Pak goes to… la radio. Paralelo20.

Como ya comenté en el último post, el viernes estuve en la radio. El programa fue Paralelo20, presentado por Marcial Corrales y Eva Madruga, aunque el Eva no pudo estar el viernes y la sustituyó Begoña Martín.

La radio siempre había sido, para mi, ese trasto del que salen voces que nadie sabe donde están. Y el pasar «al otro lado«, ver la maquinaria, el funcionamiento, la improvisación… desde dentro, y sentirme participe fue una experiencia muy interesante y divertida. Claro que Marcial, Begoña y Eduardo ayudaron bastante a que me sintiese cómodo entre ellos.

Podéis saber un poco más del programa del viernes, y escucharlo completo (muy recomendable) aquí:

… Y MOISÉS SUBIÓ DOS VECES

Quería dar las gracias a Paralelo20, a todo el equipo, por invitarme a descubrir como es la radio desde dentro.

Fue un placer 😀 .

Os dejo la parte de mi entrevista:

Espero que, por lo menos, os resulte entretenida.


De izquierda a derecha: Marcial Corrales, Pak Muñoz y Eduardo Ruiz.

Y habrá más. Me han invitado a ser blogger colaborador, y me dejarán huequitos en los que ir contando mis viajes de vez en cuando. Estaré encantado de viajar para poder ir más.

San Pedro, Santiago… La Laguna, los machetes y Atitlán – Guatemala

Subida hacia el volcán San Pedro

Con base en Panajachel estuve moviéndome un poco por los alrededores de El Lago. En bote crucé hasta San Pedro La Laguna, uno de los pueblecitos enfrente de Pana desde el que se puede hacer la subida al Volcán San Pedro.
Otra de las opciones era ir a San Marcos La Laguna (San Marcos La Locura le llaman)… me lo vendieron como un remanso de paz, tranquilidad… me lo vendieron como el lugar perfecto para ir a meditar, aprender yoga o relajación, disfrutar del ambiente hippie del pueblo (y cachondeo y fiestas y tal y tal)… y yo me preguntaba: ¿en Guatemala?.
Total que como no conocía a demasiados chapines hippies, o que meditasen, el yoga no formaba parte de la cultura Maya y no tenia demasiadas ganas de cachondeo, pensé que lo mejor era probar suerte en otro lado que no estuviese lleno de gringos, que hacía solo 3 meses que había estado en los USA¿habeis estado en San Marcos?, ¿tal vez precipité mis decisiones?. Me temo que no.

Y llegué a San Pedro, un pueblo de unos 13.000 habitantes, tranquilo, con también con bastante gringo debido a la cantidad de Spanish School que hay allí, algo bastante común en toda Guatemala.
El enclave es precioso y supongo que es una de las razones por las que el Lago tiene tal cantidad de turistas.

San Pedro La Laguna

En un principio intenté buscar la forma de subir al Volcán Atitlán. Tiene un punto místico y es lo suficientemente bonito como para que me atrajese bastante. El problema, la seguridad. Ninguna empresa de guías se atrevía a acompañarme y me dijeron que la probabilidad de asalto, haciéndolo por mi cuenta, era del 99,9%…. me pareció suficiente.
Este es un problema común en la zona del lago. No te van a quitar más de lo que lleves encima y darte un buen susto, pero no son momentos agradables. La mejor forma de moverse entre los pueblos del lago es en bote o transporte público, pero no andando.

Tal vez tengas la suerte de que no te pase nada, o tal vez tengas que comprarte un machete, como el que lleva todo el mundo en Guatemala, para ahuyentar a los maleantes. Véase el ejemplo del señor con machete:

Retrato con machete

No es solo el trabajo en el campo, lo llevan al bar, pasean con él, lo usan para cortar, para abrir paso, para hacerse un bocadillo, para cortarse las uñas, para pelar fruta… yo estuve a punto de comprarme el mío y ponérmelo en la pernera como Cocodrilo Dundee. Después de 3 meses sin parar de ver la imagen en todo centroamérica se llega a hacer bastante familiar.

Tocando el maiz...

Y aquí os dejo un par de imágenes del «intento» de subida al Volcán San Pedro. Y digo intento porque cuando llegamos a la mitad nos informaron de la tasa que había que pagar para subir. Normal, en cuanto hay turistas hay forma de recaudar.
Y como el grupo de artesanos con los que iba no andaban demasiado boyantes de Quetzales (moneda Guate), pues decidimos intentar otras vías.
Si, intentamos colarnos. Y así pasó la mañana, dando vueltas a la zona buscando un camino alternativo que nos habían comentado, riendo, huyendo de los guardias con alguna carrerita de por medio… y cuando nos empezó a entrar el hambre, unos 40 minutos depues de habernos perdido entre la maleza, dijimos… vamos para abajo, sea como sea llegaremos al lago. Y así hicimos.

Artesano con lago de fondo

Pasé un par de días más allí y luego me dirigí a Santiago Atitlán. En este pueblo vi menos turistas, aunque es bastante bazar, tal vez sea un pueblo para ver solo en un día porque la noche que pasé allí no vi casi gente ni en la calle.

Era un lugar más auténtico, menos contaminado por el turismo. Lo noté la primera noche, mientras miraba la luna sentado al lado de la puerta del hostal. De pronto, entre la oscuridad, apareció un joven chapín. Caminaba mirando al suelo y cuando me vio se quedó parado. Se plantó delante mía y empezó a mirarme. No quitaba la vista de mi y noté que intentaba decirme algo. Imagine que se estaba cortando pensando que yo hablaba inglés y le di las buenas noches en castellano. Me miró a los ojos y sonrió. Lo primero que me preguntó es si hablaba «Español«, le dije que si, que yo soy de España… entonces me pregunto cual era el idioma que hablábamos en España. Le dije que… -¿»Español«?-. Pero empezó a reírse.
Y sus palabras fueron: -«Vosotros los «gringos» no hablas Español, no me quieras engañar«-. (Como he comentado en un post anterior, la población Maya habla un castellano bastante pobre).

Una hora más tarde seguía convencido de que yo era gringo, no había manera de hacerle entender que no. Pero tal vez para él, la palabra «gringo» significase más «extranjero» que estadounidense. Y lo más curioso es que una hora más tarde seguía convencido de que yo no hablaba «Español«, y ya os digo que es curioso, porque en todo caso el que no hablaba «Español» era él. Él hablaba el castellano de Guatemala y yo el castellano de España, lo que se denomina «Español«.
Pero es tan distinto el acento, las palabras, los giros, las expresiones, que es común que cuando escuchan hablar castellano de España, piensen que lo hablas así porque lo haces mal, porque lo has aprendido de segunda lengua y lo que hablas bien es el inglés.
Esto me pasó bastantes veces en Guatemala. La pobreza posiciona el trabajo por encima de la educación y esto provoca que una gran parte de la población guatemalteca (sobre todo la población Maya, indígena), no sepan que España está en Europa o de donde proviene la lengua que hablan. Es un estigma para ellos, pero también para el viajero, porque en Guatemala, más o menos, todos somos gringos.

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Y Guatemala me dejó marcado – Tattoo Making-of

Tattoo

A la vuelta de Santiago Atitlán me puse en manos de El Mono, uno de los artesanos con los que me juntaba en Panajachel. Llevaba años haciendo tatuajes y yo llevaba un tiempo queriendo hacerme uno. Entre los dos encontramos un glifo maya de las Ruinas de Yaxchilán (México) que nos gustó mucho y tras contemplar unas cuantas opciones, el lugar elegido para el emplazamiento de esta nueva e imborrable marca fue mi gemelo derecho.

Tattoo

Mono me tatuaba y yo le hacía una sesión de fotos, que no tenia fotos tatuando, a cambio me cobraría el coste de la tinta y poco más. Fueron unos 20 euros. Vamos, regalado.
Además el reto era interesante, hacer una sesión de fotos mientras cortan y meten tinta en mi piel, aunque suena más bonito así: «una sesión de fotos mientras me dibujan un símbolo eterno».

Tattoo

El «dibujo» es el Dios del Sol Maya, que reprensentado con cara de perro se presenta como el Dios del Tiempo y equivale a 16 kunes (un kun era un día con su noche). Son unidades de medida que usaban para entender los movimientos astrológicos, las estaciones y todo ese conocimiento que manejaban hace ya más de 8 siglos.

Tattoo

Tattoo

Tattoo

Mi capacidad sobrehumana para soportar el dolor [sic] permitió que pudiese fotografiar una gran parte de la sesión, incluso cayó algún que otro autorretrato en el que se demuestra que soy capaz de «no llorar» mientras me tatúan. :p

Tattoo

Y con el tattoo aún «fresco» y «sangrante» me fui hacia Xela (Quetzaltenango) con Jonathann para realizar la ascensión al Tajumulco, que con sus 4.220 m.s.n.m. es el punto más alto de todo América Central.

A Jonathann me lo encontré caminando por Panajachel. Había conocido a su hermana (Mariane) en Bali… si Indonesia, luego coincidí con ambos en Costa Rica (premeditado) y después apareció Jonathann de nuevo en Pana. Con él pasé muy buenos ratos por Guate y luego volví a visitarle en San José (Costa Rica), donde llevaba un tiempo viviendo. (Que cosas tienen los viajes)
Aprendimos a hacer el cubo de Rubik, superamos los 4.000 metros juntos, nos adentramos en el triángulo Ixil... pero bueno, mejor os lo cuento en sucesivos posts.

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Tajumulco (4.220 m), el techo de América Central – Guatemala

Tajumulco, el techo de América Central

El volcán Tajumulco es, con sus 4.220 metros, el punto más alto de toda América central, el techo de esta región y, hasta ese momento, el punto más alto que había alcanzado yo nunca.
La ruta comienza temprano, partimos en bus desde Xela hasta San Marcos, luego otro bus que te deja en las faldas del volcán y una vez allí comienza la ascensión. La meta es llegar hasta los 4.000 metros para hacer noche allí, despertar temprano y hacer cima para ver el amanecer desde ella. Algo espectacular.

Había llegado a Xela con Jonathann y nos apetecía subir sin un grupo organizado, empezamos a buscar agencias y acabamos encontrando un guía. Fueron 2 días/1 noche, las comidas, la tienda, y los sacos por unos 50$ por persona. Un precio bastante, bastante asequible, y lo mejor: poder hacerlo a nuestra marcha sin un grupo.

Los paisajes del inicio, de las zonas habitadas son espectaculares. Es una zona dura, con climas bastante extremos (mucho calor de día y frío en la noche). Hay que pensar que es una montaña de más de 4.000 metros en zona tropical, esto provoca unos contrastes impresionantes.

Durante el camino es normal encontrarse con locales que se desplazan entre pequeñas aldeas, pastorean, o cultivan papa, verduras… y es común que intenten sacarte alguna propina. Yo no soy partidario, como he comentado en post anteriores, pero la pobreza (bastante extrema) de esta zona del país hace muy difícil no sensibilizarse delante de esas caras, de esas miradas, de esas sonrisas.

Pastoreando la voluntad

Con María y Lupe (las niñas de la foto) acordé que si estaban por allí a la bajada les daría la comida que me sobrase, y que intentasen estar seguro porque ya me encargaría yo de que me sobrase «algo«.
A la mañana siguiente no faltaron al encuentro y antes de darles nada les hice prometerme que intentarían convencer a sus padres para que las llevasen a la escuela. Supongo que quedaría en saco roto, que sus padres ni tan siquiera pueden permitirse el transporte para que vayan al colegio más cercano… y no hablemos de los libros, de unas ropas limpias o el resto de material escolar.
Las comida que les di, sobre todo las galletas, creo que les alegró el día, pero hace falta mucho para poder alegrar sus vidas y las del 15% de la población guatemalteca que vive en pobreza extrema, con menos de 1€ diario para subsistir

Tajumulco, el techo de América Central

A media tarde llegamos al lugar donde pasaríamos la noche, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, y el atardecer nos regaló un espectáculo alucinante. Ninguno de los 3 habíamos visto algo así antes, y no acabo de tener claro el «porque» de ese «fenómeno«.
(*) Emilio Rey (@digitalmeteo) me aclara que se llaman rayos anticrepusculares, todo tiene un «porqué«, y que grande Emilio, ¡gracias!.

En este punto montamos la tienda, cenamos y nos preparamos para una fría noche. Es conveniente llevar bien de ropa de abrigo ya que los sacos que prestan no son precisamente «calientes«. A mi me costó bastante dormir por el frío.
Y a las 4 de la mañana empezamos la subida del último tramo. Esos 220 metros de desnivel son casi los más duros de toda la subida. Se hacen en la noche, con luz de linternas (o la luna, tuvimos suerte de tenerla llena), triscando entre piedras y ya se va notando la altura con unos primeros síntomas de aumento del ritmo de la respiración debido a la falta de oxígeno.
El amanecer fue uno de los más bonitos que he visto nunca. Desde lo alto de Tajumulco puede verse México, Guatemala y el Pacífico, son unas vistas espectaculares y unido a que fue mi primer 4.000, la experiencia se convirtió en imborrable.
Eso y la cantidad de «fenómenos» que pudimos contemplar ese día:

Tajumulco, el techo de América Central

La columna de humo que provocan las explosiones del volcán Santiaguito, uno de los volcanes activo que hay en Guatemala y que suele expulsar los gases acumulados a primera hora de la mañana, vamos, como un niño pequeño.
Tal vez se deba a su corta vida, se formo en los inicios del siglo XX debido a una erupción del volcán Santa María.

Tajumulco, el techo de América Central

La sombra del propio Tajumulco. Es una imagen que había visto en muchas fotos, la sombra que provocan las montañas al amanecer, pero que nunca había tenido la suerte de contemplar. Tal vez porque no he visto muchos amaneceres desde la cima de una montaña de tal envergadura.

Tajumulco, el techo de América Central

La espectacularidad de una luna impresionante que decidió quedarse como regalo añadido.

Tajumulco, el techo de América Central

El mar de nubes, un «fenómeno» bastante común en los valles de baja altura (entre los 500 y 1.500 metros) y que está causado por vientos marítimos cargados de humedad en su sector inferior.

Tajumulco, el techo de América Central

Y el más espectacular de todos estos «fenómenos» fue el de estos señores con sombrero de vaquero transportando una especie de cables a unos 3.000 y pico metros de altura. ¿Estarían llevando ADSL hasta la cima?, jeje.

Tajumulco, el techo de América Central

La experiencia me pareció altamente recomendable para el disfrute de la vista y los sentidos, pero también lo fue en el plano personal, debido sobre todo a la buena compañía que tuve la suerte de disfrutar: Jonathann y Manuel.

Reventados volvimos a Xela. Nos habían dejado una casa donde poder reposar y repasar la ascensión… pero esto ya es otra historia.

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Xela (Quetzaltenango): treking, relax y cubos de rubik – Guatemala

Xela

Xela o la casi impronunciable Quetzaltenango es una ciudad de 150.000 habitantes situada en el oeste del país y cercana a la frontera con México.
Como ya he comentado, la razón principal para venir aquí fue la idea de ascender Tajumulco.
Llegué con Jonathann, y fuimos directos a casa de una amiga que él había conocido viajando por El Salvador. Le dijo que pasase y que no había problema en quedarnos a dormir en su casa. Estaba viviendo con su pareja (ambos franceses) en Guatemala desde hacía unos meses, intentaban trabajar en cooperación y mejorar su ya bastante buen castellano.

Cuando llegamos a la pequeña casa de 2 habitaciones nos recibieron con los brazos abiertos, solo había un pequeño problema, otros 2 suecos que tenían allí alojados. Nos tocaba un colchón en el salón. –«¿Y eso es un problema?»-, dijimos nosotros.
Y es que esta pareja eran unos apasionados del Couchsurfing, una red social asentada en mas de 230 países y territorios y que se basa en la «hospitalidad«. La gente pone su sofa (couch = sofá, surfing = surfing :p ) a disposición de quien lo «necesite«.
Se usa mucho entre viajeros, es la forma más barata de alojarte en los lugares y normalmente suele ser con gente local, un plus añadido.
Hay varios perfiles, está la persona que le gusta alojar gente en su casa y conocer viajeros de otros lugares, los que lo hacen para conocer alguien a quien luego poder ir a visitar en su país, los hay viajeros empedernidos que solo se dedican a surfear sofás intentando integrarse al máximo en los lugares donde están, esto es, viviendo con gente local… y muchísimo más, hay perfiles de todo tipo. Yo nunca lo he probado, no lo descarto, pero si me ha pasado acabar en casas de gente que está acostumbrada a alojar en Couchsurfing, estos suelen ser de los mejores anfitriones que se puede encontrar. Les encanta tener invitados 😉 .

Y así fue, nos hicieron sentir como en casa, tanto que cuando nos fuimos a Tajumulco ellos marchaban a pasar unos días a Cuba y nos dejaron las llaves de la casa para que dejásemos las cosas y nos relajasemos al volver de la ascensión. Estuvimos 2 días. Paseando por Xela, descansando, tomando «chelas» con los amigos artesanos de Pana que andaban por allí en su camino hacia México… y, por supuesto, practicando la nueva habilidad que aprendimos (Jonathann y yo) en nuestro hogar en Xela.
Marie no solo nos acogió, nos trato como amigos y nos dejó la casa unos días… por lo que no podremos olvidarla nunca es porque nos enseño uno de los secretos del universo… nos enseñó a resolver el cubo de Rubik. Si, si,  como os lo cuento. Algo que nunca en mi vida pensé que fuese a ser capaz de solucionar. La primera vez que lo terminé solo fue como si hubiese conseguido alcanzar el Nirvana.
Ahora llego a hacerlo en algo menos de 2 minutos.
Os dejo un vídeo que demuestra que soy capaz, que siempre hay incrédulos.
Avisó que el vídeo es un «coñazo«, soy yo haciendo el cubo 3 minutos en un plano secuencia. Tardo tanto porque ante la cámara decidí no arriesgar y tomármelo con calma. Ahora le toca a Jonathann intentar superarme, que menudo pique tuvimos allí.

De entre las cosas más valiosas que aprendí en los 18 meses de viaje esta es una de ellas. Las otras 2 principales fueron que aprendí a bailar salsa y a andar con las manos.
Tres cosas increíblemente útiles en el mundo moderno, como podéis imaginar no hay día que no use una de ellas.
Que me decís, 18 meses muy bien aprovechados, ¿verdad? :p .

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