Domingo en El Rastro (Madrid) / Foto de la semana

rastro

Dos mimos un domingo cualquiera en El Rastro de Madrid… vuelve la foto de la semana.

Como en casa y con guía en Ammán (Jordania)

Amman

Jordania me recibió con un aeropuerto más pequeño de lo que me esperaba (para la cantidad de turismo que acoge). La espera por las maletas se unió al retraso del vuelo desde Sri Lanka y al trámite de la «visa on arrival» (que hay que abonar en efectivo) y pensaba que nunca pisaría Ammán. Lo peor es que Israa llevaba todo ese rato esperándome fuera sin saber las razones de mi demora. La había conocido un año antes en El Cairo, en unas cañas «rápidas» que me tomé con Jose antes de volar para Bangkok, y coincidió que estaba unos días en su Jordania natal antes de volver a Granada (donde vive). Estas circunstancias condicionaron totalmente mi paso por el país, no para bien, para mejor.
Israa vino a recogerme al aeropuerto, me hizo de cicerone durante los días que coincidimos, me buscó casa para alojarme de couchsurfing, me enseño un montón de cosas sobre el país, sobre el Islam, sobre sus costumbres y tradiciones, su gastronomía, su historia, «intentó enseñarme» un poco de árabe, me ayudó con el «salvoconducto» para poder entrar y salir de Jordania a Palestina por el puente del Rey Hussein, me «llevó» a ver Jarash y el Mar Muerto… ¿sigo?.

La ruta por Amman comenzó el primer día, para hacer tiempo hasta que llegasen del trabajo los dueños de la casa donde me alojaría nos fuimos al Downtown. Visitamos el Anfiteatro, paseamos por la zona y comimos Mansaf en el restaurante Alquds, un clásico de la zona para mi primer contacto con la gastronomía jordana. El Mansaf es uno de los platos tradicionales en Jordania, los ingredientes son cordero, arroz y yoghurt; el resultado: increiblemente sabroso.

Anfiteatro

Puerta

Una vez el estómago estuvo lleno salimos para conocer a mis anfitriones en Ammán; Adam y Mido. Israa les contactó por couchsurfing para ver si estarían dispuestos a acogerme en su hogar por unos días, como aún no me conocían dijeron que si.
Tras las presentaciones iniciales nos fuimos a conocernos mejor con unas cervezas delante. Me llevaron a otro de los clásicos de la ciudad, Rainbow Street. Una calle donde salir a tomar algo, a escuchar música en directo, a comer/cenar/almorzar/merendar (los jordanos comen muchas veces y a muchas horas distintas, vamos, se pasan el día comiendo).

Adam, Mido e Israa

Para terminar el día y seguir con el aprendizaje de la gastronomía local volvimos al Downtown para cenar en Hashem, un pequeño restaurante que pone mesas en la calle por el que puedes hincharte a comer 3 personas por menos de 4 euros.
Pedimos falafel, hummus, ful, patatas, ensalada… Es un sitio bastante local que se llena bien entrada la noche. El falafel está increíble y la autenticidad del lugar y su ambiente son dignos de contemplar.
De postre  tomamos Knafeh (un dulce, muy dulce, típico jordano) en Habibah, no lejos del anterior, y con nuestra dosis correspondiente de azúcar y el placer de haber cumplido mis deberes con la gastronomía jordana (en el primer día), dimos por terminada la jornada.

El día siguiente fuimos a Jerash (lo cuento en el siguiente post) y por la noche, mientras la ciudad se paralizó por un partido de clasificación del mundial entre Jordania y Australia (ganaron los locales por 2 a 1 y entonces la ciudad se volvió loca) nosotros disfrutamos de uno de los mejores shawarmas de la ciudad en Shawarma Reem (segundo círculo) y después Israa me invitó a probar otros dulces típicos, el Asabe Zainb (dedos de Zainb) y Awameh, ambos exquisitos pero increíblemente dulces, en Tamryet abuali (en una calle que sale también del 2º círculo).
Otra cosa no pero los sabores de Jordania los estaba probando todos.

Atardecer con Abu Darwish de fondo

El tercer día la ruta comenzó en el Museo Real del Automóvil de Jordania, un lugar donde Abdalá II muestra al pueblo lo rico que es y ellos no. Es una colección de coches de lujo que empezó su padre y que intenta, en forma de museo, mostrar a un rey campechano al que le gusta la velocidad y que permite que la gente vea sus lujosos transportes por el módico precio de 3 euros si no eres jordano. Hay fotos de la ciudad y te muestra, a grandes rasgos, algo de la historia de este reino hachemita desde el reinado del padre del actual monarca.
Una de las razones para venir a este museo era visitar también la nueva Mezquita de Hussein, que está en el mismo «complejo«. Y una vez más en un país árabe me quedé sin visitar otra mezquita. No se como me las apaño pero casi nunca consigo entrar a ellas… por ser festivo, por ser la hora del rezo, de la comida, del cierre, por no ser musulmán, por no ir bien cubierto, por las restricciones israelíes (en Palestina)… pero vamos, por unas u otras parece que se me resisten las mezquitas. Igual es culpa mia que no me esfuerzo suficiente :p .
Sinceramente, tampoco es algo que me importe demasiado, si entro a los templos es para sentir la religiosidad de unos lugares creados con un fin concreto, para ver a la gente practicando sus «ritos y supersticiones» e intentar comprender un poco más de su cultura. Nos guste o no la religión es una pieza fundamental en las culturas de infinidad de países y para conocerlos de verdad hay que ver todas sus caras. Si en la religión musulmana no puedo sentir eso, si en las horas del rezo la entrada está prohibida para los no musulmanes, aunque entiendo que se trate de respeto a sus sentimientos más profundos, en mi caso esos lugares se transforman en meras acumulaciones de piedra, edificios más o menos bonitos pero carentes de su significado real.

El vacío religioso lo debió entender mi cerebro como un vacío estomacal (esa imagen tiene de mi) y seguimos caminando por el pinar hasta la salida más cercana al séptimo círculo, donde sacié mis apetitos (también el religioso) con un shawarma y una buena conversación con Israa sobre el Islam en Koram (otro clásico en Ammán).

Atardecer en la ciudadela

Después de la trascendental conversación decidimos que el día merecía terminar con un atardecer a la altura y el lugar donde contemplar uno de los atardeceres más bonitos de la ciudad es sin duda la Colina de la Ciudadela, o Jabal Al-Qal´a, lo que me llevó a descubrir (gracias a mi nuevo interes por el conocimiento del árabe) que Al-Qalá, se pronuncia «alcalá«, significa «ciudadela» y que a pesar de mi «madrileñidad» no tenía ni idea de esa etimología. La Puerta de Alcalá es en realidad la puerta de la ciudadela, de la ciudad vieja, la puerta de Madrid. Tiene narices tener que irse tan lejos para averiguar sobre mi ciudad natal. Que poco caso hacemos a lo que nos rodea.

La Ciudadela de Ammán data de la Edad del Bronce Antiguo, es otra más de las ruinas del país que hacen transportarse a la antigua roma, con su muralla bien conservada y unas vistas privilegiadas, si no fuese por el precio de la entrada (que no deja de ser un impuesto revolucionario excesivo para los extranjeros en toda Jordania) sería el lugar perfecto para subir a ver el atardecer a diario.
Tengo debilidad por las vistas de una ciudad desde la altura, verla moverse, latir, apagarse con el crepúsculo y encenderse inmediatamente a base de luz artificial para continuar el bullicio de la rutina sin prestar atención al espectáculo que tiene delante.

Noche

El día terminó insuperable, disfrutando de un shawarma en la plaza de Rainbow street acompañados por la melodía de las guitarras españolas que unos jóvenes rasgan cada tarde a la caída del sol. La mezcla de flamenco o rumba con las músicas árabes de las que beben sus raices me cautivó las innumerables veces que pasé por esta plaza.
De Ammán salí para el sur de Jordania, volví para visitar desde allí el Mar Muerto y despedir a Israa, y luego regresé desde Palestina una vez más antes de volar de nuevo a Hortaleza. Fueron casi 10 días allí (intermitentes) sintiéndome como en casa con Adam y Mido, compartiendo buenas conversaciones, intercambiando y aprendiendo. No creo que Jordania hubiese sido lo mismo sin ellos, pero mucho menos sin Israa, gran culpable del imborrable recuerdo que tengo del país.
No se cuando será la próxima vez que los 4 podremos compartir el sabor de la shisha en Narguile contemplando las luces nocturnas de Ammán en el Books@Cafe, pero no me cabe duda que volverá a suceder tarde o temprano, con Israa tal vez sea antes, contemplando las luces nocturnas de la Alhambra desde el Albaicín, que tampoco suena nada mal. Además a esta se puede apuntar también Jose y a Iván le pilla cerca, muy cerca. Seguro que las conversaciones viajeras que de ahí salen me transportarían de nuevo a Jordania… bueno, y a medio mundo.

(*) Solo aclarar que no me gusta el sabor de la shisha, para que luego no diga Israa que no fumé de aquella Narguile… vaaaaale, pero es que quedaba way acabar el post así. 🙂
(**) Son infinitos los agradecimientos que tendría que dar a Israa, Adam y Mido, por lo que aquí no caben. Mejor se los doy en persona la próxima vez que les vea.

>>Todas las fotos de Jordania en Flickr<<

TimeLapse del atardecer en Sierra Nevada (Granada)

Este es el último atardecer del que disfruté en 2012. Es el 30 de Diciembre desde el refugio de Villa Vientos, en Sierra Nevada (Granada). Cerca de hora y media de TimeLapse (fotos cada 1 segundo) reducida a 14 segundos.

Ya avancé en el post anterior la aventura intentando terminar el año en la cima de la península y ahora esta aventura ya ha sido contada casi por completo en el blog del Packet Xtreme Team: 4 packets y varios destinos…

El último atardecer del año es un buen momento para hacer balance, los atardeceres siempre ayudan al recuerdo a volar libre, a recorrer sin orden alguno los rincones de nuestra mente para picotear de aquí y allí lo que considera importante.
Este último atardecer me llevó al recuerdo del primero, en Puerto Galera (Filipinas)… y eso pensando en el año que terminaba, no me puedo imaginar como será el último atardecer de verdad, si transportará hasta el primer recuerdo de un atardecer, a todos los rincones escondidos de la memoria, o será simplemente como otro más porque no se puede saber cuando va a ser el último.

Me pregunto como fue el último atardecer de Enrique Meneses, sería imposible que las vivencias se le hubiesen abalanzado como visiones porque no habría sitio para tanto ni en el espacio infinito.
El siempre decía: «El periodismo es ir, escuchar, ver, volver y contarlo«, inshallah pudiese volver para contarnos como es aquello, pero no puede porque hasta aquí ha llegado. «Hasta aquí hemos llegado«.

(*) Que decir tiene que este post está dedicado a la figura de uno de los mejores periodistas que ha dado este país. Periodista, viajero, aventurero, idealista, soñador… y mucho más. Hasta otra Enrique.

Despidiendo el año en la cima de la península (Mulhacén 3478,6 m.s.n.m)

Techo de la Península Ibérica

31 de Diciembre de 2012, Mulhacén, a 3478,6 metros sobre el nivel del mar y mucho más alto aun sobre todas las cosas humanas.

Siempre había querido empezar un post parafraseando la introducción que usó Nietzche para su indescifrable «Así habló Zaratustra» y creo que esta era la ocasión perfecta.

En estas condiciones comenzaba el fin del 2012 desde la cima de la Península Ibérica. El plan en un principio consistía en hacer cima el 1 de Enero a las 00:00h, la luna estaba practicamente llena y podía ser una ascensión nocturna preciosa pero las condiciones climatológicas y un cúmulo de circunstancias de diversa índole dieron al traste el plan.
Todo empezó con una ventisca y una bajada de la temperatura que nos impidieron llegar el primer día al refugio de Villa Vientos. Hicimos noche en el refugio de Carihuela, cerca de la cima del Veleta, y a la mañana siguiente sin haber dormido practicamente por culpa del frío, seguimos el camino a Villa Vientos. Por si las condiciones no eran suficientes decidimos complicarnos la aventura «paseando» por Sierra Nevada todo el equipo de escalada en hielo (cuerdas, clavos, arneses, cascos…), para que conociesen un poco la montaña y transformar el camino en insufrible.
Pasamos una noche algo menos fría en Villa Vientos, nos levantamos temprano y empezamos la ascensión a Mulhacén por la cara Oeste. La nieve estaba perfecta para los crampones y en cerca de hora y media estábamos hollando la cima de la montaña.

Las casi 8 horas de bajada hasta el coche se hicieron largas pero merecieron la pena, y en vez de una sopa de noodles muertos de frío en un refugio de montaña nos pegamos una cenaza en Cenes de La Vega en casa del Señor Oscar. Creo que salimos ganando.

El primer viaje del año ha sido por carretera, de Granada a Madrid, el día 1 recién levantado. Parece un buen pronóstico para que 2013 sea un año viajero. El 2012 lo fue, y además con contrastes, lo empecé a cero metros sobre el nivel del mar en Filipinas y lo terminé a 3.478 en la cima del Mulhacén. Terminando por todo lo alto, por encima de todas las cosas humanas.

(*) Está aventura se ha contado con más detalles en el blog del Packet Xtreme Team. No puede ser menos, una vez más hicimos honor a su lema: «Haciendo imposible lo posible». El post en cuestión: 4 packets y varios destinos.

Utilizamos cookies en nuestro sitio web

Por favor, confirma si aceptas nuestras cookies de seguimiento. También puedes rechazar el seguimiento, por lo que puedes seguir visitando nuestro sitio web sin que se envíen datos a servicios de terceros.