Vang Vieng: Tubing, turistas y cintas de vídeo.

Todo empieza a parecerme extraño cuando descubro que para llegar a Vang Vieng desde Luang Prabang no hay autobuses locales… me empiezo a hacer preguntas como: «es que la población local no visita Vang Vieng?». Una vez allí me quedo claro que NO.

Fueron 11 $ por unas 10 horas de viaje en autobús. Lo primero que vi al llegar fueron masas de rubios/as paseando en bañador y bikini en una ciudad sin playa (aclaro: los rubios nunca me dan buena espina), decenas de turistas sentados en los bares abducidos por la televisión y una calle principal que se asemeja mas a Khao San Road en Bangkok que a cualquier otra que puedas ver en Laos. Lo peor fue cuando me di cuenta de que «los abducidos» observaban y disfrutaban absortos de cerca de 15 horas diarias de capítulos de la serie «Friends«!!!.

Si, es lo único que ponen en las teles de Vang Vieng… no entendía el porque pero tampoco entendía como alguien puede viajar a miles de kilómetros de su país de origen para sentarse a ver «Friends» en la tele. Vale que desde que termino hace unos años ya casi no la reponen, o que tal vez nadie les haya explicado como funciona E-mule, o es que… no hay nada mejor que hacer en esta ciudad?????. Entonces lo decidí: «Mañana me piro de aquí«. Pero como para mañana aun quedaban muchas horas decidí irme a dar unas vueltas por el pueblo y alrededores y así salir del borreguismo televisivo.

Vang Vieng es una ciudad de 30.000 habitantes que deben estar todo el día escondidos y riéndose de los turistas, porque lo que es por las calles no los ves. Se encuentra enclavada en un entorno precioso, rodeada por montañas repletas de cuevas y a orillas del río Nam Song. Excepto por internet tiene unos precios bastante baratos, los guest houses rondan los 3.5 $ por habitación doble y la comida, de todo tipo, tampoco se sube demasiado a la parra.

En mi primer paseo me encantaron los alrededores, pero fue mi encuentro, de nuevo, con Pierre e Isabelle lo que me decidí a darle un poco de tregua. A ellos no les gustan demasiado los lugares turísticos y prefieren hacer casi todo por ellos mismos, nada de Tours. Habían pasado una semana aquí (algo que me extrañó mucho) y me hablaron de las muchisimas posibilidades para trekking, escalada o espeleología por las cuevas de los alrededores, algunas increíbles.

Como se iban al día siguiente me regalaron un mapa de la zona y me explicaron una ruta en bici de 40 km, por los preciosos paisajes que rodean la ciudad, y en la que puedes visitar bastantes cuevas, algo típico en estas formaciones rocosas. Cuevas enormes que puedes explorar y que llegan a adentrarse kilómetros en el interior de las montañas. Parecía un buen plan… y nada de tele.

Y por ultimo me dijeron que tenia que probar el Tubing, que era muy divertido.

El Tubing es ese «deporte» que consiste en recorrer el curso de un río subido a la recámara de una rueda de camión, esto en el resto del mundo, en Vang Vieng es algo parecido pero hay unirle las paradas en todos los bares que hay a orillas del río, los saltos desde tirolinas, cuerdas o plataformas de mas de 10 metros de altura, los chupitos de Lao-Lao gratis, los litros, las cervezas, los «happy shakes«, los turistas, la música, el cachondeo… vamos, un parque acuático con grandes dosis de alcohol y diversión. Una pequeña locura en medio de la tranquilidad que es Laos.


Esta no es mia, es de aqui.

Y para poder narraros la experiencia tuve que probarlo. Estuvo divertido, empezamos a las 11 am y terminamos cerca de las 6 de la tarde. Pare en todos los bares con la intención de narrar en el blog cuales eran los mejores, pero por alguna extraña razón no consigo acordarme de las conclusiones que saque… solo me recuerdo saltando una y otra vez al río desde las plataformas de madera.

Esta tampoco es mia, es de aqui.

Después de la cena la cosa continuo en las discotecas de Vang Vieng hasta las 4 de la mañana… yo solo fui para presenciar el ambiente nocturno del lugar, vamos, que ni siquiera lo disfrute (juas!).

El resultado final fue una resaca inmensa que al día siguiente solo me permitio recorrer 20 de los 40 km de la ruta en bici… y todo mientras mi cuerpo me rogaba regresar al guest house y no paraba de expulsar, por todos los poros de mi piel, una mezcla de sudor, whisky y Lao-Lao.

Menos mal que pude llegar a la mejor de las cuevas, enorme y oscura como ella sola y bastante bien señalizada en su interior. Con una linterna me adentre cerca de media hora hasta que la humedad, el frío, la oscuridad, la soledad y los gritos de los murciélagos me invitaron a salir de nuevo. Os aseguro que no era miedosolo precaución 😀 .

Y al día siguiente, con mi cuerpo de nuevo recuperado, decidí que era suficiente para mi. Conseguí disfrutar de Vang Vieng sin tragarme un solo capitulo de la serie esa, fui capaz de integrarme y pasar desapercibido entre los grupos de rubios/as, e incluso hice «un poco» de deporte. Como nadie me acerco un mechero pude salir de allí sin arder a pesar del gran porcentaje y la alta graduación de alcohol que tenia en mi interior, y partí dejando atrás una lluvia torrencial, seres inertes que acababan formando parte del mobiliario urbano, televisiones encendidas, música occidental, comida occidental y un montón de «friends«.

El siguiente destino era Vientiane, la capital de Laos, el propósito: extender mi visado. Ya había decidido que si llegue a disfrutar en el lugar mas turístico, este país me iba a atrapar.

No tengo casi fotos de Vang Vieng por culpa del liquido. Esto es el alcohol y el agua. Estuve un día entero en el río y llovió durante los 2 días que estuve, total, que casi no saque la cámara… de todas formas muchas de las fotos habrían salido movidas.

Y he encontrado este video en YouTube en el que se muestra lo que es el tubing en Vang Vieng.

No practicar en casa sin la supervision de mayores.

Luang Prabang, monjes y relax.

Al día siguiente del Rocket Festival salí de Muang Sing con dirección a Luang Prabang. El viaje empezó a las 7 a.m. y acabe llegando pasadas las 11 de la noche, un estupendo día metido en autobuses. La ruta fue: Muang Sing – Luang Nam Tha – Oudomxay – Luang Prabang. Tres autobuses distintos por los que pague unos 11 $ en total.

Llegamos a Luang Prabang pasadas las 11 y eso supuso un pequeño problema, porque en Laos hay una especie de «toque de queda» encubierto. Me explico. Por ley los bares, restaurantes, hoteles, hostales, tiendas y guest houses tienen que cerrar entre las 23.00 y las 23.30, con lo que a partir de esas horas no ves a casi nadie por las calles. Todo Laos se convierte en un país fantasma, y llegar a tu destino pasadas las 11 supone imaginarte durmiendo en la calle. La única opción es aporrear puertas y ventanas de todos los guest houses hasta que consigas despertar a alguien. Por suerte conseguimos que uno nos abriera (estábamos 4 personas igual). Este guest house estaba situado en una paralela a la calle principal de la ciudad. Pague 5.5 $ por habitación doble y al final conseguí dormir en cama.

Luang Prabang es la antigua Capital Real de Laos. Es una ciudad de 26.000 habitantes que parece mas un pueblo, a pesar de la cantidad de turistas no pierde su ritmo relajado, su tranquilidad, su paz… es una ciudad que invita al relax.

Fueron 2 días en los que visite el Royal Palace Museum (Ho Kham), subí a ver el atardecer desde el Phu Si (templo situado en lo alto de la colina central), disfrute paseando a orillas del Mekong y parando en cualquier bar con bonitas vistas para calmar la sed con un Mirinda bien fresca… si, aquí aun quedan!!.

Lo mejor de Luang Prabang es pasear por sus calles, perderte entre ellas, visitar sus templos y el precioso mercado nocturno o levantarse a las 5 de la mañana para ver la procesión de monjes que salen a recoger la comida que dona el pueblo a los templos. La manutención de los monjes se basa en las donaciones de comida por parte de la gente y casi nadie duda en donar diariamente porque es una de las formas de ganar méritos para tu siguiente reencarnación. No podemos olvidar que el porcentaje de budistas en Laos supera el 85% de la población.

Es algo precioso de presenciar, yo alucinaba… se respiraba paz, excepto en algunos momentos en los que sientes bastante pena al ver a los monjes como si fuesen una simple atracción siendo fotografiados por turistas que no dudan en disparar los flashes de las cámaras a escasos palmos de sus caras.

Yo pienso que se pueden plasmar estos momentos pero siempre desde el respeto, y por supuesto sin flash, que no solo incordia a los monjes, también espanta a algunas de las personas dispuestas a donar.

Y del relax y la tranquilidad de Luang Prabang pegue un giro de 180 grados y salte al desenfreno y el turisteo elevado a la enésima potencia, la ciudad del pecado laosiana, la extravagante y divertida Vang Vieng.

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