En algunos post anteriores hablo de la belleza de Petra y la magia de un lugar especial, pero bien es cierto que la tranquilidad para disfrutar de esta ciudad de piedra hay que buscarla y, en algunos momentos, no es nada fácil de encontrar.
Para entender un poco más sobre la afluencia de turistas en Petra solo hay que ver datos de pasajeros del Aeropuerto de Queen Alia en Amán, en el año 2008 pasaron por él 4,477,800 pasajeros (son las últimas cifras que he encontrado) de los que 802,866 visitaron Petra, según datos del propio Parque Arqueológico.
Estas cifras aumentaron en 2010 hasta los 975,285 visitantes para empezar a bajar paulatinamente hasta los 325,251 de 2012. La bajada se debe, principalmente, a las revoluciones de la primavera árabe y a la supuesta inestabilidad de la zona. Está claro que ahora mismo Siria no está en su mejor momento para el turismo (sarcasmo) pero eso no significa que los países limítrofes puedan tener problemas de seguridad. Jordania es un país bastante seguro que se ha mantenido estable durante muchos años. Y no tiene pinta de que vaya a cambiar demasiado en ese aspecto
Teniendo en cuenta estas circunstancias, lo impresionante de lugares como Petra, Aqaba, Wadi Rum, Jarash o el Mar Muerto, unos vuelos cada vez más asequibles, una gastronomía deliciosa y unas gentes de lo más amable, no es de extrañar que Jordania sea uno de los países de Próximo Oriente que más llamen al turista, al viajero, o a cualquiera con ganas de conocer y disfrutar.
Me llamó la atención la gran afluencia de franceses, y septiembre no es un mes en el que viajen particularmente, entonces me explicaron que hay muchos vuelos de Air France directos a Jordania y que los viajeros galos tienen mucha relación con los países del norte de África por circunstancias históricas. Pero no eran los únicos, en Petra se junta una pequeña porción del mundo.
Vi alemanes, escandinavos, ingleses, estadounidenses, australianos, rusos, bastante turismo de los países árabes, sudamericanos, asiáticos (sobre todo thais o malayos) y un montón de españoles. En grupo, en solitario, con banderas, a burro, en los carros, andando, ¡corriendo! (en serio), a caballo, en camello, casi a rastras (yo en lo alto del Altar de los Sacrificios), todas las formas son buenas para recorrer Petra, para hacer las fotos típicas y las mismas poses, para seguir sorprendiendo a propios y extraños con extravagancias de toda clase.
Con este post no voy a descubrir nada nuevo, y menos después de las historias de Turistas haciendo el «turista» de Paco Nadal, pero fue un factor que condicionó tanto mi paso por Petra que no tenía más remedio que hablar de ello. Y no solo condiciona mi paso (o el vuestro), estas hordas condicionan también la conservación de las ruinas. Un amigo (Javi) me explicó que la mayor erosión que sufre Petra es la que provocan los turistas. Investigando sobre ello he leído que también el polvo levantado por los carros y caballos está cubriendo las ruinas poco a poco y cada vez son más necesarios, y constantes, los procesos de restauración.
Pero claro, nadie debería quedarse sin contemplar un espectáculo como este y limitar o controlar el impacto que podemos provocar los visitantes no debe ser cosa fácil, y menos en un país que vive del turismo como es Jordania. Esta un poco en nuestras manos ayudar a que, al menos, no empeore su conservación: no tirando al suelo nuestra basura, no subiendo a las piedras, tocando lo menos posible, caminando cuando se pueda…
Los efectos del turismo en Petra se verán con el tiempo, los que puedes ver ahora son el cúmulo de situaciones surrealistas que te vas encontrando por el camino. A la cuarta vez que recorres el Siq empiezas a percibir detalles que antes pasaron inadvertidos.
Las primeras veces que lo cruzas no eres capaz de ver más que los pliegues de la roca y al final acabas viendo hasta los pliegues de las rusas.
Otro espécimen que puedes encontrar en Petra es el buscador de instantáneas imperecederas. Lo reconocerás por las cámaras, el trípode y la cara de cabreo si te cruzas entre su objetivo y el objeto a fotografiar. Desconfía de él, hablará de los turistas como si él no fuese otro más entre las hordas.