Entrando al 2012 en vuelo rasante (White Beach – Filipinas)

Volando para el Año Nuevo

Esta semana se me ha pasado «volando«, entre las «navidades«, el viaje de Bangkok a Manila, ver como funciona el nuevo país, centrar como va a ser mi vida durante los 4 meses que pasaré aquí, los nuevos sponsor que han salido (ya informaré) y los reencuentros viajeros… no he tenido tiempo ni de escribir o acabar de contar lo que fue Myanmar o los días que pasé con Colabora Birmania en Mae Sot… pero todo llegará.

Y este post no es para contar mucho más, solo que aquí ando por Filipinas, volando junto a Flapy y Pablo en la playa de White Beach, cerca de Puerto Galera. Los 3 andábamos por Asia y pensamos que no estaría mal entrar en el nuevo año juntos, y mejor aún si quedábamos en alguna playa bonita donde poder «juerguear» un poco. Como Flapy venía desde Guangzhou para unos pocos días no compensaba alejarse demasiado de Manila, por eso estamos aquí.

Volando sobre arenas blancas y aguas azules os deseo una buena entrada al nuevo año, yo no me puedo quejar de como acaba este y menos de como voy a empezar el 2012. Dicen que el calendario Maya termina ese año y que tal vez sea el «fin del mundo«, yo no soy nada supersticioso pero creo que si el fin tiene que llegar, espero que me pille bajo algún cocotero en una playa que metido en una oficina bajo la luz de los fluorescentes :p .
Ahorraros los insultos que ya no duelen, jejeje.

Happy new year, Yoi otoshi o!, Feliç any nou, Frohes neues Jahr, Š?astný nový rok, Sretna nova godina, Hyvää uuttavuotta, Bonne année, Happy flwyddyn newydd, Feliz ano novo, Gelukkig nieuwjaar, Selamat tahun baru, Sona, Zorionak eta Urte Berri On, Gleðilegt nýtt ár, Buon anno, Godt nytt år, nowego roku, Furahia mwaka mpya, Manigong bagong taon, Feliz año nuevo a todo el mundo!!!!!!!!!!!!!!!!

>> El set de fotos Volando por mundo en Flickr <<

¡Feliz NaviPak desde Mae Sot! (Tailandia)

Feliz NaviPak!!

Foto por Alfonso Barona (www.alfonsobarona.com)

No pensaba escribir ningún post sobre la navidad, esas fechas que siempre he relacionado con el consumo masivo y el frío, porque la otra parte, la del nacimiento del «niño dios«, es algo que me resbala bastante. Aunque la navidad no deja de tener un punto que siempre me ha gustado, el punto hortera, feo, ridículo; el de las borracheras con los compañeros de trabajo, el de los disfraces y los cotillones, el de poder desparramar agusto sin miedo a la «vergüenza«… vamos, el del cachondeo. La gente se suelta, en lo personal y en los bolsillos y durante estas fechas está todo permitido.

Por eso yo también me he soltado y en medio de Mae Sot, en Tailandia, con casi 28º de temperatura y en pantalón corto he pillado un árbol de navidad, un gorro de papa noel y me he dado una vuelta para intentar mostrar el espíritu navideño en un país tropical que no es cristiano.
Lo que ha salido es la foto que encabeza el post y muchas risas de la gente que pasaba… aquí la navidad es solo un día de fiesta que no significa nada, su representante «divino» nació unos 500 años antes que Cristo, en India, se llamaba Siddhartha Gautama, aunque fue más conocido en el mundo por su apodo: Buda, que significa «el iluminado«, y nunca leyeron su mensaje interpretando que para su nacimiento había que gastar mucho dinero en «El Corte Inglés«, o comer langostinos y marisco a «tutiplén» aunque no sepas que podrás comer mañana, nunca la jerarquía eclesiástica quiso aprovecharse de este acontecimiento del pueblo, y además, como nació entre los trópicos, no ha aparecido ningún personaje vestido de rojo que reparte regalos en un trineo tirado por renos… principalmente porque tienen claro que aquí ningún barbudo  inventado (espero que no haya menores leyendo esto) les va a traer regalos por muy buenos que hayan sido, aquí el regalo es cada día.

Mañana 24 voy a pasar la «nochebuena» metido en un autobús nocturno camino de Bangkok, decidle a Santa Claus que no me busque, que mi regalo ya lo tengo… es estar aquí. Solo me falta una cosa: la familia y los amigos, pero bueno, no se puede tener todo en este mundo, seguro que ellos (vosotros) lo saben (sabéis) también y disfrutarán (disfrutaréis) de estas fechas sin mi.

Un abrazo enorme y ¡¡Feliz NaviPak!!.

(*) Si no sabes que regalar estas navidades, que los Reyes ya están aquí al lado y todos queremos un regalo, aunque sea “del yerno mangante”, acuérdate de los que quieres con un REGALO SOLIDARIO de Colabora Birmania.

Volando en Mae Sot con Colabora Birmania (Tailandia)

Volando en Mae Sot (Tailandia)

Salí de Myanmar el 11 de Diciembre (para el que no lo haya leído por la redes sociales) y me vine a Mae Sot, en Tailandia, para ver otra de las muchas realidades que tiene ese país tan hermético, la realidad de los refugiados birmanos que se vieron obligados a abandonar su vida y a los que querían para poder huir de la implacable persecución de la junta militar. Su delito: exigir democracia.

En Mae Sot me recibió el equipo de Colabora Birmania (mejor de lo que merezco) y llevo unos días con ellos cubriendo los proyectos que realizan y con los que intentan mejorar un poco la vida de estos refugiados.
Aquí estoy aprendiendo mucho del mundo de la cooperación, de como funcionan las ONG´s pequeñitas como la suya, que se basa principalmente en la ayuda desinteresada de los socios y donantes, y de como es el día a día de esta gente que ha decidido ponerse a disposición de quien los necesita dejando atrás sus propios intereses por los de estos olvidados que parecen no importar al mundo (el gobierno de Myanmar y el tailandés no destinan practicamente fondos de cooperación o ayudas para estos «sin tierra» y las ayudas internacionales escasean cada vez más).

La foto, tomada por Jose Lourido (con quien he vuelto a coincidir en Tailandia), es en la escuela Km 42, uno de los proyectos de Colabora Birmania con el que han conseguido escolarizar y alimentar más de 400 niños y niñas de origen birmano cuyas familias (el que las tiene) abandonaron Myanmar buscando un futuro mejor para sus pequeños/as, un futuro que depende de la ayuda desinteresada de las ONG´s que trabajan en Mae Sot y las donaciones que reciben.
Y para ello no hacen falta grandes fortunas, hacen falta sobre todo ganas, las que tiene esta gente, y las pequeñas ayudas de todo aquel que quiera colaborar con ellos, colaborar con Birmania.
Según me contaron el presupuesto para alimentar a cada uno de los niños y niñas que estudian en Km 42 es de unos 60 Euros anuales. Sinceramente, no es mucho más de lo que supone no salir un sábado.

Si en este año que ya casi tenemos encima decides quedarte un sábado en casa te invito a que sea el sábado en el que colaboraste para que un niño/a birmano/a pudiese comer durante el año entero, ¿no crees que merece la pena?.
Puedes hacer tu donativo en la cuenta de Colabora Birmania en La Caixa:
2100-0515-45-0200219564
.
Otra opción es hacerte socio de Colabora Birmania y ayudar a continuar con este fabuloso proyecto que espero dure por siempre, o al menos hasta que el pueblo birmano pueda vivir con dignidad, sin represión, en libertad y sin ayudas… mientras tanto, yo COLABORO, ¿y tu?.

(*) Si no sabes que regalar estas navidades, que los Reyes ya están aquí al lado y todos queremos un regalo, aunque sea «del yerno mangante», acuérdate de los que quieres con un REGALO SOLIDARIO.

Navegando sobre un pie por un lago en calma – Inle Lake (Myanmar)

Pescando

Llegamos a Shwe Nyaung  a las 5 am procedentes de Mandalay, la idea no era ir a este pueblo pero es el cruce donde te dejan los autobuses para ir al punto neurálgico desde el que visitar el lago Inle: Nyaung Shwe. Dicen que el orden de los factores no altera el producto, en este caso si, los dos pueblos tienen el mismo nombre con distinto orden de las palabras que lo forman, una de las tantas curiosidades birmanas, pero importante si quieres alojarte lejos o muy lejos del lago :p .

Y como los «taxis» nos pedían una pasta (mucho más de lo que valen), decidimos tomar un café con porras (¿?¿?) en el bar más cercano y esperar a que empezasen a funcionar las pick-up, que son solo 1000 kyats. Entre porra y porra apareció un taxi que llegaba para dejar a un pasajero y resulto ser el dueño del Gipsy Inn… que accedió a llevarnos por el módico precio de 2000 kyats (éramos 2) a cambio de alojarnos en su hotel. El nombre se ve que lo puso adrede porque el colega es un un buen «pesetero» que no busca mucho más que los dólares que te pueda sacar.

Lo mejor del lugar es que allí me reencontré con Ernes casi 4 años después de habernos conocido en Bangkok… ambos sabíamos que andábamos por Myanmar pero no donde coincidiríamos. Aunque más curioso fue el encuentro con Itsaso y Jon, de casualidad en un cibercafé en Mandalay, también 4 años después de nuestro primer encuentro en laos… y ellos andaban recorriendo el país en bici, me dejaron babeando con sus historias.

Pescando

En Inle no hicimos demasiado, cuando estuve en 2008 ya recorrí la zona a fondo y esta vez sólo buscábamos investigar sobre la vida en el lago, tanto de familias locales como de los pescadores. Fue un poco frustrante por la gran barrera del idioma unida a un traductor que se empeñaba en responder él a las preguntas en vez de transmitirlas a los locales… pero bueno, es Myanmar.
Esta vez nos negamos a todas las «floating» tiendas y «floating» atracciones turísticas buscando algo más auténtico… ardua tarea que además me provocó un punto de decepción al acercarnos a unos pescadores y que empezasen a «posar para la foto«, sobre todo porque lo que yo andaba haciendo por Myanamar era vídeo y que aparezca un tipo como congelado sobre una barca queda bastante raro.
La situación se tornó curiosa, de pronto las 4 o 5 barcas que «hacían como que pescaban» se acercaron a nosotros con caras sonrientes y un resorte en la mano… a mi me llamó la atención que 10 minutos antes habíamos estado tomando algunas imágenes a los pescadores que veis en las fotos que ilustran este post y ni siquiera nos miraron.
Pensando en ello vi que estos nuevos pescadores no paraban de sobreactuar los movimientos y que en realidad… no estaban pescando, entonces le comenté al guia si esta gente pescaba de verdad o estaban allí para el turista, su respuesta fue agachar la cabeza y decirme que lo sentía, yo respondí que no pasaba nada, pero que me parecía una pena que un oficio tan bonito se perdiese en el lago por pasar a ser actores de una farsa algo más rentable.
Entiendo que un pescador gana unos 3000 kyats al día pescando, esto son algo menos de 4$, y que poniendo la mano al turista puede sacar ese dinero en 2 barcas de «propineros compulsivos«, esos que pagan por cada foto, pero como le comenté al guía, llegará el momento en el que no queden pescadores de verdad y los vecinos de la zona tengan que importar el pescado o comprarlo a los pocos que queden a un precio mucho más alto… y como baje el turismo lo llevan claro. Pero bueno, el pan para hoy hambre para mañana es un dicho que cuesta hacer entender a esta gente, y más cuando ven decenas de turistas que cada día les pagan por navegar sobre una pierna con una pose bonita.

Pescando

El mayor encanto de Inle ha pasado a ser también una atracción, como está sucediendo con «demasiadas» cosas en Myanmar, y eso que es uno de los países de sudeste asiático con menos cantidad de turismo, no me quiero imaginar como va ser cuando abran fronteras y quiten limitaciones… si es que alguna vez la «junta civil» actúa en función a como habla.

El encanto que os comentaba es un lago precioso con unos canales que crean reflejos increíbles y unos pescadores que han aprendido a remar con la pierna. La razón de este último dato: los músculos de las piernas tienen bastante más fuerza que los de los brazos y consigues unos movimientos muchos más rápidos y explosivos. ¿Y por qué solo lo hacen en este lago y no en todo el mundo?, por la quietud y tranquilidad de unas aguas que permiten mantenerse en equilibrio sobre una sola pierna. Intenta algo así en el mar con las olas… aunque bueno, yo tampoco lo intentaría en Inle si no quisiese verme cayendo al agua.

Por último comentar que en el Gipsy Inn solo nos alojamos la primera noche, la segunda volví a mi hogar en Nyaung Shwe, el Remember Inn, ya me había alojado allí en 2008 y mi primera pregunta al ver a Niti (el dueño) fue respondida con una sonrisa de oreja a oreja. Por supuesto la pregunta fue: Do you remember me?.
Es un gustazo estar en este hostal tan tranquilo y acogedor, y más que te recuerden, aunque gran parte de la culpa la tuvo Ele, ya que hace un par de veranos le llevó alguna de las fotos que le hice en mi anterior visita y eso siempre ayuda.
Nos bajó de 10$ por habitación con desayuno a 8$ y se instauró el spanish price, al que luego se acogió Ernes sin dudarlo.

Si vas para allá no te cortes en decir que me conoces (Pak, the spanish guy with dreadlocks) que seguro te hacen el descuento correspondiente, aquí dejo los datos del lugar:
Remember Inn / Haw Street, Nandawon / Quarter /Nyanung Shwe
Telefono: 00.95.81.29257 y 00.95.81.29258
A pesar de los malos momentos que pasó el país y algún incidente con el edificio principal (incendio) han conseguido salir adelante y ahora es el doble de grande de lo que yo conocí, pero es que no me extraña, el trato que dan a los huéspedes es de los mejores que he visto en mis viajes, y más que personal del hostal llegan a parecer amigos.

Un puente de teka sobre el lago Taungthaman: U Bein’s Bridge (Amarapura – Myanamar)

Atardecer...

Si hubiese alguna razón que me llevase a visitar de nuevo Mandalay solo podría ser el U Bein’s Bridge, porque la ciudad ha terminado de perder sus encantos para mi, si es que alguna vez tuvo encantos. Es mi ciudad maldita en Myanmar, en 2008 tuve una de las peores gastroenteritis que nunca he sufrido viajando y esta vez no podía ser menos, aunque por suerte no fue tan dura.

Cuando salía de Mandalay en dirección a Inle Lake sentí que le daba un abrazo muy fuerte para despedirme de ella, una de esas despedidas sinceras, porque espero no volver a verla nunca más.

Siempre digo que las opiniones de los lugares en los viajes se crean por la propia experiencia, mi experiencia en Mandalay no fue buena, le cogí manía, me parece calurosa, sucia, polvorienta, intransitable… y así podría seguir hasta el infinito, pero no todo el mundo piensa igual que yo, incluso puedes pensar todo lo contrario, a Ele es una de las ciudades que más le gustaron del país, con lo que para formarse una idea real de que te parece Mandalay lo mejor es, por supuesto, ir a conocerla en persona, y luego me cuentas en los comentarios.

Pero volviendo a la razón de este post, hay varias visitas que puedes hacer en el día desde Mandalay, son las Ancient Cities: Amarapura, Sagaing, Inwa y Mingun. Las tres primeras tienen una tasa gubernamental de 10$ que solo pagas al llegar a la última de ellas y Mingun va por separado. Mingun la visité en la vez anterior y no me apetecía pagar de nuevo las tasas al gobierno y de las otras ciudades, las 2 veces que he estado he quedado atrapado en la primera: Amarapura, con lo que también me salté la tasa.

La razón por la que quedé atrapado es por la belleza del lugar, que si impone durante el día, un puente de madera de teka de más de 1’2km de longitud, durante al atardecer es un verdadero espectáculo.

Atardecer...

Si tuviese que definir 2 momentos en Myanmar serían sin duda el amanecer en Bagan y el atardecer en el U Bein’s, creo que no lo dudaría ni un segundo, en ellos está gran parte de la magia y la belleza de este país, si nos limitamos a los paisajes, luego están los birmanos y su eterna sonrisa.

Mi recomendación si tienes pensado visitar las 3 “ancient cities” en un día es que dejes Amarapura para el final y así poder disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos que pueden verse en el país.

Atardecer...

Hay también un monasterio (Mahagandayon) en la ciudad al que los turistas se desplazan en masa para ver la hora de la comida de los monjes, la escena sería preciosa, cientos de monjes en fila caminando hacia el comedor, si no fuese porque la cantidad de impertinentes turistas que les lanzan flashazos con sus cámaras en la misma cara hace que aquello parezca más la visita a un zoológico que a un acto ceremonial dentro de la vida en el templo. El respeto hacia unas personas que van a iniciar su última comida del día (a las 10 am) desaparece por completo viendo a tal cantidad de maleducados que no dudan en romper las filas de monjes por intentar hacer una foto, que no dudan en acercarse a ellos a menos de un palmo de distancia de sus caras para conseguir una imagen que luego, supongo, explicarán como si hubiesen vivido una experiencia única… y la única experiencia que han tenido es llegar en un autocar 5 minutos antes para ver algo que la mayoría no saben ni lo que es. Luego muchos se marchan incluso antes de la ceremonia termine, mostrando una vez más su mala educación.
No hay más que ver las caras de los monjes, la sonrisa birmana desaparece por una cara triste que mira al suelo. Es una escena que preferiría no haber contemplado pero no sabía que aquello iba a ser así, por eso fui. Una vez termina todo los turistas desaparecen y los monjes vuelven a recuperar la paz en el templo, lo que yo buscaba en ese lugar. Al poco de seguir sentado en el mismo lugar desde el que pude ver aquello, reflexionando sobre ello, se acercó uno de los monjes, que había conocido poco antes del “espectáculo”, para ver si podía ayudarle con la pronunciación de algunos textos en inglés, porque aquel monasterio es también escuela. Y así pude conocer sus impresiones, como es la vida en aquel lugar, como es en realidad su vida. El tiempo que duró la conversación hizo que hubiese merecido la pena ir, y ante mi pregunta de que opinaba de todo aquello su respuesta fue: -El “jefe” dice que es bueno-. Supongo que las donaciones que reciben de “los fotógrafos” les permiten vivir un poco mejor, ya que el sustento de los monasterios se basa en la caridad de la gente.

Para el viajero hay una contradicción constante entre la pureza de las experiencias que quieres vivir y la prosperidad que proporciona el turismo a un país (que sería de España sin el turismo), por mi parte no puedo negar que ese dinero es positivo, que les permite vivir mejor y conseguir la dignidad que la pobreza a veces esconde, pero se pueden compaginar ambas cosas, y hay un gesto, una palabra, que hace de conjunción entre ellas, que permite esa unión, esa palabra es: RESPETO.

Atardecer...

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