muchas aperturas que prediquen.
Esta es la única parte de este viaje en la que no había estado ya en 2008, la idea era llegar a Hpa-An para, desde allí, desplazarnos al Monasterio de Thamanyat, el lugar donde vivió unos de los Sayadaws más famosos de Mynamar: U Winaya. No fue fácil ya que los autobuses no venden billetes a extranjeros y la única forma de llegar es por medio de un Pick-Up, la razón… que la gente de la zona no habla inglés y les da vergüenza tratar con extranjeros, te dicen en alguno lados, la realidad, que no te adentres demasiado en «su realidad«.
El monasterio de Thamanyat fue uno de los visitados y venerados del país, principalmente por la fuerza y la energía que desprendía U Winaya, una especie de «Papa«, un Sayadaw capaz de movilizar miles de fieles desde todos los puntos del país, tanto para venerar a Buda como para apoyar la lucha de Aung San Suu Kyi y su padre, una lucha a favor de la democracia.
U Winaya murió en 2003 y desde entonces el monasterio no ha vuelto a ser lo mismo.
El nuevo Sayadaw no tiene la fuerza, el poder que transmitía el anterior, y la gente ha dejado de acudir en masa, esperando que tarde o temprano llegará un nuevo Sayadaw capaz de movilizarles y transmitirles los verdaderos principios del budismo, o de la democracia.
Lo que encontramos fue un lugar desolado, sin gente, con menos de una cuarta parte de los monjes que allí vivían y sin el encanto del lugar mágico que fue una vez, Thamanyat era otro monasterio más, aunque para mi nunca dejará de ser especial.
Nada más llegar se hizo cargo de nosotros Sa An Pinya, un joven monje de origen hindú con un inglés bastante bueno. Nos ofreció alojarnos en uno de los aposentos donde dormía U Winaya y nos contó toda la historia de cambio de aquel lugar desde la muerte del Sayadaw y la posterior profanación de su tumba.
En 2008, 5 años después de su fallecimiento, el mausoleo de U Winaya fue asaltado durante la noche, un grupo no identificado se llevó su cadáver en una furgoneta. A día de hoy sigue sin saberse demasiado sobre estos hechos, aunque nadie duda de la larga mano de la Junta Militar y lo que ese gran monje supuso en el camino a la democracia.
Para saber un poco más sobre este tema recomiendo este extenso artículo en The Irrawady: Will Thamanya Sayadaw’s Body Ever Rest in Peace? (¿Descansará en paz algún día el cuerpo del Sayadaw de Thamanya? )
Estuvimos allí hasta la mañana siguiente, alojados gracias a la hospitalidad de los monjes y su caridad para con nosotros. No nos cobraron nada por el alojamiento y las comidas (vegetarianas) del comedor popular al que toda persona tiene acceso, aunque antes de salir decidimos hacer una pequeña donación como gesto de gratitud, algo totalmente voluntario.
La noche fue paz y relax hablando con Pinya, me enseñó los principios de la meditación budista, concretamente de la corriente Vipassana y las distintas formas de emprender el camino. Como todo, estoy convencido de que no es suerte, es constancia, y con tiempo y práctica es fácil seguir la senda contemplativa. Por ahora mi cerebro funciona más deprisa de lo que me gustaría y no para de desviarse en los intentos, y por otro lado, a mi cuerpo le cuesta la postura y me pide movimiento, me molesta y me entretiene. Supongo que llegará el momento en que consiga unirlos como uno solo y pueda recorrer mi camino interior, en el exterior avanzo cada día, mientras tanto, como me dijo Pinya, solo hay que querer para poder.
La foto es de la «casa» que me hice en Thamanyat para que no me comieran los mosquitos, con mi mosquitera, mi aislante autoinflable y mi saco de seda duermo como un rey allá donde me alojen, yo me hago mi propia Suite.
Y al día siguiente volvimos a Hpa-An para alojarnos de nuevo en el Soe´s Brothers Guest House (6 $ sin desayuno), uno de los alojamientos más acogedores (y baratos) que encontramos en Myanmar. Allí no hicimos mucho, yo me pasé la tarde jugando al Sepak takraw con los taxistas locales, alucinaban con mi capacidad, pero para alguien con tantas horas de parque jugando al haki este juego no tiene misterios, y a la mañana siguiente salimos para Kyaiktiyo a ver la Golden Rock… al historia me la ahorro y ya os la cuento en las conclusiones, que de interesante no tiene mucho.
La foto que encabeza el post es en algún lugar de Myanmar, en una tienda, y muestra uno de las cambios más grandes que noté en el país, no es solo que se pudiese pronunciar el nombre de Aung San Suu Kyi y su padre, es que incluso se podían ver fotos y sedes del NLD (National League for Democracy) en muchos lugares. ¿Algo está cambiando o se están dando muchas capas de maquillaje?, la junta no lo se, la que no se corta con el maquillaje es la señora Hillary Clinton, una de las primeras representantes internacionales en visitar el país y reunirse con la «Lady» tras esta «supuesta» apertura que están iniciando.
¿Que futuro le depara al pueblo birmano?, ¿será mejor el yugo estadounidense que el chino?… se admiten apuestas.