Amanecer en Bagan con un día de crepúsculo incierto (Myanmar)

Amanecer en Bagan

La bruma, la luz, la paz, el silencio, la sensación de estar en uno de los lugares más mágicos que he tenido la suerte de contemplar… todo se une a las maravillosas vistas, a las más de 4000 pagodas, para formar Bagan.
He podido contemplarlo, disfrutar de su magia de nuevo… y me he dado cuenta de que no necesito mucho más para ser feliz, incluso con la mitad, me sobra.

A veces dudo de si Myanmar es solo un país, porque en mi caso es también un sentimiento.

Aunque uno de los días que estuve por allí todo se me nublo y Bagan llego a parecerme feo, fue al encontrar de nuevo a UO Dera, mi monje, mi amigo.
Su monasterio había perdido la alegría y él estaba enfermo, en cama y casi ciego, no pude soportarlo y salí corriendo a buscar los atardeceres que me enseñó… ya no estaban, por lo menos ese día no estuvieron, ese día Bagan se torno gris, ese día me di cuenta que no podemos parar el tiempo y que volver… a veces es duro, sobre todo cuando no te reciben como quieres.
No he tenido fuerzas para ir a verle de nuevo después de ese día, soy cobarde ante el dolor y prefiero que su imagen en mi cabeza siga siendo la de aquellos días en los que su sonrisa lo inundaba todo.

Bagan es ahora ese lugar precioso que un día no lo fue, no se lo reprocho, no le culpo, la culpa es mía por pensar que todo va a seguir siendo siempre como uno quiere que sea.

Nunca llueve eternamente pero tampoco el sol dura toda una vida.

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