Nebaj, en El Triángulo Ixil – Guatemala

Este es, más o menos, el recorrido que hice para llegar a Nebaj desde Xela, el icono con la B en medio de ninguna parte, un lugar hasta al que a google le cuesta llegar, y dice: «No se pueden calcular rutas entre Quetzaltenango, Guatemala y Nebaj, Guatemala».

Una de las razones principales por las que vine a Nebaj, al Triangulo Ixil, fue un email. Un email de un gran amigo que recorrió cetroamérica cuando yo estaba empezando mi viaje. Un email que no he podido olvidar.
Le he pedido a Israel Quirós (ese GRAN amigo) que me lo reescribiese. Tenia partes muy personales que tal vez no viniesen a cuento aquí. Le he pedido que me dejase mostrar «sus» sentimientos en mi blog. Y ha accedido. Gracias compadre.
Siempre digo que cada viaje es distinto, que cada lugar se hace con las experiencias que allí te suceden.
A Nebaj le tengo cariño, pero no por lo que yo viví allí… le tengo cariño por lo que vivió Quirós.
Os dejo el relato de su experiencia, aunque parezca largo lo recomiendo encarecidamente. Me ha dicho que recorte, modifique o adapte pero… he preferido no tocarlo. Este es su viaje, un poco del mio y ahora, parte del vuestro.
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Salud camaradas.
Escribo desde Nevaj, desde las montañas de los Cuchumatanes, Guatemala.
Los altos de Guatemala suelen escapar a los itinerarios tradicionales, tanto que lo tenía pendiente desde mi último viaje a Guatemala.
Es difícil llegar y es difícil pensar por qué he decidido caminar por este lugar, pero hay algo que recordar, hay alguna razón personal que me ha traído hasta aquí.
La belleza de las montañas sobrecoge. Los Cuchumatanes son mayas, sus montañas y colores son mayas, las sonrisas, el viento y el agua de los ríos son mayas.
Pero hoy mientras caminaba con un guía local toda esa belleza se ha escondido, ha quedado en un segundo plano mientras se imponía el relato de mi compañero.Es un relato de guerra y humillación Son historias de guerra mezquina, son historias sin colores,  son historias de sufrimiento, del grito de la sociedad civil. Un grito que duró nada menos que 36 años de guerra de guerrillas en Guatemala.
Mi compañero es un excombatiente del  EGP (ejercito guerrillero de los pobres) uno de los grupos insurgentes que más tarde formarían  el URNG , la unidad revolucionaria nacional guatemalteca. La historia comienza explicándome el motivo por el cual  decidió subir a las montañas. Tras muchos años trabajando en el campo y tras sufrir un grave accidente el terrateniente patrón decide echarle, expulsarle de la tierra que tantos años había trabajado. Después de esto recibió ayuda de excombatientes y finalmente llegó a recuperarse mientras escuchaba historias de guerrilla, entre otras aquellas que contaban que aprendieron a leer y escribir en las montañas mientras luchaban por sus tierras y por una Guatemala libre. Lo tenía claro se decide y se lanza al monte.
Mi compañero cada cierto tiempo para, respira, y mira con anhelo montañas y ríos. Son silencios que informan, silencios necesarios que mantienen y crean la historia. Son esos silencios los que construyen los que enuncian, los que educan.
A veces prende un cigarrillo, y señala con un palo a donde nos dirigimos.
Continúa mientras dirige su mirada a un grupo de casas que aparecen discreto en un valle, y se decide a contarme la trágica historia del lugar. Con su voz perdida, me sitúa es el año 1982.
Realizando trabajos comunales, su escuadrón bajaba periódicamente a colaborar con los campesinos mayas de la zona, pero al llegar la noticia de la llegada inminente del ejercito nacional informan a los líderes de las comunidades que la zona debe de ser desalojada, el ejército nacional conoce la relación de las comunidades y la guerrilla y esa relación pone en peligro al pueblo. Los escuadrones del EGP han formado en ciudadanía han educado, han informado a las comunidades pero ellos, un pueblo humilde sin pretensiones políticas decide quedarse, y el escuadrón regresa a las montañas con intención de organizarse. Ellos quedan, permanecen en sus casas, en sus tierras.
No pueden dejar eso, por eso son ellos mismos.
Otra parada, otro silencio, y otro cigarrillo. Esta vez queda parado en un alto, mirando las primeras casas, las primeras cuadras de la comunidad. Yo me siento y miro el suelo.
El ejercito se sitúa en la zona, se reune con los representantes de las comunidades y les informan que a partir de ese momento formarán parte de los “Comandos de solidaridad” (paramilitares), triste el eufemismo, ¿verdad?. Los líderes locales no tienen otra opción y acceden, sus ideas por supuesto no callan, pero no hay otra alternativa, así se juega en las guerras.
Tras la negociación los hombres son separados de las mujeres y de los niños, les reúnen en la escuela y tras un par de días mostrándose amigables y tratando de conseguir su confianza  y una vez separados y tranquilos, me cuenta sin poder terminar la historia sin encender otro cigarrillo, que todos los hombres fueron masacrados, las mujeres violadas y envenenadas con veneno agrícola y más tarde quemadas….
A todas menos a una. Hubo una mujer que pudo escapar y contar la historia en las montañas.
La guerrilla, el EGP, difundió la noticia por toda Guatemala consiguiendo la unión y la fuerza de otros grupos insurgentes. La sociedad civil se implicó, movimientos de solidaridad internacionales se unieron y dieron la fuerza moral que enriqueció el aparato militar insurgente, apoyando el brazo político de la guerrilla, el URNG. Por fin las voces no se callaron y las fuerzas se equilibraron hasta conseguir años más tarde,  en 1986, el inicio de unas negociaciones que finalizaron con el acuerdo de paz en 1992.
Desgraciadamente ahora soy yo el que enciende un cigarrillo mientras reflexiono.
Esta historia forma parte de un intercambio de correos que durante un tiempo mantuve con un buen grupo de amigos. Entre ellos tu, PaKo. ¿Te acuerdas?
El correo continuaba recordando mis años de universidad cuando se presentó uno de los firmantes de los acuerdos de paz, un excombatiente que había pasado media vida en las montañas por los derechos civiles e indígenas del pueblo guatemalteco, Vino para dar una conferencia magistral sobre el conflicto y los derechos humanos en Guatemala, era el año 2002. En esa conferencia solo estábamos 8 personas, un auditorio vacío para unas palabras de esperanza, representando una triste metáfora de nuestra sociedad. Un auditorio vacío en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
¿Te acuerdas como terminaba el correo PaKo?
Terminaba con rabia, recuerdo que escribí con los ojos llenos de rabia, como los tengo ahora mismo mientras recuerdo y transcribo la historia, te preguntaba por qué no sabíamos esto, qué pasó, por qué no tuvo esta historia trascendencia como la historia Sandinista o la revolución cubana.
La respuesta la encontraba tristemente en el punto débil de nuestra sociedad, necesitamos al mercado hasta para este tipo de vínculos. Guatemala nunca ha estado en nuestras ropas, no hay ningún primer plano de un tipo con barbas serigrafiado en nuestras camisetas con un slogan de “viva Guatemala libre”, sin embargo, todos hemos llevado camisetas molonas del che.
Para mí fue un duro impacto darme cuenta de esto, darme cuenta de que necesitaba un producto que se ofrecía en el mercado para formarme, necesitaba que un grupo de punk hubiera gritado viva Guatemala libre¡¡¡¡¡¡¡¡
Tan solo fueron 8 personas a la conferencia PaKo.
Y sin embargo gracias a mano negra, gracias a The Clash por recordarnos a America Latina, por contarnos historias, por situarnos un poco más cerca.
Salud compañero.
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Yo no viví esto, incluso viví algo contrario. Escuché a la población maya alabar las bondades del gobierno (dictadura) de Ríos Montt, acusado de genocidio y etnocidio por tribunales internacionales, imputado por crímenes contra la humanidad.
Mucha de esa gente piensa que las desapariciones, los asesinatos, fueron culpa de la guerrilla. A día de hoy la propaganda de aquella dictadura unida a la «incomunicación» que sufre la población indígena han conseguido cambiar la historia para aquellas gentes.

Tal vez nunca sepan la verdad. Tal vez ningún grupo punk nos cantó sobre Guatemala. Tal vez nuestra ideología se nutre de productos, nos la imponen los mercados. Tal vez al mundo no le interesan estas cosas y solo algunos nos empeñamos en buscar en sus cloacas, espero que no sea solo para rebozarnos en la mierda, espero que lo que buscamos sea limpiar esas cloacas… y empezar de nuevo.
Por lo menos me queda esa esperanza. Sobre todo cuando veo que no estoy solo. Siempre voy a tener a Quirós.
Muchas gracias compañero.

Os dejo un vídeo del camino hacia Nebaj. En las paradas las masas de «mamitas» atacan los transportes para intentar sacar unos Quetzales que les ayuden en su largo camino. El camino hacia la DIGNIDAD.

De Guatemala a México (La Mesilla – Ciudad Cuauhtémoc), la frontera sórdida.

cruce frontera

Partí de Nebaj con destino México, San Cristobal de las Casas. Me fui de aquel icono con la B en medio de ninguna parte, ese lugar del que google tampoco sabe salir, y dice: «No se pueden calcular rutas entre San Cristóbal de Las Casas, CHIS, México y Nebaj, Guatemala
¿Esto lo he vivido ya?… ah, si, fue intentando llegar.

El camino nadie dijo que fuese a ser fácil. Me levanté temprano y llegué a Huehuetenango en la mañana, almorcé y agarré otro bus (chicken bus) hacia la frontera Guate, el pueblo La Mesilla (2 horas de viaje unos 2 $). Los chicken bus son autobuses escolares estadounidenses reciclados en autobuses de pasajeros. Donde caben 2 caben 3 es la máxima en ese tipo de transportes e incluso, a veces, caben 4 o 5. Aproveché el viaje para reflexionar sobre mi estancia en Guate mientras contemplaba los espectaculares paisajes que daban entrada a la Selva Lacandona chiapaneca.

De La Mesilla fui andando hasta el paso aduanero guatemalteco, hice los papeles y agarré un taxi «colectivo» hasta el paso mexicano, Ciudad Cuauhtémocsin que me robase ningún Amish ni nada.
Este paso fronterizo es de los más sórdidos que he encontrado en centro américa, se nota viciado el ambiente, la gente mira raro y no encuentras demasiados viajeros cruzando por su cuenta, hay viajes que te cruzan de Huehue a San Cristobal de un tirón y de forma fácil… gastas más o menos el doble que por tu cuenta y además, a mi me encanta eso de entrar a cada país por mi cuenta, ver las nuevas caras, sentir los nuevos intentos de timo, jejej… vamos, lo que tienen las fronteras, esos «no lugares«, esos puntos con que la geografía antropocentrista divide el mundo en función al hombre… digo en función a según que hombre y cuanto dinero tenga, claro.
La impresión que me dio este paso fronterizo quedó en nada cuando volví a realizarlo a la vuelta cruzando a eso de las 9 de la noche, os aseguro que gana mucho… en sordidez, por supuesto. Pero esa historia ya llegará.

Y una vez superado el paso mexicano y sellado el pasaporte aún faltaban otras 4 horas de bus hasta San Cristobal de las Casas, en plena Selva Lacandona, territorio zapatista, donde me esperaban mis colegas, los artesanos que conocí en Panajachel.

Tenia ganas de llegar a San Cristobal, el lugar donde comenzó la revolución zapatista del EZLN, ese lugar «mitificadamente utópico» donde «los que son el color de la tierra» se autogobiernan y gobiernan para el resto, para los que nada tienen, al grito de: «¡para todos todo, para nosotros nada!«.
Ese pueblo donde un primero de Enero de 1994 un grupo de indígenas organizados decidieron «molestar» al status quo establecido, eso si, con respeto. Cuando el grupo de hombres armados y con pasamontañas tomaron el pueblo, la gente, los turistas y la prensa se asustaron, muchos intentaron salir, alegaban que perderían sus vuelos, sus trabajos, que no tenían ropa para el resto de los días… entonces Marcos, el eterno Subcomandante, sin hacer referencia a que lo que ellos se estaban jugando eras sus vidas, se disculpó diciendo: «…perdonen las molestias… pero esto es una REVOLUCIÓN«.
Se puede ser revolucionario y educado, no cabe duda.

San Cristobal de las Casas, zona Zapatista. Reflexiones sistémicas.

chiapas
Imagen de Sabotaje al Montaje (*)

Llegaba a San Cristóbal para la navidad de 2008, con muchas miras y expectativas puestas en intentar realizar un reportaje sobre aquella revolución que dio voz a los indígenas chiapanecos, que los convirtió en actores fundamentales del cambio en México, que les recordó una palabra que ya casi habían olvidado: dignidad.

Acababa de estallar la crisis, la economía mundial estaba en peligro y parecía que había llegado el momento de un cambio sistémico. Unos meses antes presencié en USA como se iniciaba el debate para refundar el capitalismo y me plantee investigar un poco en el Zapatismo, ver hasta que punto la crisis había afectado a un sistema cooperativista, socialista, comunal. Intentar demostrar que esas pocas sociedades olvidadas por el sistema, marginadas por el neoliberismo, habían sido las únicas en sobrevivir al cataclismo planetario. Esas supuestas utopías hoy no lo son, ahora utópico es el capitalismo, el libre mercado, pensarlo capaz de regularse a si mismo es ya una idea descabellada… propia de soñadores. O eso llegué a pensar.

Pero llegaba a San Cristóbal sin haberme enterado que ese año el EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional) había convocado el Festival Mundial de la Digna Rabia. Entre finales de Diciembre y año nuevo, conmemorando el levantamiento de aquél 1 de enero hacía 14 años.
Puede parecer que fui afortunado pero lo que pasó es que San Cristóbal estaba lleno. De extranjeros, voluntarios, cooperantes, vendedores, artesanos, latinos, europeos, gringos, rubios y lo que menos había era población local.
Como mucho podía haber realizado un reportaje de como el EZLN se ha ganado a la comunidad internacional y la gente está dispuesta a ir de cualquier parte del mundo a ayudar en ese proyecto. Ayudar a un «ejercito» que no volvió a pegar un tiro desde el mes siguiente al levantamiento.
Y hacer un reportaje más entre los tantos que saldrían de los miles de cámaras que había en ese momento en San Cristóbal.

Al final pasé un par de días con mis colegas artesanos, quité de mi cabeza la idea de visitar los «caracoles» (comunidades con autogobierno) y me dediqué a mirar, sin la cámara delante de los ojos. No tengo fotos de allí. Ni una. Pero muchas estampas en mi cabeza, fueron unos días muy curiosos, vivimos días extraños.
En ese momento San Cristóbal era «otra bonita ciudad colonial» como cualquier otra que había visto antes. Pero mucho más llena de extranjeros.
Decidí darle otra oportunidad a la bajada, solo subía hasta el DF y luego de nuevo para el sur rumbo a Panamá… no sabía que me llamarían de El Salvador antes de poder llegar de nuevo a San Cristobal, creo que solo hice el trasbordo en el bus para salir hacia Guatemala.
En El Salvador estaba a punto de suceder un cambio que me interesó mucho más, había bastantes posibilidades de que el FMLN ganase las siguientes elecciones, lo que acabó sucediendo, y quitando el poder a la dictadura encubierta de ARENA, el partido que llevaba gobernando El Salvador desde hacía más de 20 años.
Fui pensando que tal vez fuesen otros los actores fundamentales para ese cambio en el sistema que yo esperaba cercano… y que nunca llegó. Ahora pienso que no hay actores capaces, el libre mercado acabará cuando se devore a si mismo, y eso es imposible, es capaz de avanzar sin evolucionar, de no aprender de sus errores, de repetir los fracasos tropezando 100 veces en la misma piedra, de pensar solo en si mismo y en los bolsillos de los suyos… vamos, como el hombre. Y nosotros llevamos más de 4 millones de años dando por saco.

(*) Como he comentado en el post, no tengo fotos de San Cristobal, de esa parte de Chiapas. He usado esta foto del graffiti que hizo en Sevilla el gran Matias para el proyecto Arte para todos. Es una imagen de una «mamita» chiapaneca que seguramente conoció en San Cristobal, cerca de donde yo tuve todas estas reflexiones, en zona Zapatista.

Palenque (México), ruinas y «Quesadilla antes de Navidad»

Ruinas de Palenque

Fueron 4 horas y media desde San Cristobal de las Casas en bus y una vez en el pueblo de Palenque decidí alojarme en El Panchán, una especie de «lodges» en medio de la selva a unos 5 km del pueblo en dirección a las ruinas. Desde este lugar se puede ir caminando hasta las ruinas, lo malo es que la comida es algo más cara que en el pueblo.

Me alojé en uno de los primeros, vamos, en el más barato, no recuerdo el nombre. Tenia dormitorio con baño compartido, todo cabañas en medio de la jungla. La Lonelyplanet dice que es común ir para un par de días y quedarse una semana… no fue mi caso, más que nada por el precio y porque era 23 de diciembre y el 27 quería estar en Puerto Escondido para pasar año nuevo por allí. Quitando eso fue un sitio en el que me encontré bastante agusto.
Estos alojamientos tienen una zona común para comer y con un pequeño escenario, la primera noche había actuación de «música andina«, como lo denominan en américa latina, o de Flamenco, como lo denominamos en España… el grupo era Trueke.
Les conocí esa noche y es con quien pasé el resto de los días por allí. Una gente «muy buena onda» que se decía por allí.

Y a la mañana siguiente me fui caminando a visitar las ruinas (4€ de entrada).
Construida alrededor del año 100 d.C la ciudad tuvo su esplendor unos 6 siglos después. Tras sucesivas batallas con su rival, Toniná, fue abandonada sobre el año 900 d.C., para ser descubierta de nuevo en 1773.
Cuando yo estuve, a finales de 2008, solo había excavados unos 500 de los más de 1500 edificios que componen estas ruinas, a día de hoy no creo que esta cifra haya cambiado demasiado. La arqueología no es algo que genere beneficios y teniendo Chichen Itza (nueva maravilla) no creo que al gobierno mexicano le compense invertir en Palenque.

Ruinas de Palenque

Palenque me gustó, su enclave en medio de la selva hace que pasear allí dentro sea una mezcla espectacular de colores y sonidos. Pero no pararé de repetir que las ruinas mayas que más me gustaron fueron las de Tikal, tanto por las ruinas en sí como por la mínima cantidad de turistas comparado con cualquiera de las ruinas mexicanas. Aunque un buen madrugón para intentar entrar de los primeros siempre ayuda a que la cantidad de turistas que te encuentres sea menor.

Ruinas de Palenque

Lo que más me gustó de Palenque fue volver al clima subtropical. Entre las tierras altas guatemaltecas y la zona de San Cristobal en Chiapas había olvidado el calorcito. No es que sean zonas demasiado frías pero yo estaba visitándolas en invierno.

Y tras ver las ruinas y algún que otro paseo por la selva alrededor de los alojamientos llegó el 24 de Diciembre y me fui a ver de nuevo a la gente de Trueke. Esa noche tocaban en otro de los «lodges«. Cené con ellos en un remake de Tim Burton que titulamos «Quesadilla antes de Navidad», que fue principalmente por el hecho de que esa fue nuestra cena de Navidad, y luego disfruté de verlos en directo una vez más, y más, y más… y es que les veía las noches que tocaban donde yo me alojaba, me juntaba con ellos en los ensayos y luego iba a verles cuando tocaban en otros sitios. Pero juzgar vosotros si no es para menos:


Que arte tiene Sandra.

Los espectáculos que hacían en las zonas comunes de los distintos alojamientos no tenían desperdicio ninguno. Desde funciones de circo y equilibrismo a actuaciones musicales de grupos, solistas y cantautores.
Fueron unas noches muy amenas y el 26, con la resaca de la navidad todavía en el cuerpo, me embarqué en un divertido viaje de unas 18 horas en autobús hasta Puerto Escondido. Parando para cuadrar buses en San Cristobal y en Tuxtla Gutierrez, de donde sale el bus a Puerto. Eso no era nada, el record lo batiría semanas después en el trayecto de 25 horas México DF – Mérida.

>> Todas las fotos de México <<

Puerto Escondido (México) y el año a huevo!… digo… nuevo.

Llegué para pasar Año Nuevo (año a huevo!) con la panda de la foto: Aritz, Jesús, Julia, Andrea, Pablo y la Victoria que tengo en la mano y con la que brindé unas cuantas veces en Puerto, no con esa todo el rato, claro.

Son colegas de antes de empezar el viaje, de Hortaleza, de Madrid y del mundo. Por circunstancias de la vida algunos llevaban un tiempo viviendo en Puerto, alguno/a solo fue de «vacaciones» y algún otro estaba trabajando en el DF después de haber vivido en Puerto y haber vuelto a España.
Los astros se conjugaron y conseguimos pasar la Nochevieja juntos. Aunque no fue fácil.
Para mi fue una de las mejores nocheviejas que he pasado, en un lugar perfecto para algo así y con buenos amigos tras un año viajando solo… ¿que más podía pedir? 🙂 .

Al principio me quedé en casa de Pablo, era pequeña, cuando fueron llegando el resto me pille una habitación con Aritz en un hostal de la zona de Carrizalillo y entre playa y «chelas» pasaron los días. Aunque antes me hice una visita a Mazunte, una playa cercana donde pasé un par de días durmiendo en hamaca. Es fácil, vas donde sea le dices que si puedes poner la hamaca para dormir y que cuanto te cobra. Por menos de 3 euros el problema del alojamiento está resuelto. Y en primera linea de playa, por supuesto.

Puerto está en la provincia de Oaxaca, es ciudad de surf y de gringos pero en esas fechas el mar no esta bueno y las olas no acaban de entrar, en cambio los gringos llegan más en manada, si cabe. Yo paseé por la ciudad y las playas, probamos casi todos los chiringuitos de Zicatela (juas!) y si queréis saber más os dejo un par de enlaces interesantes sobre Puerto Escondido:

En Minube: Que ver y hacer en Puerto Escondido.

En 3 viajes al día también hablan sobre Puerto.

Y es que… hasta aquí puedo leer.

>> Todas las fotos de México <<

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