Surf en Tailandia: cogiendo olas en Memories (Khao Lak)

Surfing Khao Lak

Si alguien me hubiese dicho que iba a estar surfeando en Tailandia en el mes de Abril estoy seguro que no lo hubiese creído. Tal vez si me dicen en Junio, cuando el monzón ya está en pleno apogeo… o que puede haber olas hasta septiembre (antes de que amaine)… igual habría llegado a dudar.

De todo el sudeste asiático Tailandia es el país con costa menos relacionado con el surf, los mejores, sin duda son Indonesia y Filipinas seguidos de Malasia y Vietnam. Cada uno tiene su momento y temporada pero a lo largo de todo el año es fácil practicar este deporte en esta región de Asia.

Lo único que había escuchado de Tailandia eran algunas referencias en Phuket, que llegan olas medio buenas durante los meses de Junio a Septiembre en las playas de Hat Kata y Nai Han, pero nadie me había terminado de confirmar.

Y de pronto me encontré cogiendo olas de hasta 2 metros en la costa oeste tailandesa unos 100 km al norte de Phuket, en pleno mes de Abril. Khao Lak, la puerta al mejor buceo de Tailandia, también tiene surf.

Surfing Khao Lak

Surfing Khao Lak

Surfing Khao Lak

Vale que no es un «top ten«, que solo hubo algún día suelto que pudieron pasar los 2 metros y que no rompian con demasiada fuerza, pero con el tiempo que llevaba yo sin surfear fueron las condiciones perfectas para disfrutar y volver a sentirme cómodo en la tabla.

En la playa frente a Memories se puede surfear durante todo el día (en función de la marea), rompen a izquierdas y a derechas (mejores a derechas), más fuerte a primera hora de la mañana y última de la tarde… incluso con un poco de luna puedes pillar algunas olas de noche. Los únicos locales que había surfeando eran Ching (el dueño de Memories), los empleados y algunos amigos… con lo que no se crean demasiados problemas territoriales con las olas (menos mal, odio el “only locals” surfero).

Las condiciones de esos días me parecieron perfectas, había playas cercanas donde estaba entrando con un poco más de fuerza y Nico fue alguna que otra vez con Ching a probar las olas, para mi estaba de sobra con lo que llegaba a “nuestra” playa y decidí no moverme mucho más. Tabla y hamaca eran todo lo que necesitaba.

Surfing Khao Lak

En Memories dan clases de surf y alquilan tablas durante todo el año. Es una playa de arena, sin reef, con olas de ambos lados que no pillan demasiada fuerza. Un buen lugar para divertirse pero mejor aún, el lugar perfecto para aprender.

Surfing Khao Lak

Surfing Khao Lak

Ahora me ha vuelto a entrar el mono y si regreso a Filipinas el mes que viene algunos de los destinos que visitaré seguro serán Siargao y Charlies point, pero si la opción es India tal vez acabe bajando al sur, que tengo entendido que también se pueden coger olas, preguntaré a Miki (le conocí en Malapascua) donde estuvo él surfeando con Hare Krishnas. Puede ser bastante curioso… y distinto.

Recuerdos de atardeceres, Memories in Khao Lak (Tailandia)

Memories Khao Lak

Cerca de 20 minutos en moto separan Memories del mundo. Llegar no es sencillo pero salir de allí es aún más complicado. En este lugar el tiempo se detiene o avanza tan despacio que por momentos cuesta tomar consciencia de la hora, del día que es, e incluso de donde estás.

Yo llegué desde Bangkok (BKK). Estaba con Vanesa y Nico, ella regresaba temporalmente a España y él tenía que hacer cierta burocracia antes de que se fuesen para Islas Salomón a llevar un centro de buceo. La cercanía del monzón estaba abrasando la ciudad y los casi 40 grados de temperatura estaban chamuscando mi cerebro, entonces decidí marchar y esperar a Nico en Khao Lak.

Para bajar desde BKK compré el billete en alguna de las agencias de Khao San Road, aunque no me gusta viajar únicamente rodeado de otros “farang” acaba siendo la forma más barata de moverse en Tailandia (para bajar al sur). Fueron 500B (13€) por cerca de 17 horas de viaje. Yo lo llamo el método “flautista de Hamelín”. Consiste en que el/la flautista pasa por las distintas agencias u hostales con su flauta invisible (o con un megáfono) invitando a las “ratas” (los farangs) a seguir su rumbo. Luego te meten en un autobús y mandan a todos juntitos al destino deseado.
Nico lo intentó por su cuenta (transporte local) y no le salió más barato.

Una vez en Khao Lak, una ciudad/calle sin demasiado encanto, me alojé en Fasai Guesthouse, muy interesante en relación calidad/precio. Allí estaban Ángel, Jo y Marquitos (la GoPro Family), buscando opciones tras su marcha de Filipinas (al final han acabado en México). Pasé un par de días con ellos hasta que llegó Nico de su aventura burocrática y salimos para el que sería nuestro nuevo y momentáneo hogar.

Memories

Memories

Khao Lak no tiene demasiado, una playa que no es bonita y un pueblo que aún lo es menos, pero es la puerta a las Similan Islands, uno de los paraísos del buceo en Tailandia. Desde aquí (o Phuket) salen los barcos de vida a bordo con los que poder explorar el archipiélago.

Estas islas, parque nacional protegido, cierran durante los meses del monzón y nosotros llegamos poquito antes, cuando salían los últimos barcos. Nuestra idea era pasar un par de días de vida a bordo si las condiciones del mar lo permitían, Nico había trabajado unos cuantos años en la zona y tenía bastantes contactos para intentar que nos colasen en algún barco. Al final tuvimos un pequeño contratiempo que no nos permitió ir: Memories.

Como ya he comentado, Nico estuvo algún tiempo trabajando allí y entre sus muchos amigos en la ciudad está Ching, el dueño de Memories:

Nico y Ching

Memories es bar y restaurante, alojamiento, con tablas para alquilar y donde poder tomar clases de surf (lo desarrollaré en el siguiente post).

Nos dejaron un bungalow con una cama pequeña, pusimos la hamaca en la terraza, pillamos un par de tablas y nos pasamos una semana haciendo poco más que surfear y mirar como pasaba el tiempo.

Atardecer

Atardecer

Atardecer

Atardecer

El lugar es especial, el ambiente que crean Ching y el resto de su equipo es como para no querer irse de allí, si a eso le unimos el surf y algunos de los atardeceres más bonitos que he visto en Tailandia se transforma en uno de esos lugares que pasan a mitificarse, a ser recordados por siempre como reductos de felicidad y paz donde puede sentirse uno como en casa.

Hamaca

A mi me pasó, tenía pensado salir para Perhentian, en Malasia, donde estaba a punto de empezar la temporada alta, a ver si encontraba trabajo como Divemaster, pero se estaba tan bien en aquella playa que estuve postergando la salida tanto como pude.

Los días pasaban como si durasen la mitad y las horas de hamaca mirando al mar se mezclaban entre ensoñaciones y siestas despistadas con los paseos al pueblo a por provisiones y los ratos cogiendo olas. Cuando llegaba la tarde podíamos pasar horas sin hablar, contemplando las luces crepusculares absortos en divagaciones de recorrido tan corto como poco profundo.

Atardecer

Atardecer

Atardecer

Eso es Memories, un oasis cerca de Khao Lak donde dejar que pase el tiempo y la vida, por un rato, sin más preocupaciones que la altura de las olas que están por venir..

Memories

No puedo dar datos de los precios porque al ser amigos de Nico no quisieron cobrarnos, pero son precios asequibles. Para llegar hay que ir en taxi (está lejos y no creo que sea barato) o alquilar una moto (sobre 150B al día). Es la carretera que sale de Khao Lak hacia el norte, pero lo mejor es preguntar por allí.

Cuando conseguí despegarme de la hamaca y la tabla compré un billete para Sungai Kolok, en la frontera con Malasia, para ir a Palau Perhentian, unas islas en la costa este malaya relativamente cercanas a la frontera con Tailandia.

Vistas

Memories

Y así salí de Memories, con la idea segura de que volvería (al menos a por mi chubasquero, que decidió quedarse) y pensando en cuando sería la siguiente vez que me encontraría con Vanesa y Nico, con quienes, entre unas y otras, había pasado bastante tiempo en los últimos 4 meses.

Vale, en realidad lo que más me planteé no fue el “cuando”, fue el “donde”.

Todo sea que acabe visitando Islas Salomón en este viaje 😉 .

La Costa del Bálsamo – El Salvador

El Tunco

Desde Juayúa fuimos a La Costa del Bálsamo, la que se extiende desde La Libertad hasta Suhuapilapa. Primero nos dirigimos a la playa de El Zonte a comer en «La Costa Brava«… no la zona costera de Cataluña, claro…. al Restaurante y Alojamiento La Costa Brava (Carretera Litoral Km 53 1/2). Roberto conocía a los dueños, catalanes afincados en El Salvador (de ahí el nombre) y había estado más veces. La verdad es que el lugar es una pasada, un restaurante en lo alto de un pequeño acantilado con escaleras que bajan a una playa espectacular que, como todas en esa costa, es un spot bastante bueno para hacer surf. En esa zona pega una buena parte de la fuerza del «Pacífico«.
Y allí pasamos la mañana, la comida y la siesta en unas hamacas del restaurante. Cuando nos despertamos de la siesta salimos en dirección a El Tunco, una playa cercana con alojamientos algo más baratos, no es que allí fuese caro, es que Roberto volvía a San Salvador para trabajar y mi presupuesto era algo menor que el precio de las habitaciones en La Costa Brava.

Total, que me llevó a El Tunco y allí ya busqué algo de mi categoría… acabé en el Roots, un camping con muy buena onda que me cobraba unos 3 $ al día por dormir en hamaca. Si, era lo más barato. Baños compartidos y cocina de uso común. Los dueños muy buena gente, medio rastafaris – medio surferos.
Me resultó curioso que fuese en El Salvador, el país con peor fama (en cuanto a seguridad) de centroamérica, el lugar donde dormí por primera vez en hamaca en este viaje. Esto significa, sin habitación, ni puertas, ni taquillas para guardar las cosas. Durante el día le dejaba la mochila a los dueños y la noche la dejaba al lado de la hamaca. El camping no estaba ni vallado y no hubo el más mínimo problema. La sensación de seguridad era total.

Y allí estuve 3 o 4 días esperando que el mar mejorase para ver si podía surfear un poco, que era una de las razones por las que fui. Pero no tuve esa suerte, la ola llegaba totalmente rota y no se podía hacer nada… y pasé los días en la playa, charlando con la gente de Roots, con algunos artesanos que se alojaban allí y viendo los impresionantes atardeceres que había en esa playa:

Jugando al atardecer

Atardecer

De allí volví a San Salvador en autobús (2 buses 1.5 $), Roberto tenia libre de nuevo el fin de semana y habíamos pensado pasarlo en el norte del país. Lo que pasó fue que el viernes se lió… y bastante, y acabamos saliendo para el norte el sábado después de comer.
Todo empezó, como no, en el PhotoCafé tomando algo. Para mi es uno de los mejores lugares de San Salvador para tomar un café (o unos cuantos vinos) y para ver y charlar sobre fotografía. Si alguien que lea esto pasa por allí que no dude en darle un fuerte abrazo a Edgar y Enayda de mi parte.
Bueno, y del PhotoCafé a otros bares de la zona, lugares con música en directo y bastante marcha… y acabamos por la zona de la Colonia Escalón (por donde vivía Roberto) a altas horas de la madrugada y en lugares un tanto sórdidos 😉 .
Esa noche lo pasé muy bien, era mi despedida con Roberto. Nos íbamos al norte el finde y luego me dejaría en la frontera con Honduras para continuar mi viaje… y como la zona de La Palma, a la que íbamos, no es famosa por su juerga precisamente, pues nos la dimos en San Salvador.

Jugando con fuego

Aunque la última noche en San Salvador estuvimos on fire esta foto es Marcos jugando con las cariocas con fuego en Roots, en la playa de El Tunco.

>> Todas las fotos de El Salvador en Flickr <<

Bali… Toma 2 – Vuelta al mundo real.

Del post anterior conseguí despertar con una especie de aureola brillante que cubría todo, al rato había vuelto al mundo real… o eso creo, aun dudo cual es el verdadero. En ese post cuento un poco mi primera impresión sobre Bali, o mejor, sobre Kuta. Kuta, como ya he dejado claro, es una de esas ciudades sacadas de una película de surferos: playas, chicas, tablas, diálogos vacíos, imagenes de ensueño… aunque no estuvo nada mal para celebrar mi cumpleaños y la despedida de Annick y Karine (volvieron a Canadá tras casi 10 meses de viaje por Asia).
Pero dejemonos de películas y continuemos como debe ser… seguimos con Kuta.

En cuanto a garitos para salir a tomar algo, Kuta esta lleno y lo mejor es que en la mayoría ponen música en directo. Mis preferidos fueron Apache (música reggae en directo), Expresso (simpáticas camareras, un poco de punk y muchos locales) y para tomar algo antes de salir Joe’s (acústicos de gran calidad y buffet libre gratuito para la cena de los viernes).
Kuta es eso y surf, buenos spots alrededor y Kuta Beach en el centro, una de las pocas playas de arena de Bali y, por tanto, una de las mejores para practicar y aprender a surfear.

Y en Kuta me alquile una moto para recorrer la isla, fueron 2.5 $ al día. En cosa de una semana hice unos 600 km. Primero fui a Medewi, en el extremo occidental. Alli pase un par de días tragando agua y llenando mis piernas de cortes. Dicen que es un buen spot, que no hay reef, el suelo es canto rodado y tiene una buena ola a izquierdas no demasiado rápida.
Pero cuando tu nivel no es muy alto y toda la fuerza del Indico entra en forma de olas enormes… ufff… se puede llegar a disfrutar el sufrimiento??, yo lo hice durante 2 dias.

Lo mejor de la moto es disfrutar de los paisajes de la isla. Terrazas de arrozales inundados y bosques de palmeras por doquier… es realmente bonito.

El siguiente destino fue Amed. Ya había tenido suficiente surf y me fui al otro extremo de la isla para ver como eran sus fondos marinos. Amed es un pueblecito pequeño sin demasiado turismo. Me aloje y bucee con la misma empresa: Eco Dive. Fueron 3 $ por el bungalow y unos 45 $ por 2 inmersiones.
Para mi fueron las mejores que he realizado. La primera fueron 45 minutos a 30 metros con una fuerte corriente lateral, nunca lo habia probado pero es una experiencia increíble, aunque me chupase la botella entera luchando contra la corriente. La segunda, 50 minutos a 18 metros, algún tiburón (white tip, el primero que veo en mi vida), tortugas, caballos de mar y un francés que bajo conmigo.
A nivel de coral Bali es muy normal, pero en lo que a fauna acuática se refiere es, en dos palabras, Im Presionante. (Si, lo se… chiste facil).
En Amed también tuve la oportunidad de asistir a una boda balinesa.

Llevaba todo el día escuchando música y decidí ir a ver que era. Al verme llegar me invitaron a pasar y yo, que me apunto a un bombardeo, no dude un instante. Me llenaron de comida y bebida y me explicaron sus tradiciones, cantaron para mi y al final me acabe sintiendo como el protagonista del evento. Todos me invitaban a ir con ellos después a ver sus pueblos… una pena que al día siguiente salia para Ubud.
Fue muy guapa la experiencia e hice algunos buenos amigos, Wayan en particular, con el que aun sigo hablando de vez en cuando y que me estuvo llamando casi a diario para ver si me seguía gustando Bali. La verdad es que los balineses son una gente encantadora.

Y de Amed salte a Ubud, los paisajes en los trayectos en la moto continuaban siendo espectaculares.

Ubud es una ciudad… y un mercado, o mas bien es una ciudad mercado. Una bonita y tranquila ciudad repleta de tiendas… pero como yo no compro pues visite el Bosque de los Monos (arboles y… monos) y al día siguiente partí hacia Bingin, un pueblecito perdido con guesthouses en los acantilados y enfocado casi única y exclusivamente al surf.
En los principales spots no me atreví a meterme, la cantidad de tablas rotas (mas de 7 diarias) y los estragos que el arrecife causaba en los cuerpos de los surferos no me dieron mucha confianza. Pense en entrar en Dreamland (me la recomendó Oscar), playa de arena cercana a Bingin, pero me dio por sacar la cámara para ver como es eso de las fotos de surf.

Entonces me di cuenta de que soy mejor fotógrafo que surfero y me pase un par de días haciendo fotos, la única espuma que toque fue la de las cervezas que tomaba.

En Bingin fue muy fácil hacer fotos por la cantidad de Pros que pasan a surfear sus olas. Con esta gente hacer fotos espectaculares esta tirao. Apuntas, esperas y el resto es cosa suya… solo tienes que acordarte de apretar el botón del obturador en el momento apropiado.

Luego los surferos de por allí me acabaron posando porque parece que les molaron las fotos que hice. Yo quede contento para ser la primera vez que lo intento.

Mi primer set de fotos de surf.

Y de ahí volví a Kuta. La idea era tatuarme (esta tirado de precio) pero la cosa se torció y al final salí sin tatuaje pero con buenos colegas tatuadores… tal vez la próxima vez que vuelva (si vuelvo). La historia es larga y no muy entretenida, asi que mejor os la ahorro.

Y eso fue todo, Bali empezó pareciéndome demasiado turístico y acabo gustándome bastante, y esto fue gracias a los balineses, una gente muy simpática que no duda un segundo para ayudarte en lo que sea.
Puedes hacer colegas locales en un lugar infectado de turistas, y especifico: TURISTAS. Lo digo porque en Bali no hay tanto viajero, el tipo de mochilero es el que viene a pasar las vacaciones y eso se nota en el desparrame, el cachondeo, el despilfarro que llevan y que no intentan moverse demasiado o conocer las costumbres locales (no todos, claro esta).
Por suerte los balineses no son gente de reproches (su karma no se lo permitiría), y si lo intentas puedes llegar a pasar muy buenos ratos con ellos. Yo quiero destacar a Lokho, David y Donny en Kuta, a Manno en Medewi y Wayan y Greig en Amed. Gracias a ellos disfrute de Bali y aprendí un montón.
Y de Bali, el primer lugar que pisaba en Oceanía, mi primer cambio de hemisferio, volví a saltar a Malasia, y casi sin querer me vi atrapado 7 dias en Kuala Lumpur. Todo por culpa, de nuevo, de Nacho y Sebastian… vale, y yo que me dejo.

Todas las fotos de Bali.

Y el homenaje cinéfilo es, esta vez, una escena que podría estar sacada de cualquiera de las pelis de surf para adolescentes que tanto nos fliparon en su momento, la ola no es gran cosa y no se aprecia casi nada, pero el guión y los diálogos no tiene nada que envidiar a cualquier guión de las mas afamadas películas surferas.

Medewi, le llaman el gran Martes de Dios… o algo así:

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