La ciudad de Jerash, la antigua Gerasa, formó parte de la Decápolis del Imperio Romano, era una de las 10 ciudades que marcaban los confines orientales hasta donde se extendía el poder del emperador. Adriano llegó a visitarla, muestra de ello es el Arco del Triunfo (o de Adriano), que recibe imponente justo antes del hipódromo.
La entrada sobrecoge. No por el precio, que también, por lo que vislumbras que vas a poder observar. El teatro, el cardo, las calzadas, los cientos de columnas, los arcos… Todo ello en muy buen estado (son las ruinas romanas mejor conservadas de Próximo Oriente), aunque sin demasiadas explicaciones o datos a lo largo del recorrido, supongo que para favorecer la contratación de guías.
Visitar Jerash no es viajar al pasado, es sentirlo. Sobre la arena del hipódromo podía escuchar los gritos del público, el sonido de las herraduras de los caballos contra el suelo, podía oler el aroma de los pinos y los olivos que aún pueblan esa zona de áridas colinas. Paisajes familiares, paisajes que heredamos en los campos andaluces desde la época del Al-Andalus.
Estas ruinas datan de periodos romanos pero en la zona se han encontrado muestras de asentamientos humanos de hace más de 5000 años. Jerash es historia en si misma.
El periodo de bonanza duró largo tiempo, pasó del poder romano al persa, luego al omeya, y se mantuvo orgullosa hasta que en el siglo VIII un terremoto la dejó bastante dañada. De ahí todo fue cuesta abajo.
A día de hoy es la segunda atracción (en número de visitantes) de toda Jordania, superada con todo derecho por la impresionante Petra. El esplendor ha regresado a Jerash siglos más tarde en forma de turista occidental, aunque tengo que decir que no sufrí las inclemencias de la multitud, tal vez Septiembre no es su temporada más alta y por ello pude disfrutar de Jerash sin demasiados «estorbos«, y con guía, como en Amman. Gracias a ella (mi guía) descubrí que algunas de las piedras que forman las ruinas emiten un sonido metálico al ser golpeadas por otras piedras. Elucubramos todo lo que pudimos pero no encontramos razón o uso, la razón no la he descubierto, sobre el uso he leído que eran un sistema de alerta para terremotos, la vibración de los seísmos provocaba el sonido antes de que la gente pudiese percibirlo. Pero me temo que también sean elucubraciones.
Jerash se encuentra 48 km al norte de Amman. La ida y vuelta la realizamos en taxi compartido que cogimos en Sweileh. Estos transportes salen una vez están llenos. Cuando llegamos sólo había un coche con una plaza libre y esperamos a ver si llegaba otro, el conductor del que estaba parado debía tener prisa y nos preguntó si nos importaba ir a alguno compartiendo asiento con el copiloto para que entrásemos los seis. Me tocó ser el que no me importaba, me sentaron entre el conductor y el copiloto y, a pesar de que la ley lo prohibe, llegamos hasta Jerash los 6 en el coche con parada para repostar incluida.
El conductor no hablaba inglés y la única frase que pedí que me tradujesen fue un: «Dile que no se choque con nada que paso de llegar el primero«. Para la vuelta tuvimos más suerte, un asiento para cada uno.