Ticabus, transporte internacional cetroamericano

Ya me había informado sobre sus rutas y precios. Ticabus es la forma más segura y cómoda de moverse en América Central, yo no lo usé en el recorrido de Costa Rica a México porque me gusta cruzar las fronteras por mi cuenta, ver esos sórdidos y curiosos trozos de tierra de nadie, mezclarme entre la gente y vivirlo con sus consecuencias, en aventuras y timos. Es común el uso de calculadoras trucadas, de tipos de cambio inventados, que te convenzan para montar en un transporte que va a otra parte, o incluso los billetes falsos. Lo mejor es tener bien claro el tipo de cambio y llevar algo encima de la moneda del país al que entras (cambiar antes de salir del anterior), o esperar a un lugar de confianza para hacerlo en el nuevo país (casas de cambio).
Llevar dolares en lugar de euros ayuda a facilitar los cambios, incluso muchas veces te permiten pagar con ellos.

Pero a la bajada desde México llevaba más prisa y desde Antigua (Guatemala) decidí ir del «tirón» a San Salvador. La forma más fácil fue Ticabus, eso si, sale desde Ciudad Guatemala. El trayecto de donde deja el bus de Antigua hasta la parada del Ticabus lo hice andando, de día durante la mañana, es un paseo «interesante«, pero poco recomendable ir andando por Ciudad Guatemala con mochila a la espalda y pocas pintas de chapín.

La información de los precios y rutas está en la web: Ticabus

En San Salvador pasé una semana y pico, ayudando a «Calamandraca» en su campaña por el cambio, llegaban las elecciones y el país necesitaba salir de los 25 años de «semidemocracia» liderada por Arena. Al final parece que el trabajo tuvo sus frutos y el 15 de Marzo de 2009 el FMLN logró ganar las elecciones y arrebatar el poder a la derecha más rancia.

Y de allí a Costa Rica, también con Ticabus, el trayecto de San Salvador a San José, 19 horas de viaje, para volver a ver a Jonnathan, Laura y Miguel, mereció la pena.

Los viajes con estos autobuses incluyen comidas, servicio de abordo, baño, y todo aquello que no tienen el resto de transportes en los que yo monté en la región. Es más caro pero para hacer largas distancias es una de las mejores opciones.

La parte en San Salvador la conté hace ya y ahora seguiré desde Costa Rica, pero antes creo que se van a colar unos cuantos post con la razón por la que llevo una semana sin escribir, un viaje de 5 días a Copenhague. Estad atentos 😉 .

De Honduras a Puerto Barrios pasando por Utila.

Una vez vistas las Ruinas de Copán decidí ir a Utila a bucear un poco. Había oído que era uno de los lugares más baratos del mundo para bucear. En realidad es el más barato para certificarse, pero está al nivel de Vietnam o Bali en cuanto al precio de las inmersiones sueltas.
Utila es una de las 3 islas de la bahía hondureña, decidí ir a esta simplemente por los precios, las otras 2, Roatán y Guanaja son más caras, Utila es el destino de mochileros, y un muy buen lugar para el cachondeo.
El viaje de Copán a Utila consistió en 1 autobús hasta San Pedro Sula (3h por unos 6$), luego otro autobús hasta La Ceiba (4h 4.5$) y por último ferry hasta Utila (1h 21$).
Llegué por la tarde a última hora y en menos de 20 minutos tenía alojamiento en una especie de resort que me regalaban con las inmersiones que había comprado en uno de los muchos Dive Centers de la isla y 10 minutos más tarde estaba en una fiesta con barbacoa en la casa de uno de los Divemaster del centro de buceo. Reggae, cerveza fría y bombonas de oxigeno para avivar las ascuas.

Utila es el destino friki del buceo, todo el mundo va a bucear, habla de buceo, piensa en buceo y sueña cada noche con la inmersión del día siguiente. Son como surferos pero en buzos. Yo me entiendo. Todo esto lo compagina, una gran parte de esta gente, con el cachondeo… ¿lo he comentado ya?.
Total, que me hice un par de días de inmersiones e intenté evitar el cachondeo, aunque unas cervezas me tomé con Sonia, una amiga de Quirós que estaba en Utila a la vez que yo.
Las inmersiones me parecieron «reguleras«, no estuve en una buena época, en la estación seca hay más visibilidad y es la llegada del tiburón ballena. Aunque esperaba más, teniendo en cuenta que los arrecifes de la isla forman parte de la segunda mayor barrera de coral del mundo (detrás de la australiana). Tal vez las otras dos islas tengan un mejor buceo.

En pocos días me aburrí de «la calle«, los bares y las playas llenas de mosquitos y empecé a prepararme mentalmente para el viaje a mi siguiente destino. Quería llegar a Livingston, en el extremo oriental de Guatemala.
Me gustaba el nombre y era una de las mejores formas de llegar hasta Belice… o eso pensaba yo.
Un día me levanté temprano (05:00 am), agarré el primer ferry a La Ceiba (1h), de ahí un autobús a San Pedro Sula (4h), otro a Puerto Cortés (1h), de ahí otro a Omoa para tomar otro minibus hasta Corinto (4h), donde se cruza la frontera de Honduras, y luego en taxi hasta la de Guatemala (10 min). Ya solo me faltaba un bus más hasta Puerto Barrios (30min) (ya en Guatemala) y por último un barco a Lívingston (1h). Total, unos 23€ todo el trayecto y 11 horas si encajas todo perfecto.
Como podéis imaginar era una misión complicada cuadrar tanta cantidad de buses, taxis, barcos… pero más o menos tuve suerte de enganchar unos con otros sin muchas esperas, excepto el bus de la frontera de Honduras a Guate. Ahí sufrí un interesante parón técnico. El minibus no salía hasta que se llenase y aquel no era un paso fronterizo demasiado transitado. De repente me llamaron de una furgoneta que acababa de llegar y me ofrecieron llevarme hasta Puerto Barrios. Cambie las mochilas y me subí. Todos menos yo eran hondureños.

En un momento del camino nos paró la policía fronteriza hondureña, nos pidió la documentación, la entregamos y un policía le empezó a increpar a uno de los pasajeros y le dijo que no le había entregado nada. Discutieron un poco y le sacó de la furgoneta, el resto de los que estaban dentro le entregaron algo y al poco tiempo volvió a entrar y continuamos el camino.
Yo no tenía muy claro lo que estaba sucediendo pero empecé a olérmelo, les pregunté y su intención era llegar a los Estados Unidos, les esperaba un largo viaje, cruzar Guatemala, entrar en México y conseguir llegar al norte de Río Bravo para intentar huir de los salarios de hambre que azotan América Central. Solo un sueño, como el que tuvieron los primeros peregrinos del Mayflower, un futuro mejor.
Entonces les comenté que si eran hondureños porqué habían tenido que pagar «mordida» para entrar a Guatemala, cuando entre ambos países hay un acuerdo fronterizo para la libre circulación de personas. La respuesta fue sencilla, uno de ellos perdió su «cédula» hacía unos meses y conseguir otro DNI en Honduras es un proceso burocrático que puede dilatarse demasiado tiempo.
Solo le costó 30 dólares salir de Honduras sin identificación. Entonces la furgoneta paró y le hicieron bajarse antes de cruzar la frontera de Guatemala. Para no entorpecer al resto él pasaría andando y le esperaríamos al otro lado de la frontera.
Llegamos a la frontera, empezaron a ponernos los sellos y yo estuve hablando con los guardias mientras «el indocumentado» pasaba por detrás. Salimos de la frontera, le recogimos y al poco tiempo paramos al borde de la carretera. Me estuvieron contando como hacen para pasar «indocumentados» cuando son grupos grandes, lo hacen en la noche y por el interior de la selva, me contaron los precios que llegan a pagar a los «coyotes» que les llevan hasta su Ítaca particular, los Estados Unidos, y son cantidades que rondan los 15 o 20.000 dólares, una cifra muy alta en Centroamérica, me contaron como les trata «el narco» en el norte de México, como les secuestran, les roban y extorsionan, a ellos que no tienen nada más que sueños, me contaron lo difícil que es dar un futuro a sus familias en sus países y lo duro que es hacerlo estando fuera. Para alguno ya era el tercer viaje entre deportaciones y expulsiones.
Me vieron tan interesado que les sorprendió, me preguntaban si era prensa, miraban mi cámara, me preguntaron por mi las fotos, por mi viaje… y en un momento dado me ofrecieron acompañarles en el suyo. Me dijeron que podía documentar su «aventura«, su camino a «El Dorado«.
Pude estar 20 minutos dándole vueltas, era una historia muy interesante, pero muy arriesgada. Si quería ir con ellos todo el camino tenía que entrar ilegalmente en México y USA. Entonces algunos de ellos empezaro a decir que tal vez fuese muy peligroso para mi ir con ellos por el norte de México, un europeo con cámara de fotos entre un grupo de «sinpapeles» hondureños. Un botín para «el narco«. En ese momento el conductor decidió continuar el camino, pero los planes cambiaban, me dejaban en un cruce esperando que pasase otro autobús y ellos modificaban la ruta, mejor no arriesgar, que ya les habían parado antes de entrar en Guatemala.

Y fue en un cruce de carreteras, a 4 km de Puerto Barrios, donde me despedí de ellos y les vi partir con esa mezcla de ilusión y miedo del que va camino de algo mejor que lo que deja atrás. Sin más equipaje que una mochila con una muda y algo de comida. Hector me dijo que no hace falta nada más para empezar una nueva vida.
Supongo que si dejas atrás tu familia, tus amigos y todo lo que eres, si partes sin saber cuando volverás, sin saber si conseguirás llegar, si barajas la idea de que ese viaje pueda ser el fin de tu camino, tal vez tenia razón y lo menos importante es lo que llevas en la mochila.

Al poco tiempo pasó otro autobús camino de Puerto Barrios, para cuando llegué ya había salido el último ferry y tuve que hacer noche allí. En una ciudad portuaria, húmeda, calurosa y un tanto sórdida. Un lugar de paso, la ciudad que fue uno de los cuarteles generales de la United Fruit Company en la época en que esta transnacional estadounidense tumbaba y nombraba presidentes a su antojo en toda América Central.

Y en un hostelucho pasé la noche pensando en Hector, Mario, Carmen y el resto de Hondureños de la furgoneta, pensando en sus mochilas, en que tal vez las llevasen llenas de recuerdos para su nueva vida, pensando en la ironía que me resultaban sus sueños de vivir en el sistema que ha devorado sus países y que luego, tal vez, los vomitará a ellos. Pensando en la pobreza que azota la región en la que me encontraba y pensando en Galeano y sus «Venas abiertas«:

Pensando que «la lluvia que irriga a los centros del poder ahoga los vastos suburbios del sistema«.
Pensando que «el sistema en vez de multiplicar los panes hace lo posible por suprimir a los comensales«.
Pensando que » el subdesarrollo latinoamericano es una consecuencia del desarrollo ajeno, América Latina es pobre porque es rico su suelo y los lugares privilegiados por la naturaleza son malditos por la historia«.
Pensando que «el subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia«.

Pensando en un párrafo que ya había usado antes en el blog, un párrafo de ese impresionante libro de lectura obligatoria en un viaje por el continente americano: «Las vengas abiertas de América Latina», de Eduardo Galeano.

Pensando que «América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una subAmérica, una América de segunda clase, de nebulosa identificación.
Es América Latina, la región de las venas abiertas.
»

Ahora releo ese párrafo y pienso que «nosotros» son «ellos«, pero aquella noche, en aquella habitación, dando vueltas en la cama sin poder dormir por el asfixiante calor y con el sonido de la lluvia golpeando contra el tejado de uralita, aquella noche, «nosotros» era «yo«, y yo era Hector, y era Mario, y Carmen, y Luis, y Alfredo, y Néstor y Laura.

Ruinas de la antigua ciudad Maya de Copán

Amanecer en las ruinas

La antigua ciudad Maya de Copán fue mi primer contacto con el mundo Maya y el resto de culturas precolombinas.

Me levanté temprano para recorrer el camino que lleva de la ciudad de Copán a las Ruinas del mismo nombre, son como unos 15 ó 20 minutos caminando tranquilo. Llegué cuando estaban abriendo, aún no habían llegado turistas y el sol llevaba poco tiempo asomado en el horizonte, era el momento perfecto para disfrutar con las fotos. Y eso hice, pasé las primeras 2 horas dando vueltas, jugando con la cámara e intentando capturar la luz que había.

Plaza

Una vez desaparecieron las primeras luces de la mañana continué visitando esas ruinas que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
A nivel arquitectónico no son tan espectaculares como Tikal, pero le llaman el «París del mundo maya» por la calidad de la escultura, la artesanía y los glifos que realizó esta civilización.

Glifos

Están enclavadas en el valle del río Copán, y entre una bonita pradera rodeada de montañas. Son los últimos restos Mayas en la zona de Mesoamérica, en un extremo que ya casi no pertenecía a la cultura Maya.
Data del siglo V y fue gobernada por 16 generaciones de reyes a lo largo de 4 siglos.

Además de los edificios, en la zona arqueológica también hay una acrópolis, unos túneles que descubrieron hace poco y Las Sepulturas.
La entrada a Copán son 15 dolares (y no es Tikal como ya he comentado), y los túneles y tumbas se pagan aparte. Yo es un plus que recomiendo guardarse ya que no merecen demasiado la pena. Es más, entré gratis y aún así me defraudó 😉 .

Sombras

Para entender bien estas ruinas recomiendo un guía, como puede ser Chavelo (a quien leeréis una entrevista en breve), alguna buena lectura sobre el mundo Maya y la visita al Museo Arqueológico de Copán, en la ciudad, no en las ruinas.
El contacto de Chavelo es: Jose Isabel Pérez (Chavelo) – Barrio de Montefresco. Celular: 9651 1252
Hace guias y rutas por las ruinas y alrededores, ademas de trabajar de guardia de seguridad en algunos de los hostales de la ciudad.

La entrevista a Chavelo va a explicar mucho más sobre las ruinas, los mayas y todo lo que hablo en este post… pero tocará esperar a que la tenga transcrita.

Por cierto, hoy me voy a probar el nuevo AVE a Valencia. Renfe ha invitado a unos cuantos blogueros a comer y ver la playa, que en Madrid hace mucho frío… bueno, claro, y a probar el AVE, que en eso consiste.
Por si alguno quiere seguir el viaje en tiempo real, vía Twitter usaremos el hashtag: #NuevoAVE
Y a la vuelta os cuento la experiencia.

>> Todas las fotos de las Ruinas de Copán en el set de Honduras en Flickr <<

Copán – Honduras

Sombrero

Recorrí el norte de El Salvador con Roberto y me dejó en la frontera con Honduras, mi dirección era Copán, con lo que tuve que «agarrar» un bus, primero en El Poy, y cambiar de autobús en La Entrada. Fueron unas 3 horas para llegar a la tranquila y pequeña ciudad de Copán. Tiene unos 7.000 habitantes y se encuentra a algo menos de 1 km de las Ruinas de la antigua ciudad Maya de Copán, la razón principal de mi visita a ese lugar.
En este punto empezaba mi ruta a través de la cultura Maya, de la que me gustaría hablar más detenidamente en un post específico, ya que fue una de las culturas que más marcó el tramo de viaje a través de esa zona geográfica: Mesoamérica, y con la que empecé a descubrir el resto de culturas precolombinas que poblaron durante siglos el continente americano.

Matando el tiempo

La ciudad es tranquila y acogedora, me alojé en el Hostel Iguana Azul (5$ en dormitorio, pero estuve solo), me lo había recomendado Quirós, un buen compadre de Hortaleza que ya había visitado la zona. Me recomendó este en particular porque era el lugar donde trabajaba Chavelo, y me lo dijo así:

Las ruinas no son las más espectaculares de los mayas pero quizá por su historia si las mas interesantes para comprender la cultura maya.
Alójate en el hostal la iguana azul, imprescindible conversar con el guarda, uno de los más importantes guias  de las ruinas durante muchos años, compañero de antropólogos pioneros en los primeros años de descubrimiento de las ruinas, todo un experto con el que hablar horas….el cuenta lo que ningún otro guia cuenta, los colores de las pirámides, la sociabilidad del pueblo maya, la luna…ese tipo es una enciclopedia.
Se llama Chavelo, búscale, pregunta por el en serio, hay gente de universidades que va a entrevistarle, es una eminencia, y ahora es guarda nocturno de ese hostal por que ya esta mayor, pero él encantado en contarte todo lo que sabe. Es uno de los últimos nativos mayas, cultura y lengua maya materna…. En Centro América Copán es el ultimo enclave de la cultura maya que existe, hay restos arqueológicos más al sur pero aquí aún encuentras a gente como Chavelo.

Con estos datos no podía resistirme, y se me ocurrió entrevistarle para el blog… lo malo fue que Chavelo ya no trabajaba en Iguana Azul y el dueño me dijo que no sabía donde podría encontrarle. Esto fue el mismo día que llegué,  a la mañana siguiente madrugué para visitar la ciudad e intentar encontrar a Chavelo.

Lo primero fue el interesante Museo de Arqueología Maya, se encuentra en el parque central, cerca del mercado. Allí empecé a documentarme sobre los Mayas para intentar realizar una entrevista interesante a Chavelo. Todo esto preguntando por él a cualquiera que pensase que podría conocerle… vamos, a discreción.
Sin mucha suerte, en ese aspecto, acabé en el Mirador del Castillo y me encontré con un hombre que había llevado a los niños del barrio para volar cometas. Me acerqué a hacer fotos y acabamos todos jugando con las cometas y charlando un buen rato. Resulta que este hombre, Wilson, trabajaba en las Ruinas y conocía a Chavelo. Me dijo un par de trucos para ahorrar algo de dinero a la hora de visitar las ruinas (el que quiera saber respondo por mail 😉 ) y la dirección de la casa de Chavelo.

Alegrías y penas volando cometas

Al rato salí del castillo y empecé a caminar en la dirección que me dijo Wilson. Llegué a una humilde chabola de adobe y con suelo de tierra en una barriada del pueblo. Esa era la casa de uno de los mayores conocedores de la cultura Maya. Su señora me recibió y me emplazó a la tarde para conocer a Chavelo y realizarle la entrevista. Incluso se acercaron algunos vecinos al verme, para curiosear sobre la razón que había llevado hasta allí a un «turista«.
Me marché a continuar recorriendo la ciudad y a la hora pactada volví a casa del señor Chavelo.

Chavelo

Tenía una grabadora que me había dejado Roberto en El Salvador y toda la entrevista quedó registrada. La verdad es que fue muy interesante conocer a Chavelo, gracias a los datos de Quirós tuve la posibilidad de vivir una experiencia muy, muy enriquecedora.
La grabadora siguió viajando conmigo y desde Perú voló a Hortaleza de nuevo con Roberto… la semana pasada descubrí que seguía viva y esos archivos estaban a salvo. Ahora estoy a punto de recuperarlos para poder transcribirla y que todos podáis disfrutar de las cerca de 3 horas de charla que tuve con Chavelo.
Hablamos de todo, de los Mayas, de las Ruinas, de antepasados, de viajes, de Europa, de su vida, de la vida… que curiosa la vida.
Estoy deseando volver a escuchar la entrevista.

*//Edito con los datos de Chavelo que he encontrado: Jose Isabel Pérez (Chavelo) – Barrio de Montefresco. Celular: 9651 1252
Hace guias y rutas por las ruinas y alrededores, ademas de trabajar de guardia de seguridad en algunos de los hostales de la ciudad.

>> Todas las fotos de Honduras en Flickr <<

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