Vídeo de la lava en el volcán Pacaya – Guatemala

Este vídeo lo grabé con el móvil desde la cima del volcán Pacaya. Ayer me encontré la tarjeta del móvil que llevaba en el viaje y he descubierto que están todos los vídeos aún 😀

La «excursión» ya la conté en un post anterior: Casi tocando la lava del volcán Pacaya – Guatemala

Es solo para que comprobéis la sensación al ver como se mueve.

¡¡Pasad buen finde!!

Nos vamos de excursión, subida al Cerro de la Cruz

Vistas desde el Cerro de la Cruz

El Cerro de la Cruz es el lugar con mejores vistas para tener Antigua y el Volcán Agua en el mismo plano. No quería perderme esta foto y me estuve informando de como ir, es un paseito de menos de 30 minutos desde el centro de la ciudad.

Fui a la oficina de turismo a por un mapa y les pedí que me situasen el cerro, entonces me dijeron que la subida es «muy peligrosa, que hay riesgo de asalto, que es mejor no hacerlo solo«… vamos, lo que te cuentan en Guatemala en todas partes.
Es cierto que la tasa de climinalidad es muy alta y que hasta el camión de la Cocacola lleva un «segurata» con una recortada, pero a veces son demasiado agonías.
Total que me recomendaron ir a una de las 2 excursiones que hace cada día la policía turística… vamos, paseo con escolta policial. Y a mi que, a veces, me fío de la policía menos que de los «maleantes«, fue una idea que no me hizo demasiada gracia.

Al día siguiente tenia que ir al ambulatorio a ponerme la vacuna de la fiebre amarilla. Había salido sin ella pensando que no bajaría a sudamérica, pero como alargué 6 meses el viaje me acabó haciendo falta para entrar al sur de Panamá y Colombia.
Y camino del ambulatorio decidí pasar a ver «el percal» por la comisaría. Y «el percal» era un grupo de «octogenarios» alemanes e ingleses en chanclas y calcetines por encima de los gemelos. Eso y un par de policías con metralletas para hacer de escolta. Vamos, un planazo, yo sin «bazucas» no me apunto a algo así.

Me acerqué a unos policías y les pregunté como estaba el camino para subir solo, uno me dijo que ni se me ocurriese, el otro que no había problema, que era seguro… yo les dije que: -«entonces subo mientras me quedo abajo«-, y les dí las gracias. Antes de darme la vuelta se acercó otro policía que iba más elegante y al que los otros saludaron (un superior, imagino), y me preguntó si pensaba subir solo. Le conté que iba al ambulatorio a ponerme la vacuna y que no sabía cuanto tardaría, luego me intentó convencer para ir en «el grupo de la tarde«, le dije que daba igual, que yo voy con la cámara a mi aire y que no me gusta depender de un grupo… y me dijo que bueno, que en ese caso subiese cuando quisiese. Le miré con cara de sorprendido y me contó que había un equipo policial arriba, paseando por la zona y que desde hacía unos meses casi no había asaltos. Le di las gracias, no le comenté nada de porqué no me lo había dicho desde el principio, #sonsuscosas, me puse la vacuna y tiré para el Cerro.

Estuve solo, paseando por la zona un buen rato, la subida fue tranquila, la hice por la carretera. En un momento dado me senté bajo la cruz y apareció un tipo a mis espaldas, le miré, nos miramos, movimos la cabeza como gesto de saludo, me giré y me olvidé. Estaría a unos 30 metros. Al rato le volví a buscar con la mirada, estaba más cerca, como a cosa de 15 metros, parado, le miré, me miró, movimos la cabeza como gesto de saludo, incluimos el gesto «sonrisa forzada» y seguí mirando para adelante. A los 5 segundos me giré de nuevo, había avanzado un par de metros, movimos la cabeza, sonrisa, empecé a plantearme si estabamos jugando al escondite inglés y no me había enterado. Volví a mirar para adelante, me acerqué mi mochila a los pies y cuando estaba a punto de decir: «Un, dos, tres, al escondite inglés» y girarme, escuché una voz que se me anticipó y dijo: «eh!, camina!, largu ahí!«.
Eran los policías que había en la cima, el tipo les dijo que no estaba haciendo nada, ellos le miraron, me miraron, le miraron de nuevo y movieron la cabeza, pero no como gesto de saludo… como diciendo: «tira pallá que al final te doy«. Y el tipo se fue.

Yo me hice el despistado, me levanté y les dije que iba a bajar, que como lo veían, que si el tipo ese era peligroso o solo estaba jugando. Uno me dijo que no se me ocurriese bajar solo, que tuviese cuidado, el otro que no había problema que el tipo era un «mindundi«, yo les dije que: -«en ese caso me quedo mientras voy para abajo«-, les di las gracias y bajé por otro camino más directo entre el bosquecito del cerro. Lo más peligroso que encontré fue una botella rota y una pareja magreandose en el pinar.

Conclusiones no saco, hay países en los que la seguridad es un handicap y un poco de sentido común basta para no verse envuelto en situaciones desagradables. Todo te lo van a pintar más peligroso de lo que pueda ser, como una madre que cuida de sus hijos, pero hay que ver que parecido tiene lo que te cuentan con la realidad, a veces mucho.
Lo que no se puede olvidar es que, sin lugar a dudas, lo más peligroso es «el Lopintan«.

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Casi tocando la lava del volcán Pacaya – Guatemala

Pacaya

Treinta kilómetros al sur de Antigua se encuentra el Volcán Pacaya (2552 m), uno de los volcanes activos de Guatemala más espectaculares, sobre todo por la cercanía a la que puedes llegar a estar de la lava.
Tenía ganas de ver este espectáculo de cerca y decidí ir en Tour organizado, al parecer es la forma más segura de visitar este pequeño circo. Debido a la cantidad de turistas ha aumentado, en una escala proporcional, la cantidad de «maleantes«, e intentar hacer el recorrido por tu cuenta puede acabar saliendo caro. Y si a esto le sumamos que ir sin guia supone no saber los recorridos que realiza la masa magmática, los gases o las cenizas…  el show puede transformarse en thriller.

Es un pequeño trek de un par de horas llegar hasta la cima, caminas por la falda del volcán y luego comienza el ascenso por una zona que es todo ceniza solidificada, parece arena de playa negra.
El camino está plagado de gente que intenta venderte «palos» ¿?, o linternas (la bajada es en la noche), o llevarte a caballo o en burro (Donkey Taxi, les dicen a los gringos)… o llevarte la mochila, tal vez hasta su casa, no lo pregunté.

Lava

La sensación una vez arriba es brutal, ver aquello era como mirar al fuego… podría haber pasado horas mirando la lava. Nos acercamos hasta casi tocarla, el calor es insoportable, notas la fuerza de esa bestia, su poder de destrucción, ves como es capaz de destrozar una piedra de 15 kilos solo con rozarla.
Y ante aquella maravilla de la naturaleza no nos quedó más remedio que abrir la mochila y prepararnos unos marshmallows (que son las nubes que hacen al fuego en las pelis de vaqueros, jiji).
Los clavamos en unos palitos y cuando estaban al punto de «azufre«, hicimos una de «loquenomataengorda» y «padentro«.

Al calorcito

Cara de felicidad señalando el punto en el que hicimos los marshmallows.

Fue una excursión divertida, el grupo que me tocó era majete y no lo pasé mal. Soy bastante reacio a estas cosas (ir en rebaño) pero hay lugares y países en los que intentar el «yo me lo guiso, yo me lo como» puede ser bastante absurdo, peligroso, o más caro. Muchas zonas de Guate forman parte de esos lugares, muchas otras no, lo cuento en el siguiente post.

Mirando la lava

Acaba la crónica con una foto de «alguien» mirando hacia atrás, creo que era Chapín, tal vez le capturé mirando al pasado.
Aunque el futuro de aquel momento ya es pasado también. Ya es pasado que un año y medio después de tomar yo esta foto, el 27 de Mayo de 2010, el Pacaya decidiera escupir fuego dejando un rastro que se llevó la vida de 2 persona, decenas de heridos y millares de damnificados.
Otra cosa es que el pasado se olvide. La persona de la foto no creo que haya podido olvidar el pasado, aunque tenga que seguir pensando en el futuro. –¿En que futuro?– , dirá él. (Un 15% de la población guatemalteca vive en pobreza extrema, con menos de 1€ diario para subsistir).

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Antigua, una otra Guatemala

Arco de Antigua

Fundada en 1543, Antigua fue la capital de Guatemala hasta 1776, tres años después de que un brutal terremoto la sacudiese un 29 de Julio.
Un lento pero increíble proceso de reconstrucción consiguió devolverle esplendor y en 1979 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ahora es una bonita y tranquila ciudad colonial. Empedrada, colorida, limpia, tradicional, cultural, turística, repleta de «gringos», maquillada, comercial, ecléctica. Antigua es difícil de explicar, y englobar, dentro de Guatemala. Antigua son contrastes, e incluso, a veces, contradicciones.

Academias de «Español para extranjeros«, bares que abren hasta tarde, «hostales de mochileros«, restaurantes de comida occidental, tours, y librerías con más cantidad de libros en inglés que en castellano. ¿Seguimos en Guatemala?.

A pesar de eso me quedé un tiempo allí varado y Antigua me acabó conquistando. Una gran parte de la culpa la tuvo Manuel Murillo y su Casa del Mango. Un proyecto/hogar/centro cultural/sala de exposiciones que gestiona junto a Liliana y que busca llevar el arte a la calle, a la gente, al pueblo guatemalteco. Democratizar la cultura e intentar que la gente se interese y se genere en ellos una necesidad, la de seguir aprendiendo.

Me impresionó el proyecto y lo mucho que se podía aprender de Manuel, al que definiría como «fotógrafo, educador y todo lo demás imaginable«.Un sevillano con unos cuantos años viviendo en Guatemala y una forma muy particular de hablar «chapín» con acento andaluz.

Fueron unos días agradables, con tardes enteras charlando en La Casa del Mango, exposiciones, proyecciones, alguna tarde de rocódromo con Carol y noches regadas en chelas y aderezadas con «bocas» intentando entender el mundo… ni tan siquiera intentando arreglarlo.

Caminando

Las mañanas las dedicaba a leer al sol en el parque central, recorrer callejuelas de la ciudad o pasear por el mercado que hay junto a la estación de autobuses. Compraba la comida para preparar en el hostal, deambulaba buscando fotos, hablando con las «mamitas«.
En general los mercados son de los lugares que más me gusta visitar y el de Antigua me pareció muy fotogénico e interesante.

Colores Mayas Reflejo
Mercado de Antigua Mercado de Antigua

Así pasaron los días con alguna excursión por los alrededores que contaré en siguientes posts, e intentando entablar conversación con los dueños/encargados de la Posada Ruiz 2, el lugar donde me alojé. Habitaciones pequeñas, unos baños compartidos relativamente limpios y un gran patio en el que desayunar con el primer sol de la mañana. Fueron 2.5 € la noche, no era gran cosa pero por lo menos lo regentaba una familia local. No me apetecía estar en un hostal para mochileros propiedad de algún gringo, hablando todo el día en inglés y viendo rubios poniéndose crema para el sol en la cara.

Iglesia de la Merced

A Antigua volví poco después desde México, parada técnica para descansar en mi camino a El Salvador y, como no, para volver a ver La Casa del Mango… y a Manu, a Carol, a Liliana, a Emanuel… y para volver a ver esos preciosos amaneceres, otra de las muchas razones por las que Antigua me acabó conquistando.

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Reflexión sobre las barreras idiomáticas en América Latina (no es castellano todo lo que reluce)

Mayas

Desde que entré en Guatemala una de las cosas que más me sorprendió fue la casi nula interactuación que estaba consiguiendo con la población indígena, con la población Maya.
No tenia claro si era culpa de su timidez, un cierto complejo de inferioridad con el que a veces parece que miran, o si era culpa mía y algo estaba haciendo mal… es algo que estuvo bastante tiempo rondando mi cabeza y fue en Lanquín, en un restaurante, donde creí ver una parte de ese problema.

Yo estaba sentado, tomando un café y leyendo, cuando un turista se acercó a la barra dijo –Hello-, y continuó pidiendo el resto de la orden en inglés.
Fue algo que me molestó, en todos los países que he visitado lo primero que he intentado es aprender a decir «hola, gracias y adiós» en el idioma local, y luego continuar aprendiendo todo lo que fuese posible de esa lengua. Es lioso, sobre todo en un viaje en el que visitas muchos países distintos, pero bueno, lo básico es sencillo.
No entiendo porqué no se molesta la gente en intentar ese mínimo, y es enormemente gratificante ver las caras y sonrisas de la gente cuando ven que lo intentas.

Mientras pensaba en estas cosas el camarero se giró y habló con su compañero, esa conversación me sacó de mis pensamientos, porque no entendí nada. No era castellano la lengua que hablaban, ellos se comunicaban en Maya.
Entonces lo vi, me di cuenta que cada vez que yo llegaba diciendo «hola«, para ellos era casi lo mismo que el gringo que les decía «hello«, porque el español no es su lengua materna, su primer idioma es el maya.
Al rato el camarero salio de la barra y cuando se acercó a mi le paré y le pregunté cual era el dialecto que se hablaba en esa región, me dijo que en El Petén se hablaba el Q’eqchi.
Entonces le dije si podía decirme como era «hola, gracias y adios» en Q’eqchi. Fue como si su mirada se iluminase, -«Na’chin, Tyoxh y Na’j wetz«-, me dijo sonriendo, y me preguntó si estaba estudiando maya. Le dije que no, que simplemente me apetecía aprender el idioma del lugar que estaba visitando y se puso ha hablar a gritos con su compañero, supongo que contándole lo que le estaba diciendo.
El resto del tiempo que estuve en el restaurante no pararon de venir a mi mesa a decirme más frases y palabras, me enseñaron como pedir una cerveza, como decir a una chica que era guapa… bueno, técnicas de supervivencia.

Ahí vi que había conseguido romper una barrera. En el siguiente lugar al que entré saludando en Q’eqchi la dependienta levantó la cabeza y empezó a hablar muy rápido, como nerviosa, la paré y le dije que solo sabia decir eso, entonces empezó a reírse. Había pensado que yo hablaba su idioma y me decía que le hizo ilusión, pero se alegró aunque solo supiese unas pocas palabras. Cuando pagué lo que había comprado me enseñó a decir algunos números y me dijo que siguiera aprendiendo.

Mi relación con la población Maya de Guatemala había cambiado, me animé pensando que esto me permitiría conocer un poco más a fondo el país, su cultura, sus gentes… pero esta ilusión me duró poco. El tiempo que tardé en llegar a Antigua Guatemala y descubrir que allí se hablaba quiché en vez de Q’eqchi, y que saludarles en Q’eqchi era para ellos una falta de respeto. Eso allí, luego en el lago Atitlán hablan el idioma cakchiquel, en Xela de nuevo quiché y en Nebaj el Ixil… y así sucesivamente con los más de 20 dialectos de maya que se hablan en Guatemala.

Mi alegría se tornó en decepción y me tocó renovar el vocabulario cada desplazamiento que hacía por el país. Cada pequeño viaje era volver a empezar, pero era también seguir aprendiendo. Fue una experiencia interesante que seguí intentando con el tzotzil y el tzeltal en Chiapas (México) y con las distintas lenguas incaicas o preincaicas en Perú y Ecuador (quechua y el kitchua), el aymara en Bolivia… y lo que surgiese por el camino.

El viaje cambió y aquella región, aquél continente, pasó a ser algo más sorprendente e interesante de lo que creí que lo encontraría. Mi prejuzgadora mente y la imagen que tenia de aquéllo dieron un vuelco y me di cuenta de que sus raíces no son las nuestras, sus raíces son mucho más profundas.

Y yo que llegaba a América Latina pensando, –que bien, al fin hablo el mismo idioma que la gente local-.

Iluso de mi.

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