La foto es de El Tesoro (o Khazné ) de Petra, la capital del antiguo reino nabateo, uno de los lugares más impresionantes que nunca he visitado. Llegar hasta aquí después de recorrer el Siq es viajar en el tiempo, es quedarte una hora con cara de tonto pensando en como pudieron hacer eso hace más de 2000 años, pero encontrarlo de pronto desde las alturas después de un buen rato de caminata en solitario, sin ningún otro turista alrededor, no soy capaz ni de intentar describirlo.
Ayer decidí llegar hasta este punto, salir de las rutas más frecuentadas de Petra y sentirme como el descubridor que todo el mundo sueña que es cuando visita estos lugares.
En el hostal me dijeron que el camino es peligroso y que desde arriba hay riesgo de desprendimientos, que mejor no lo intentase. Los beduinos me dijeron que ni caso, que es «sencillo» y que las vistas son impresionantes. Sonaba mucho mejor la segunda recomendación, y es la que seguí.
La verdad es que no es del todo «sencillo«, no tanto por la dificultad como por las posibilidades de perderse o despeñarse si no andas con cuidado. Con unas buenas zapatillas no entraña demasiado riesgo pero yo para darle emoción lo hice en chanclas. El handicap principal es encontrar el camino y no perderlo en las bifurcaciones, para ello lo mejor es preguntar a los beduinos antes de comenzar.
Una vez me encontré con ÉL, imponente desde lo alto, se me olvidó todo lo demás, pero conocer allí arriba a Alí Mohamed y compartir con él cerca de una hora de charla y algún que otro té convirtieron el momento en inolvidable.
Alí es un beduino que vive en una cueva de esta maravilla que es Petra, conoce cada rincón y su historia, es francamente interesante y hace un té inmejorable, pero todo esto me lo guardo para cuando os cuente Petra al completo, que esto es solo la foto de la semana.
Como ya no dejan entrar a buscar el Santo Grial en su interior tuve que intentar superar a Indi incluso sin látigo… y lo que es más importante, sin sombrero, algo fundamental con la solana que pega.